Snap se vende

Snap, la empresa matriz de la red de mensajería social Snapchat, ha presentado la documentación necesaria para realizar su oferta pública inicial (OPI).  Se cree que la empresa, cofundada por Evan Spiegel, que fue uno de nuestros 35 Innovadores menores de 35 el año pasado, quiere casi 2.800 millones de euros sobre una valoración de cerca de 24.000 millones de euros. Se espera que lance su OPI en marzo. Si todo sale acorde al plan, será la OPI tecnológica más grande desde Alibaba en septiembre de 2014. 

El producto insignia de la empresa, Snapchat, está muy arraigado al presente: se capta un momento, se comparte y se ve como desaparece. Su diseño nació como herramienta de comunicación entre dos usuarios para enviar fotos, y después la empresa añadió el vídeo. Entonces la app permitió a la gente compartir historias con grupos más amplios, y abrió la puerta para que las marcas hicieran sus propias publicaciones. Gran parte de estos contenidos se adornan con lo que Snap denomina lentes, y que en realidad son filtros, la mayoría de los cuales son empalagosos o divertidos.

El enfoque juguetón y efímero de la app ha funcionado muy bien hasta ahora: tiene más de 158 millones de usuarios activos. 

Pero la documentación para la OPI de Snap revela que, a pesar de generar casi 380 millones de euros en ingresos en 2016, en total perdió 480 millones de euros aproximadamente. La empresa ha empezado a generar ingresos al insertar anuncios en las actualizaciones y al pedir a las marcas que patrocinen las lentes de los usuarios. Pero también ha estado realizando un fuerte gasto. Tal vez el más importante proceda de que la app no dispone de servidores propios, ya que controla sus operaciones desde la plataforma en la nube Cloud Platform de Google. Y un acuerdo firmado el mes pasado le compromete a pagar casi 380 millones de euros anuales por ese privilegio durante los próximos cinco años. 

Así que la oferta que Snap lanzará a los inversores no se basa en beneficios directos. En lugar de eso, ofrece un pedazo de algo mucho menos tangible: su visión. Snap no se ve como una empresa de redes sociales ni un servicio de mensajería. Preferiría que la viéramos como una empresa de cámaras con el objetivo principal de, como dice la empresa, “reinventar la cámara” para ayudar a la gente a “expresarse, vivir el momento, aprender sobre el mundo y divertirse juntos”.

Pero también está dando un gran impulso a nuesvas tecnologías e ideas. Mientras que los mensajes que se desvanecen son su principal sustento, sueña con ideas nuevas para adquirir y entregar contenidos fugaces. Por eso, comercializa sus propias gafas inteligentes para captar vídeos en primera persona, está trabajando para integrar la realidad aumentada en su app y está desarrollando extrañas y maravillosas nuevas formas de lograr que su experiencia resulte adictiva (o sea, para vender más publicidad). 

Está claro que Snap está rebosante de ideas, aunque no tanto de beneficios. Así que la pregunta clave es: ¿los inversores se decantarán por su visión o les preocupará que sus futuros éxitos sean igual de efímeros que los contenidos que los sustentan? Parece que conoceremos la respuesta este año.

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