El 33% del biodiesel se destinará al mercado interno

Ante el anuncio de elevar hasta el 10% el uso de biocombustibles en la mezcla con el gasoil, el INTA analiza el nuevo escenario y las perspectivas que se presentan para la producción nacional y la rentabilidad de la cadena. La soja producida de manera sustentable en la Argentina, representa una oportunidad no sólo por los precios sino porque el uso de biodiesel reduce las emisiones de carbono.

La utilización de biocombustibles en el gasoil aumentará del actual ocho por ciento obligatorio al nueve en enero y al diez en febrero próximo. Basado en derivados de materias primas de origen agropecuario, la capacidad productiva agroindustrial de biodiesel argentino está entre las primeras del mundo, con una capacidad instalada de producción de 4 millones de toneladas al año. Con estas medidas, el 33% se destinará al mercado interno.

Para Mario Bragachini, especialista del INTA Manfredi –Córdoba–, la industria de bioenergía más desarrollada en la Argentina es la del biodiesel en base a aceite de soja. “En 2011, el 34% de la producción local de aceite de soja se destinó a biodiesel. Por lo que, quedó un saldo de aceite del 66%, que representaron unas 4,7 millones de toneladas”.

Si se considera la producción total de grano de soja en la Argentina, el biodiesel representó el 24%. La diferencia entre la producción efectiva y potencial de aceite está dado por la exportación de grano no procesado –cerca del 15%– y por el consumo interno del grano de soja procesado en las plantas de prensado-extrusado que extraen menos aceite al poroto de soja.

La medida fue anunciada por los ministros de Planificación, Julio De Vido, y de Economía, Axel Kicillof, acompañados por Débora Giorgi y Carlos Casamiquela, titulares de las carteras de Industria y Agricultura, respectivamente.

El Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial 2020 estima que el crecimiento en la producción de granos, sumado al incremento del valor de las exportaciones, será fundamentalmente provocado por la transformación agroindustrial y agroalimentaria de los granos y forrajes en origen. En esta línea, el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios de la Nación, asegura que estos temas forman parte de la agenda diaria y planifican para el corto plazo las inversiones público/privadas que se requieren para el desarrollo estructural de un país industrial y agroalimentario.

Un futuro promisorio

“Existe un gran potencial de incremento en la producción nacional de biodiesel, dado por la transformación del grano que hoy se exporta sin valor agregado y del aceite de soja que hoy se comercializa como crudo”, señaló Bragachini.

El efecto positivo de la medida no queda limitado a los 35 productores de biodiesel, de los cuales 12 son emprendimientos de pequeñas y medianas empresas. Los beneficios alcanzarán, también, a los agricultores que  producen soja, expresó el técnico del INTA, debido a que estas medidas pueden significar un mayor valor relativo del grano en el mercado interno. Del mismo modo, implicarían ahorros de divisas para el país, por menor importación de combustibles y, además, una reducción de las emisiones de gases efecto invernadero.

Desde el origen

Con cada grano que se exporta con bajo valor agregado se van litros de agua dulce, nutrientes del suelo y muchas posibilidades de trabajo genuino en origen.

Por esto, “el valor agregado en origen implica entre otras cosas, disponibilidad de energía –gas, electricidad, combustible– que en muchos casos podrá ser producida en el lugar”, aseguró Bragachini y agregó: “La biomasa sin dudas es una alternativa, que con la tecnología actual y el valor del petróleo, hace posible, rentable y estratégica la elaboración de bioenergía en origen”.

De esta manera, se garantiza la equidad distributiva, el mejoramiento de la renta y la generación de salida laboral estratégica. Además, a partir de los subproductos se genera una actividad industrial que deriva, entre otras cosas, en la utilización para la alimentación animal o humana, ya que se pueden generar unos 60 productos entre alimenticios e industriales a partir del grano de soja.

En esta línea, el desarrollo no se limita al biodiesel de soja sino tambien al bioetanol de maíz, sorgo y caña de azúcar, como también al biogas de biomasa vegetal y efluentes de actividad pecuaria, al igual que otros residuos orgánicos de diferentes procesos.

De acuerdo con Bragachini, “en un futuro cercano se podrá incrementar la producción de bioenergía a partir de biodiesel utilizado como combustible para alimentar centrales termoeléctricas”.

Los biocombustibles, junto a otras energías renovables, cubrirán la etapa de transición entre los de origen fósil (petróleo) hacia otras fuentes de energía más amigables con el ambiente. Si bien este período puede durar entre 40 y 50 años, la Argentina tiene la oportunidad de invertir en energías renovables ya que es un país excedentario en biomasa, con zonas aptas para aprovechar la energía eólica e hidráulica. Según Bragachini, el productor agropecuario en los próximos años “debe estar atento y abierto al asociativismo para que estas oportunidades de negocios sustentables puedan transformarse en realidad en origen”.

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