¿Por qué terminamos distraídos con nuestros teléfonos?

¿Has tenido uno de esos días en que sencillamente no te puedes concentrar?

Un minuto estás completamente inmerso en una actividad, y al siguiente estás escribiendo a tus amigos en un grupo de chat o poniéndote al día en los últimos chismes de la farándula e incluso viendo videos virales de animales.

El resultado final es que no terminas haciendo lo que tenías que hacer y te sientes increíblemente frustrado.

Muchos expertos piensan que nuestro cerebro no está preparado para el rápido y creciente bombardeo de distracciones digitales, lo que nos deja con una sensación de lentitud y, en última instancia, menos productivos.

A lo que nos estamos enfrentando es a un problema del siglo XXI.

Hoy en día la tecnología domina toda nuestra vida que pasamos despiertos, y esto viene con un costo cognitivo.

Un estudio realizado en Canadá por Microsoft en 2015 reveló que en promedio, el intervalo de atención de los humanos bajó de 12 segundos a finales del siglo pasado, a ocho segundos con el nuevo milenio.

Esto es menos de lo que puede aguantar un pez dorado.

Expertos consideran que esto no se debe a que nos estemos haciendo menos inteligentes, sino que ahora desempeñamos múltiples tareas todo el tiempo.

El dilema de la multifuncionalidad

Personas trabajando

De hecho, hay quienes aseguran que la multifuncionalidad no existe.

Sencillamente cambiamos nuestra atención de una tarea a otra extremadamente rápido, algo que podría tener consecuencias serias en cómo funciona nuestro cerebro.

Cuando varías de una actividad a otra, tu cerebro utiliza glucosa oxigenada; y en la medida que esa fuente dese agota, te quedas con una sensación de somnolencia y desorientación.

Como resultado, se libera la hormona cortisol del estrés.

“Esta no es la mejor condición en la que puede estar uno a la hora de tomar decisiones”, señala Greg Foot, presentador de programas de ciencia de la BBC.

“Seguro que el consejo sería ser menos multifuncionales, ¿no? El problema es que ya estamos enganchados”.

Foot explica que nuestra corteza prefrontal tiene un sesgo por la novedad, nuestro cerebro siempre está a la caza de “lo nuevo”.

30 veces más que hace 30 años

“Esto significa que nuestra atención siempre está secuestrada por algo más; sencillamente no te puedes resistir a esa vibración que indica que tienes un nuevo mensaje de texto o al ‘pin’ de una actualización de Facebook”.

Y esta constante búsqueda de lo nuevo activa nuestro sistema de dopamina, que envía mensajes -con frecuencia conocidos como “sustancias químicas de recompensa”- a varias partes del cerebro.

Esto significa que nuestro cerebro recibe una recompensa cada vez que perdemos la concentración.

“Es hora de admitirlo, todos nos estamos haciendo adictos a nuestra tecnología”, confiesa Foot.

El neurocientífico y psicólogo cognitivo Daniel J. Levitin asegura que en promedio estamos consumiendo información que es el equivalente a 175 periódicos al día.

Esto es 30 veces el contenido que consumíamos hace 30 años.

Nuestro cerebro busca novedad, y con el gran despliegue de dispositivos a nuestra disposición, la tentación de ser multifuncionales es apabullante.

Si estás teniendo dificultades para concentrarte en tus tareas, quizás necesites poner en práctica algunas de las recomendaciones a continuación.

  • Apaga los dispositivos que no necesites: un estudio hecho por Microsoft demostró que cuando los trabajadores eran interrumpidos por dispositivos electrónicos, les llevaba unos 15 minutos volver a concentrarse en una tarea complicada.
  • Ponle combustible a tu cerebro: saltarte el desayuno significa que funcionas en adrenalina, lo que dificulta tu concentración. Las proteínas y carbohidratos estabilizan el azúcar en la sangre. Y tomar agua evita la deshidratación.
  • Ejercítate: un estudio en la universidad de Illinois, Estados Unidos, sugiere que el ejercicio aeróbico mejora a corto y largo plazo las regiones del cerebro relacionadas con la atención.
  • Duerme bien: a nivel celular, es mientras dormimos que el cuerpo se repara y restaura. Con menos de siete horas de sueño por la noche tu cerebro no recibe lo que necesita para funcionar.

 

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