Últimas imágenes del naufragio

Tras el paupérrimo debate presidencial, pésimamente preparado y con precaria estrategia discursiva, Milei sigue siendo la opción menos mala

Por Ernesto Edwards / Filósofo y periodista / @FILOROCKER             13/11/2023

La última hora del domingo previo a la segunda vuelta de este 19 de noviembre que se avecina nos lleva a pensar qué pasaría si gana Sergio Massa, si se impusieran quienes devastaron el país en apenas cuatro años, los de Alberto Fernández, sin olvidarnos de la docena de temporadas seguidas que padeció el país con el matrimonio Kirchner.

Es que sufragar por Javier Milei o por Massa es la clara diferencia entre elegir una posible catástrofe o votar por el Apocalipsis. Entre un proceso destructivo que si se descontrola podría ser terminal, y la inevitable y fatal destrucción total y definitiva del país. Esas son las dos puntas de una complicada elección que asoma a menos de una semana.

Aunque la imagen que dejó en el último debate presidencial, y el desaliento que buscan instalar, Javier Milei puede ganar. No nos olvidemos de que hoy por hoy es una elección con final abierto, de cara a la cual se intenta fomentar el desánimo y la inasistencia. También algunos filtraban la supuesta info de que Milei encabeza las encuestas, falseadas por cierto. Es que el feriado nunca modificado del lunes 20 invita a unos cuantos a viajar, a confiarse y no votar, y a desentenderse de todo.

Recordemos también que el sector de Milei, sin la cantidad necesaria de fiscales, puede ser un camino seguro a la derrota. Lo mismo embaucar incautos con la postura de que la superioridad moral a nivel electoral se demuestra votando en blanco. Lo cual, queda claro, junto al voto nulo, la “neutralidad” es funcional a Massa.

Es obvio que el oficialismo cuenta con un electorado poco exigente, clientelizado y sometido a la miseria de la misma manera que como se insensibiliza a las ranas calentándoles de a poco el agua de la olla. O ya están convencidos, o definitivamente entregados. Sin contar a aquellos que se compraron el buzón kirchnerista de los DDHH. O aceptaron sin pensarlo como excusas válidas para justificar el desastre, que la sequía, que la pandemia, que la guerra de Ucrania. Y con una campaña del miedo que fue efectista y bien diseñada.

Sin embargo, la gente votará por el enojo. Además de por el miedo, que oculta y niega porque les da vergüenza. Y es verdad que una tercera parte del electorado tiene como opciones a dos candidatos que no deseaba votar. Y que en cierto sector puede tener alguna mínima influencia que la corporación universitaria y también la “artística” se hayan expresado a favor del oficialismo, con la cantinela de que votar a Milei sería arriesgarse a la pérdida de derechos básicos y esenciales. Sí, la campaña del miedo.

Mientras tanto, tenemos un gobierno tapado por la corrupción y por números desastrosos, y más preocupado por espiar ciudadanos que por bajar la inflación y el desempleo. Con un gobernador como Ricardo Quintela (La Rioja) que quiere bloquear a los canales de noticias no oficialistas, porque serían los creadores de la sensación de inseguridad con su supuesta información negativa, “intoxicando el alma de la gente”.

Porque también todo cambió para el kirchnerismo. Cuando se bajó la edad de votación se hizo en la seguridad de que esos adolescentes adoctrinados o sometidos al rigor de los planes los iban a votar. Hoy les cuesta entender que el voto adolescente sea por un cambio. Para los K antes se trataba de una juventud que sí valía la pena. Hoy les parecen chicos desorientados, superficiales y tontos.

Va otra vez: la estrategia electoral de inflar las encuestas en favor del adversario con la finalidad de movilizar la propia tropa y sus votantes naturales, y hacer que el rival se confíe y afloje les da una discutible y engañosa probabilidad de un resultado exitoso. Por ello también la necesidad de mostrar a Milei como un eventual pelele de Mauricio Macri, a la manera del títere que fue Alberto Fernández todo el tiempo que quiso la Jefa.

De ganar, Massa sería la suma de todos los poderes, incluido el Concejo de la Magistratura y lo que ello implicaría. En cambio de imponerse Milei no contaría con casi nada a nivel legislativo. Con minoría en el Congreso, y la posibilidad de ser removido por juicio político si se desmadra. No menos cierto es que necesita de una estructura política de la que carece, desprovisto como está de cuadros en condiciones de asumir exitosamente ministerios y secretarías. Lo es también que los horrores que se le atribuían se diluyeron, a pesar de la insistencia de la usina de fake news: venta de órganos improbable, dolarización inviable, delirante portación de armas, y un tráfico legal de bebés que nunca fueron una opción.

Luego de votar, con el resultado en la mano, de imponerse Javier Milei, será momento de pensar en lo que seguramente sería una transición complicada y caótica. Con un kirchnerismo resentido que no aceptaría el resultado, y con toda la corpo sindical aportando para el peor nivel de gobernabilidad.

Unos pocos apuntes. ¿Qué tanto hablan de defender la democracia, si durante más de un año tenemos con Sergio Massa un presidente de hecho, que se ocupó permanentemente de fomentar e incrementar el odio al que le va mejor.

A Luis Brandoni, Milei le da un asco espantoso, dijo. Y las “nenas” de Sandro prefieren a Massa, lo que suena lógico. Aunque ya salió Calamaro a copar la parada opositora, esa que enarbola como estandartes a Lali Espósito y demás “figuras”. Es decir, una “batalla cultural” de lo más decadente y patética. Y ahora además con el resucitado radicalismo, una devaluada expresión socialdemócrata, apostando a crecer y ser alternativa, desde una eventual oposición a Massa, para las generales del 2027. Que como ha quedado dicho era algo surrealista pensarlo antes del 22/10.

Atención, también, con la carga de datos en el Centro de Cómputos y los “micro fraudes”.  Y con la Cámara Electoral likeando redes sociales oficialistas y posteos en favor de Massa.

Pensar qué hubiera sido del balotaje con otros participantes diferentes es un contrafáctico innecesario, absurdo e indemostrable. Y, no nos cansemos nunca de recordarlo, Massa representa a un gobierno que se cargó en la pandemia a 130 mil muertos.

En 1989 Eliseo Subiela escribe y dirige el drama fílmico “Últimas imágenes del naufragio”, que sería estrenada un año después, para narrar la historia de un veterano vendedor de seguros que siempre fantaseó con escribir una novela que lo saque del anonimato. Hasta que conocerá a una chica con inclinaciones suicidas que le hará repensar prioridades y objetivos, convirtiéndola en su musa inspiradora. El filme fue toda una metáfora de la debacle social argentina tras la hiperinflación alfonsinista. Y tuvo un final que podríamos interpretar como esperanzador.

El país hoy parece estar viendo nuestras últimas imágenes antes de un naufragio anunciado. Y sin grandes esperanzas a la vista, se imponga quien se imponga esta segunda vuelta.

Si gana Milei, menudo despelote será el país si no consigue ordenarse rápido a partir de elegir un buen gabinete y de tomar prestamente las medidas necesarias, mientras se controla a una oposición que ocupará gran parte de su tiempo en desestabilizarlo.

Pero si este domingo gana Massa, chau país. Y que Dios lo ayude.

Este 19 de noviembre se elegirá por una catástrofe quizás controlable, o por el Apocalipsis oficialista.

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