Error de software destruyó a un satélite japonés

El satélite japonés Hitomi, que fuera lanzado el 11 de febrero de este año, se desintegró por completo el pasado 26 de marzo, tras una serie de problemas que fueron acumulándose hasta que la situación se volvió irreversible. En la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA, por sus siglas en inglés) perdieron las esperanzas de recuperar el satélite tras darse cuenta que se habían desprendido dos paneles solares. Lo que resta es descubrir qué paso y si bien la investigaciones están en sus estadios iniciales, ya han dado sus primeros resultados.

La tarea del vehículo espacial –que costó US$ 286 millones, una cifra habitual en el sector satelital– era observar agujeros negros y agrupaciones galácticas lejanas a través de detectores de rayos gama y cuatro telescopios de rayos X desde una altura de 580 kilómetros de altura sobre el suelo terrestre pero no pudo ser porque, de acuerdo a lo publicado por Scientific American, comenzó a tener problemas tras la primera (y, a la postre, única) observación astronómica que realizó, durante la cual capturó fotográficamente el movimiento de gases en un cumulo de galaxias en la constelación Perseo. Luego de eso, maniobró para apuntar su instrumental hacia la galaxia Markarian 205 y ahí fue cuando su Sistema de Rastreo Estelar (Star Tracker, en inglés) comenzó a fallar cada vez que pasaba sobre la Anomalía del Atlántico Sur (allí los cinturones de radiación que envuelven a la tierra se encuentran cercanos a la atmósfera y eso produce una serie de partículas energéticas a las que los satélites se ven expuestos). Esto, que en si mismo no debería haber representado un inconveniente mayor, fue el comienzo de una serie de fallas en cascada.

Los problemas con el Star Tracker llevaron a que las computadoras de abordo tuvieran que optar por un sistema alternativo, una serie de giroscopios conocidos como Unidad de Referencia Inercial, para calcular su orientación en el espacio. Estos giroscopios les dijeron al sistema de control que el satélite estaba girando 20 grados por hora, pero no era así en realidad. Para controlar este giro inexistente, se dispararon pequeños motores (sus ruedas de reacción) que tuvieron un efecto contrario al deseado: el aparato comenzó a girar cada vez más rápido.

Al “darse cuenta” que la rotación no se detenía, el Hitomi entró en “modo seguro” y trató de utilizar sus propulsores de maniobra para detener la rotación. Y aquí ocurrió la verdadera catástrofe, dado que (tal vez) podría haberse evitado: los comandos para que los propulsores de maniobra detuvieran el giro habían sido cargados unas semanas antes sin ningún tipo de control previo y resultaron ser erróneos. Ya nada pudo detener a un satélite que estaba del otro lado del planeta respecto a su centro de control (ubicado en Japón) y sin nadie que pudiera detener su destrucción en tiempo real.

La mayor pérdida, según Dan McCannon, un astrónomo de la universidad de Wisconsin, es el calorímetro de rayos X que servía para medir fotones de rayos X con extrema precisión. McCannon, que ayudó a diseñar el calorímetro (en el que trabajo durante tres décadas y que venía de dos experiencias fallidas), explicó que desarrollar uno nuevo costaría US$ 50 millones y su construcción demoraría entre tres y cinco años. Lo peor es que recién volverá al espacio en una misión de la Agencia Espacial Europea dentro de doce años, en 2028. “Perdimos nueva ciencia”, declaró consternado Makoto Tashiro, un especialista de la universidad japonesa Saitama. 

 

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