Tecnología para potenciar al sector

Reunidos en el INTA Castelar, Ricardo Buryaile –ministro de Agroindustria de la Nación–, Amadeo Nicora y Héctor Espina –presidente y director nacional del INTA, respectivamente– inauguraron las instalaciones del nuevo Centro de Reproducción y Biotecnología Animal en el INTA Castelar. Allí, los investigadores del instituto y de la Universidad Maimónides trabajarán en proyectos conjuntos de clonación y transgénesis, basados en las medidas de bioseguridad requeridas por la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria –Conabia–. Además, firmaron el acta para la obra de IncuINTA, la plataforma técnico-organizativa creada por el instituto para el desarrollo de proyectos tecnológicos, y presentaron las nuevas dependencias del Centro de Investigación de Agroindustria (CIA).

En su discurso de inauguración, Ricardo Buryaile –ministro de Agroindustria de la Nación– aseguró estar “muy contento” con los logros y el trabajo realizado: “Para nosotros esto es fuente de investigación, es desarrollo tecnológico que nos va a permitir potenciar el sector agroalimentario”. Asimismo, se refirió a las inversiones realizadas en el desarrollo de estas obras: “En una primera etapa de 15 millones de pesos, luego otra realizada por el INTA y la Universidad con un desembolso de 7 millones de pesos. Finalmente, el otro laboratorio es una cifra mucho mayor que realizó el gobierno nacional”.

Por su parte, Nicora aseguró que se trata de “un día muy especial para el INTA Castelar, en particular, y para todo el INTA, en general” e indicó que “con el ministerio de Agroindustria, el de Producción, el de Ciencia y Técnica nos estamos planteando un sueño de larga aspiración la institución como que el INTA Castelar se transforme en un Polo de Innovación Agroindustrial, para lo cual, a más tardar, en marzo del año que viene tendremos el máster plan para saber cómo encarar este gran proyecto”.

Y complementó: “Finalmente, hemos decidido comenzar con la construcción de Incuinta, otro gran anhelo del INTA, como así también la creación de este centro para producir ovinos genéticamente modificados”, señaló, al tiempo que agregó: “Estos hitos posicionan a la ciencia argentina”.

Para el presidente del INTA, “la duplicación de forma exponencial del conocimiento hace que las instituciones de ciencia y técnica tomen conciencia de la importancia de la articulación interinstitucional e interdisciplinaria”.

A su turno, Héctor Espina –director nacional del INTA– agradeció el sacrificio y la colaboración de todos los que hicieron que este logro sea posible y especificó que “se trata de una obra de 14,4 millones de pesos que se inscribe en un plan de infraestructura”, además, destacó: “Lo más importante es el contenido que le vamos a dar, íntimamente relacionado con el desarrollo del país”.

Y agregó: “En este lugar emblemático, le estamos dando el realce a un centro como este que tiene que ver con la esencia de los nuevos mandatos institucionales. Es que, para generar innovación, es necesario el entrecruzamiento de instituciones, de productores y de científicos enmarcados en un contexto virtuoso”.

Asimismo, el director del INTA subrayó la importancia de contar con un espacio para el Polo Científico Tecnológico, tener un edifico para IncuINTA –la plataforma técnico-organizativa creada por el instituto para el desarrollo de proyectos tecnológicos–, como así también contar con instalaciones para la Universidad Maimónides.

Por su parte, Ariel Pereda, director del Instituto de Patobiología, explicó que el primer objetivo es “poner en práctica y mejorar las técnicas de desarrollo de Organismos Animales Genéticamente Modificados a través de diferentes herramientas de corte y analizar su viabilidad”,  en cuyo campo experimental se puso en valor la infraestructura que alberga al Centro de Reproducción y Biotecnología Animal.

Tanto la capacidad como la calidad constructiva de estas instalaciones –preparadas para trabajar con ovinos– hacen que sean únicas en América Latina. Permitirán generar nuevos conocimientos sobre reproducción para asistencia de animales genéticamente modificados, así como tecnologías recombinantes que faciliten la obtención de animales con capacidades diferenciadas y genéticamente modificados, ya sea mediante transgénesis o edición génica.

En esta línea, Sergio Ferraris, director del Centro de Investigación y Desarrollo de Modelos Integrales (CIDME) de la Universidad Maimónides, agradeció a todos los involucrados en el proyecto y reconoció que “en este camino no lo hicimos solos, estuvimos con el INTA, un organismo con excelente prestigio y a su vez muy dinámica que nos permitió esta integración.

Además, reconoció que un segundo objetivo es “lograr la producción de diferentes ovinos y bovinos genéticamente modificados con fines de mejora ganadera y producción de biomoléculas de interés farmacéutico e investigación biomédica”.

Para Ferraris, este proyecto le permite al país “abrir un espectro mayor de intervención en Salud y Producción Animal, desde animales que confieran una resistencia a ciertas enfermedades hasta una mejora en la conversión alimenticia, incluso para animales que puedan producir principios activos en sus subproductos como la leche”.

Del encuentro participaron María Beatriz “Pilu” Giraudo –coordinadora de Políticas Públicas para el Desarrollo Sustentable del ministerio de Agroindustria de la Nación–, Hugo Monté –vicepresidente del Intituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI)–, Mariano Bosh –vicepresidente del INTA–, Jorge Carillo –director del Centro de Investigación de Agroindustria (CIA) del INTA– y Elisa Carrillo –actual coordinadora del Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias (CNIA) del INTA–, entre otras autoridades nacional, provinciales e institucionales.

Infraestructura innovadora

Gracias a la inversión realizada, se renovaron los boxes de alojamiento de animales y los corrales y se acondicionaron las salas de transferencia embrionaria, un quirófano, un mini tambo y un espacio para acopio de material. Asimismo, se mejoraron una sala de necropsia que tiene un horno pirolítico, el laboratorio de Fisiología Animal y las oficinas para los investigadores.

Estas áreas cumplen las medidas de bioseguridad requeridas por la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria –Conabia–, y tienen la autorización de la Dirección de Biotecnología de Ministerio de Agroindustria para funcionar en la obtención de ejemplares por técnicas clonación y transgénesis.

De acuerdo con Pereda, la remodelación de la infraestructura para ovinos permite incrementar “la capacidad de alojamiento de animales en condiciones ideales de bienestar animal y para ensayos de clonación”. “Además, hace posible que otras unidades de INTA accedan a este tipo de infraestructura”, aseguró Pereda.

En tanto, las unidades para producción de bovinos serán habilitadas en 2018, también con fines de investigación dedicada a biotecnologías de reproducción y de mejoramiento pecuario.

En estas instalaciones, un equipo –conformado por ocho investigadores de la Universidad Maimónides, 15 del INTA y 27 becarios del Conicet y de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica– desarrollará estudios relacionados con manejo productivo y uso de herramientas innovadoras en diagnóstico y tratamiento para la formación de profesionales especializados en esta área.

De avanzada

El Centro de Reproducción y Biotecnología Animal cuenta con científicos que usan técnicas como CRISPR-Cas 9 –técnica de edición genómica– y de Talen –herramienta biotecnológica de edición génica–. Con diferencias en algunos aspectos, ambas permiten realizar cambios en el genoma; eliminar cierta información o incorporar información nueva al genoma.

Con los ovinos en los corrales, el trabajo que da comienzo a la actividad del centro contempla una serie de procedimientos que continúa con la superovulación de los donantes y la sincronización de las hembras receptoras. En el paso siguiente, donde se requieren técnicas específicas, los investigadores realizarán la inseminación artificial a las ovejas para recolectar los embriones.

Esos mismos embriones se microinyectan con las construcciones desarrolladas en cada caso por los especialistas, y se procede a transferirlos a las hembras receptoras. Una vez detectada la preñez, se espera hasta el nacimiento de la cría para realizar los estudios que permiten determinar si es OAGM.

De confirmarse esto último, se contiene al animal en un lugar exclusivo para tal fin y se informa a las autoridades. Posteriormente, se comienza con la obtención de los productos según corresponda al proyecto y, eventualmente, puede solicitarse la liberación de los animales o su disposición final.

El convenio “propicia la conformación de un grupo de investigación en reproducción animal donde se volcarán necesidades y hallazgos del Instituto de Patobiología en proyectos conjuntos”, señaló Pereda y agregó: “Para eso, se cuenta con un comité coordinador conformado por representantes de ambas instituciones”.

Invertir en ciencia

En este marco, también se inauguró el nuevo edificio para el Centro de Investigación de Agroindustria (CIA) que pertenece al Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias, ubicado en Castelar. La flamante obra cuenta con 524 m2 de superficie cubierta y tiene capacidad para el trabajo de 17 personas. Demandó una inversión de $14,4 M a través del crédito INTA-BID.

Asimismo, se anunció –a través la firma de un acta– la construcción del edifico INCUINTA, la plataforma técnico-organizativa creada por el instituto para el desarrollo de proyectos tecnológicos. La inversión ascenderá a los $ 75 M y apuntará a concentrar en un único edifico de 800 m2 cubiertos la planta productiva, el laboratorio de empresas de base tecnológica y las áreas administrativas.

La obra se realizará bajo las normas de Buenas Prácticas de Fabricación (GMP, según sus siglas en inglés) y de seguridad para la manipulación de moléculas con actividad biológica.

Su construcción también contempla las disposiciones del Senasa y las recomendaciones de organismos internacionales como el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos (NIH-CDC, según sus siglas en inglés), normas IRAM 21031, 80059, USDA e ISO 14644-1 para calidad de aire.

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