La energía tiene un importante efecto en la productividad

En un mundo con 7 mil millones de habitantes, la energía resulta fundamental para el desarrollo sostenible y, según la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO, por sus siglas en inglés), está estrechamente vinculada a la seguridad alimentaria y a la erradicación de la pobreza. Por esto, el INTA acompaña a los productores y las comunidades que no tienen acceso a las redes convencionales de energía.

En este contexto, la Asamblea General de la ONU declaró al periodo 2014-2024 como la “Década de la Energía Sostenible para Todos” (SE4ALL, por sus siglas en inglés). Esta iniciativa plantea tres grandes desafíos relacionados con el acceso universal, la mejora de la eficiencia energética y el crecimiento de la cuota de las energías renovables en la matriz energética mundial.

En este sentido, Ban Ki-moon –secretario general de la ONU– destacó que este período representa “una valiosa oportunidad para profundizar la toma de conciencia sobre la importancia de extender el acceso sostenible a la energía”.

Las energías renovables o verdes, además de ser limpias, constituyen actualmente el 15 por ciento de la matriz energética mundial. Un informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) estima que para 2050 las energías renovables podrían cubrir el 80 % de la demanda energética mundial.

Para Jorge Meza –oficial Forestal Principal de la Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe (FAO RLC)– “la discusión no está en el rol que tienen las energías renovables, sino en la manera en la cual se puede acelerar el acceso a este tipo de energía, debido a que alrededor del 40 % de la población mundial, la mayoría en el medio rural, depende de la madera, el carbón o los desechos animales para cocinar sus alimentos”.

De acuerdo con Meza, todos los países deberían considerar como meta de desarrollo, para el largo plazo, que el 100 % de la demanda de energía sea solventada por fuentes renovables. “La Argentina, mediante la implementación del programa Probiomasa en cooperación con la FAO, promueve el uso de biocombustibles provenientes de desechos agropecuarios y de plantaciones forestales energéticas”, expresó el representante de la FAO.

El acceso a la energía en las zonas rurales es fundamental para impulsar el desarrollo agrícola. En este sentido, Meza aseguró que “las fuentes alternativas representan una oportunidad para que las comunidades puedan mejorar la productividad agrícola y para la generación de ingresos”.

Por esto, los agricultores familiares deberían tener un acceso garantizado a la energía. “En lugares con infraestructura energética deficitaria, hay dos opciones”, señaló Meza quien explicó: “La primera es ampliar los sistemas de energía renovables descentralizados en pequeña escala para grupos de productores en zonas determinadas y la segunda opción es implementar unidades individuales de producción energética renovable a escala familiar”.

En este sentido, Miguel Ángel Condori –director del Instituto de Investigaciones en Energía No Convencional (INENCo) del Conicet– expresó que “las energías renovables son apropiadas para las comunidades rurales justamente porque permiten el acceso, a los sectores aislados o dispersos, a las redes de provisión de energía convencional”.

El INENCo trabaja desde hace más de 30 años en el aprovechamiento de las energías renovables, la medición y el desarrollo de herramientas para su evaluación y diseño. “Es todo un desafío trabajar con fuentes de energías alternativas”, aseguró Condori quien añadió: “Por esto, apuntamos a la investigación de proyectos relacionados al medio ambiente, el ahorro energético y la política energética, como por ejemplo el desarrollo de sistemas de secado solar con capacidad industrial, sistemas de curado de tabaco con equipos híbridos sol-gas, producción de vapor y energía eléctrica solar térmica para aplicaciones mineras y estudios de envolventes edilicias para maximizar el ahorro energético, entre otros”.

Transformar para mejorar calidad de vida

“Los productores necesitan energía para producir y para satisfacer las necesidades domésticas”, señaló Marcos Hall –director del Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar (IPAF) región Pampeana–.

Son muchos los productores y las comunidades que no tienen acceso a las redes convencionales de energía, situación que se agrava en zonas de baja densidad poblacional donde es muy costoso extender redes convencionales. “Disponer de equipos que funcionen con energía renovable significaría un gran paso para mejorar la calidad de vida, la salud y la seguridad alimentaria de los agricultores”, expresó Hall.

“En este sentido –aseguró Hall– el Instituto, en el marco de las políticas de Estado, juega un rol estratégico en la investigación, desarrollo y difusión de tecnologías en energías renovables para la agricultura familiar”.

La quema de madera para calefacción y para cocinar es la mayor fuente única de energía en los países en desarrollo. “Pero en situaciones donde no hay conexión a la red, ésta y otras energías renovables se convierten en una ayuda significativa para el desarrollo”, aseguró Hall.

La Asociación de Pequeños Productores del Noroeste Cordobés (Apenoc) reúne a 950 productores caprinos que se dedican, principalmente, a la producción de leche y a la venta de cabritos.

“El Norte de Córdoba se caracteriza por condiciones climáticas extremas, escasez de agua dulce, suelo salitroso, y además, hay que agregarle la falta de infraestructura para el tendido eléctrico y el  acceso a fuentes de energía tradicionales”, detalló el director del IPAF Pampeano. En este contexto, y con el asesoramiento del INTA, los agricultores cordobeses se capacitaron en la construcción y colocación de termotanques y cocinas solares. Lo que significó que puedan asegurar la calidad de sus productos. (INTA)

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