¿Qué tan probable es ganar un premio de lotería?

Uno de los sueños de muchas personas es tener más dinero, el suficiente para poner en marcha sus proyectos y asegurarse una tranquilidad financiera.

Uno de los sueños de muchas personas es tener más dinero, el suficiente para concederse aquellos bienes materiales más codiciados, poner en marcha sus proyectos y asegurarse una tranquilidad financiera. El dinero puede que no dé la felicidad, pero puede cubrir gastos universitarios, médicos y otro tipo de necesidades puntuales, marcando la diferencia entre una vida plena y una en la que falte algo. Cuanto más lo consideramos un sueño, más alejado de nuestro alcance lo vemos. Sin embargo, a menudo leemos noticias de personas corrientes que ganaron millones en la lotería. Realmente, a alguien le tiene que tocar, pero ¿cuán probable es obtener el Gran Premio?

Si la estadística puede decirnos algo sobre las probabilidades de conseguir un premio que dure el resto de nuestra existencia, será que los premios más cuantiosos son los más difíciles de conseguir, por norma general, mientras que cuando el importe es más discreto, las probabilidades son más accesibles. Las loterías estadounidenses por excelencia, MegaMillions y PowerBall, son verdaderamente complicadas, aunque quien lo consiga puede obtener un premio billonario. MegaMillions ofrece una probabilidad entre más de 300 millones de obtener el premio mayor, y la PowerBall le sigue de cerca con una entre casi 300 millones. Sin embargo, si nos conformásemos con premios menores, es cierto que no es tan difícil tener éxito: una entre 24 para MegaMillions y una entre 25 para PowerBall.

Argentina, si bien tiene ya acceso a estas loterías estadounidenses y a otras extranjeras gracias a las boleterías online, sigue siendo muy fiel a su Quini, que funciona de una parte igual y de otra cambia las reglas, pues en esta no se acumula bote si a la primera no sale un ganador. Esto significa que no se alcanzan los famosos premios billonarios de las loterías estadounidenses, sino que la recompensa si nuestra cifra es premiada será de entre 7 y 3500 veces lo apostado, lo cual ya sería un buen comienzo para cambiar nuestra situación financiera.

En cuanto a la lotería de Navidad, es una tradición que mueve a la mayoría de argentinos cada año aunque no sean jugadores recurrentes. Esta tiene unas bajas probabilidades de tocar, pero la ilusión en esa fecha del año es muy poderosa y nadie quiere ser quien se quede sin probar. El Gordo de Navidad de la Provincia de Buenos Aires ofrece un 10% de probabilidades de hacerse con un premio, aunque para el Gran Premio la probabilidad es una entre 100.000, lo mismo que en La Grande la la Ciudad. Muchas más probabilidades, de cualquier modo, que en las loterías estadounidenses.

La gran pregunta sería si hay alguna manera de poner a la estadística de nuestra parte. Lógicamente, si en vez de un boleto adquirimos 50, tendríamos más probabilidades de que uno de ellos fuese el premio mayor, aunque el azar implica que tal vez ese premio lo tenga una persona que está jugando por primera vez, que nunca en su vida había comprado un boleto, lo mismo que hay personas que han ganado varias veces. Tampoco confiar siempre en el mismo número hará que tarde o temprano resulte premiado porque tendrá las mismas probabilidades de salir que cualquier otro que ya haya salido. Mucha gente trata de apoyar sus teorías de éxito en estas fórmulas, pero la suerte escapa a todo control (excepto si comprásemos un boleto con cada número, en cuyo caso tendríamos el 100% de probabilidades de ser ganadores).

Como dato curioso, cabe resaltar que incluso las bolas grabarán su numeración en láser para que  todas tengan el mismo peso, ya que números como el 8 gastarían más tinta que el 1, por ejemplo, y el resultado sería un mayor peso de ciertas bolas, con lo que tendrían más probabilidades de colocarse debajo y salir antes. Todas estas cuestiones han sido contempladas para que la suerte no se pueda trucar. Sencillamente, tendremos tantas o tan pocas probabilidades como cualquier otro, lo que puede bien llenarnos de esperanza o hacernos desistir, y en ambos casos nuestra decisión tendría sentido.

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