Enfermedades en cereales

Particularmente el cultivo de trigo, pero también el de cebada,  requieren un manejo tecnológico importante, pero que a su vez sea eficaz y eficiente. O sea que las acciones que se definan deben llevarse a cabo con la máxima eficiencia y el menor costo posible, lo que no significa que el tratamiento sea el más barato, sino el que perdure el mayor tiempo posible y potencie el rendimiento.

La generación del rinde en trigo y, fundamentalmente, en cebada se explica a partir del mantenimiento de un área foliar lo más limpia posible, entre otras cosas, libre de enfermedades que limiten la relación fuente/ destino. En cebada, la definición del potencia de rendimiento ocurre cuando el cultivo elongó el primer nudo, mientras que en trigo ocurre a partir de Hoja Bandera menos dos, por lo que el manejo de enfermedades y momentos de aplicación son diferentes en ambos cultivos, pero los dos tienen en común que deben ser tratados apuntando a lograr el mayor curado posible junto con la mayor residualidad lograble. Y ésta depende de la eficiencia en sí misma del producto y de la cantidad de inóculo que queda en el cultivo sin ser controlado.

Este último punto depende de las condiciones de aplicación y de variar el modo de acción de los fungicidas normalmente utilizados agregando a la mezcla aquellos que trabajan por contacto como el Clorothalonil.

El agregado de este tipo de producto significa que para el control de enfermedades como Mancha Amarilla, Royas, Mancha en Red y Mancha Borrosa estamos incorporando un tercer modo de acción, donde afectamos la respiración a nivel de mitocondrias a partir de la estrobirulina, la síntesis de ergosterol con el triazol y la inhibición de la producción energética, a partir del Clorothalonil.

Esta estrategia permite  bajar el nivel de inóculo vivo presente en el cultivo después de la aplicación y por lo tanto ampliar el período de residualidad del tratamiento.

Comentarios