¿Plan para eliminar los billetes?

Antes de ir a trabajar busca el kiosco de revistas más cercano, toma el diario que lee habitualmente y le entrega su tarjeta de débito al dueño del puesto. Del otro lado del mostrador, el vendedor saca su celular, abre una aplicación, y conecta un dispositivo pequeño, similar a un posnet. Luego, pasa la tarjeta del cliente por la ranura del aparato, pone el precio del diario en la App, y marca en la pantalla el botón “cobrar”. En no más de 10 segundos el dinero se transfiere de una cuenta bancaria a la otra. En Suecia, cuatro de cada cinco pagos se realizan así: en ese país, los medios de pago electrónicos hicieron que el billete pierda su valor de uso y, año a año, esté desapareciendo de la economía. Este es el modelo que las autoridades monetarias locales fijaron como norte. Además de inflación, emisión y tasa de interés, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) y su equipo suelen mencionar otro ítem: el dinero electrónico.

En uno de sus discursos en el que marcó los lineamientos de su gestión, Federico Sturzenegger, presidente de la entidad, fue claro: “La agenda verdadera es que ayudemos a la bancarización, que es la formalización de la economía. En su versión ideal propendiendo a una economía sin circulante, un objetivo quizás lejano pero que no por ello deja de ser una meta clara”. La película que muestra cómo una economía puede lograr reducir al 20 por ciento los pagos en efectivo tuvo como escenario al país escandinavo. Allí, la desmonetización tuvo origen en el cambio de hábito de los mismos actores del mercado: los clientes exigían que los comercios acepten pagos electrónicos, y éstos se adaptaron. Con el impulso del banco central sueco, que fundó un marco legal y regulatorio para el nuevo sistema, la aceptación del dinero electrónico y, por ende, la bancarización, avanzaron en paralelo. Las personas abrieron cajas de ahorro y depositaron los billetes en sus cuentas, obligando a los bancos privados a trasladar este boom de efectivo en su poder al Banco Central.

La escena final es de película de ficción: al no haber demanda de billetes nuevos, el organismo monetario empezó a destruir, mes a mes, toneladas de papel moneda para aliviar los problemas logísticos y de almacenamiento del sistema bancario. En la Argentina, si bien las trasferencias bancarias vienen en alza, el efectivo sigue siendo el principal medio de pago. Los datos del BCRA muestran que en febrero, los billetes —o circulante— representaron el 72 por ciento del total del dinero que mueve la economía, también denominado como base monetaria. El restante 28 por ciento correspondió a dinero depositado en cuentas corrientes, plazos fijos o cajas de ahorro.

Federico Sturzenegger, presidente del Banco Central de la República Argentina

En ese mes, el circulante alcanzó un promedio de $ 603.000 millones, un 24 por ciento más del efectivo que se manejaba en el mismo mes del 2015. En cambio, en Suecia, el efectivo ocupa apenas el 2,7 por ciento de la base monetaria. En el contexto de una economía informal alta y una baja penetración bancaria, el primer paso que quiere dar el BCRA es instalarla aceptación de los medios de pago electrónicos, y su principal objetivo lo tiene fijado en un sector particular: el comercio minorista. En esta línea, un funcionario de alta jerarquía del BCRA explicó que “el comercio minorista es  la gran frontera entre el dinero en efectivo y el electrónico”. Y agregó: “Desde este punto de la cadena comercial hacia abajo, es donde se trasladan los pagos en efectivo. Por lo cual, si este punto de venta incorporase pagos electrónicos, entonces su proveedor va a tener que adaptarse y recibir dinero por la misma vía. A su vez, este comerciante le va a exigir al que le sigue en la cadena que acepte pagos sin efectivo”. El comercio minorista representa la gran masa de consumo y, por ende, para el BCRAes el jugador clave al cual apuntar si se quiere producir el cambio del sistema de pagos. Las primeras medidas ya se pusieron en marcha.El año pasado la entidad lanzó la Plataforma de Pagos Móviles (PPM), que permite a los clientes de los bancos hacer transferencias inmediatas a través del celular, tablet o computadora, con débito o crédito, sin costo. Las vías son tres: el POS Móvil, posnet que se conecta al celular en los puntos de venta y valida compras con tarjeta de débito; el Botón de Pago, para la compra de bienes y servicios a través de la web; y la Billetera Electrónica, para enviar dinero entre personas por medio de dispositivos móviles. Por otro lado, para fomentarla bancarización, el BCRA autorizó tres reformas en el sector financiero.

La primera fue la posibilidad de abrir una caja de ahorro de manera no presencial, y mostrando sólo el DNI, para nuevos clientes. A su vez, los menores de edad ahora pueden abrir también una cuenta bancaria. Por último, la entidad introdujo el Alias CBU, que facilita la denominación de la cuenta del cliente, y agiliza los cobros y pagos online. Los resultados hasta el momento fueron acorde al plan del equipo económico del BCRA. De acuerdo con los datos del último Informe sobre Bancos que elabora este organismo, en enero las transferencias inmediatas crecieron un 42,7 por ciento interanual en cantidad, y un 79,3 por ciento interanual en valores (34 por ciento sobre la inflación). Dicho estudio detecta que el Home Banking fue la vía más utilizada para los pagos, y explica dos terceras partes de la cantidad total de transacciones. A nivel macroeconómico, desde el BCRA argumentan que la inclusión financiera hará más fácil y más efectiva la tarea del Ministerio de Hacienda y Finanzas de hacer política fiscal. El aumento de la bancarización le brinda al gobierno mayor información sobre la situación de un comercio o una familia —ingresos o facturación mensual, por ejemplo—y esto permite a Hacienda cobrar impuestos diferenciados. En otras palabras, llevar adelante una recaudación progresiva. Por ejemplo, en el caso de los jubilados, es posible devolver lo que pagaron por el Impuesto al Valor Agregado (IVA), en tanto hayan realizado pagos electrónicos y las transacciones puedan ser rastreables.

PRIMERA BARRERA: EL HÁBITO

El primer economista en estudiar las razones por las cuales a lo largo de la historia las sociedades adoptaron en su cultura el uso de alguna forma de dinero fue Milton Friedman, el afamado economista de la Escuela de Chicago. En uno de sus estudios, el investigador concluyó que el uso del billete se basa únicamente en la confianza: por convención, todas las personas están de acuerdo en que el papel tiene el valor que indica su dorso, y que todos los actores económicos aceptarán este medio para hacer transacciones. Es así que, desde el peso argentino hasta el dólar, el único respaldo que tiene el billete es la firma del presidente del Banco Central. “Si una persona va al banco y le da al cajero US$ 10, éste le devolverá dos billetes de US$ 5”, ironizó en una ocasión Alan Greenspan, expresidente de la Fed, para dar cuenta de que el dinero es fiduciario. Para muchos especialistas la teoría de Friedman sigue vigente y generar confianza en las nuevas tecnologías de pago es el principal desafío del BCRA. Este elemento es tan importante que Stefan Ingves, presidente del Banco Central de Suecia, lo mencionó como eje central de la transformación hacia los pagos electrónicos en esa economía. “El Riksbank (Banco Central de Suecia) en sí no tomó ninguna medida específica para aumentar el uso de pagos no físicos: lo decidió el público”, afirmó Ingves, en un reportaje. Y explicó: “Los pagos no físicos requieren un intermediario que retenga las cuentas, información y sistemas de procesamiento al cual los beneficiarios confíen en su dinero. Confianza en los intermediarios y sistemas usados es algo crucial para que este tipo de pagos funcionen”. Lorenzo Preve, director del Centro de Investigación de Gestión de Riesgo e Incertidumbre del IAE Business School, asegura que el dinero físico forma parte de un sistema imperfecto e inseguro. “El billete que una persona tiene en el bolsillo es de su propiedad por el simple hecho de llevarlo consigo. Si se lo roban del bolsillo, el cambio de propietario es inmediato y no deja rastros”, argumenta el economista. Para solucionar el problema de los robos o transacciones involuntarias, Preve advierte que en los pagos electrónicos se podría implementar, en el mediano o largo plazo, un mecanismo conocido como blockchain. “Es un sistema que trackea la propiedad de la gente pero no está en un lugar físico: está desperdigado en la nube. Son un montón de guardianes que no se conocen entre ellos pero que tienen que validar cualquier transacción. Entonces si compras un bien, que esté registrado en el sistema, todos los guardianes autentifican la transacción, y cambia la titularidad de ese bien”, cuenta Preve.“Esto puede suceder con el dinero electrónico.”

EL DILEMA DE LA INFORMALIDAD

El 9 de noviembre del 2016, los indios se enteraron que los billetes de 500 y 1.000 rupias, los de mayor denominación, dejarían de tener valor en la mañana siguiente. “Estos billetes mañana sólo serán un trozo de papel”, anunció Narendra Modi, Primer Ministro de India, por cadena nacional. El objetivo de la medida drástica era combatir la corrupción, el terrorismo y la economía en negro. Las consecuencias eran previsibles en una economía en donde el 78 por ciento de las transacciones se hacen con efectivo: que, de un día para el otro,se haya aspirado el 86 por ciento del circulante, hizo colapsar el sistema que les daba a los clientes apenas 72 horas para canjear los billetes.

La medida tuvo un impacto letal en los sectores más vulnerables de la economía que se manejan con dinero en negro y que, lógicamente, no están bancarizados y no tienen acceso al canje. Esta porción de la economía se quedó sin dinero transaccional: el que se utiliza para comprar comida, agua, viajar y demás necesidades diarias. El caso de India es extremo pero muestra la problemática que surge cuando se elimina el billete en un país con un alto nivel de informalidad. Trazar la relación con la economía local es inevitable y, ante este panorama, Federico Weinschelbaum, economista especializado en informalidad y crimen de la Universidad de San Andrés, confirma la dificultad que tendrá el Gobierno para implementar los pagos electrónicos y aumentar la inclusión financiera. “Una economía muy informal precisa que las transacciones no dejen rastros, y para ello es clave el dinero físico. Es una forma de anonimato: una de las funciones que cumple el dinero tradicional y que será difícil de erradicar”, dice Weinschelbaum. Y añade: “La única forma es que garantices sistemas de pagos electrónicos que sean anónimos, pero van en contra de los principios del BCRA”.

Para el economista, en un mundo hipotético donde se hace una desmonetización brusca, el sector informal se podría adaptar y buscar una nueva unidad de intercambio. “Mientras exista dinero físico en otras partes del mundo, el mercado informal seguirá en pie y, en un caso extremo, podría imponerse un mecanismo de pago alternativo: dólares u oro, por ejemplo. En la crisis de 2001, cuando se implementó el Corralito y podías sacar del cajero sólo $ 500 por semana, las cooperativas entregaban vales”, cuenta. En la actualidad, las Pyme representan al 98 por ciento de las firmas de la industria local y son, según especialistas, las principales empleadoras del mercado informal. Por este motivo, el BCRA tiene en claro que este sector es uno de los puntos a atacar si se busca ampliarla bancarización. Al respecto, Marcos Cohen Arazi, economista de Ieral-Pyme, explica que “el nivel de bancarización resulta muy diferente según el tamaño de empresas: mientras más pequeña es la firma menor es la preponderancia del financiamiento bancario en las necesidades de corto plazo, lo cual sugiere menor uso del sistema bancario en general”. En este sentido, un estudio de Ieral-Pyme revela que “entre las microempresas, sólo un 15 por ciento tiene como principal medio de financiamiento de corto plazo a los bancos privados, mientras que en la gran empresa este porcentaje puede llegar a 35 por ciento”. Para el economista, las medidas tomadas por el BCRA para fomentar el uso de canales de ventas electrónicas son positivas, aunque impactan diferente según el tipo de empresa.

“Hay una diferenciación muy fuerte según el tamaño de la firma. Hoy, alrededor de 38 por ciento de las microempresas venden sus productos a través de Internet; al tiempo que en las Pyme ese guarismo llega a 50 por ciento, y resulta superior al 70 por ciento entre las grandes empresas”, resalta Cohen Arazi. A través de los datos, el economista concluye que los máximos esfuerzos para el fomento de la bancarización deben emplearse en las microempresas. En este aspecto, desde el BCRA afirman que la inclusión bancaria de las microempresas y comercios minoristas se llevará a cabo de forma gradual y basada en incentivos. “Hoy gran parte de los comercios enfrentan una alta carga impositiva y aranceles bastante altos por el uso de tarjeta. Entonces, la opción es bajar a cero la aceptación de dinero electrónico de débito, que es el POS, y que no tiene carga impositiva nacional”, aclaran fuentes de la entidad monetaria. Con menos impuestos, el BCRA apunta a que las Pyme acepten el mecanismo electrónico.

 

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