Emprendimiento: suman valor agregado a la carne de cordero

Desde San José, en la provincia de Misiones, el productor Gabriel Montiel está en constante innovación tanto para mejorar la calidad de su producción ovina como para elaborar los platos que ofrece en su propio restaurante de campo.

Muy cerca del límite con la provincia de Corrientes se encuentra la localidad de San José, bien al sur de la provincia de Misiones. En el pueblo, de unos 10 mil habitantes, se destaca el desarrollo de la ganadería ovina del que Gabriel Montiel es uno de sus protagonistas con su emprendimiento La Armonía.

Sin ser “del palo”, como él mismo dice, hace dieciséis años comenzó a investigar cómo era la cría de ovejas para generar una actividad dentro de unas pocas hectáreas de campo que había comprado para hacer una casa quinta donde disfrutar las hermosas vistas del paisaje durante los fines de semana. “Si bien nací en el campo, cuando me casé me desvinculé de la actividad ganadera y nunca más pisé un campo hasta ahora. Tengo una empresa de seguridad. Pero a los 50 años volví a mis orígenes, aquello que había dejado a los 28”, cuenta.

Inquieto por naturaleza, Gabriel creó la cabaña con la idea, en un primer momento, de generar alto valor agregado y trabajar en desarrollo genético. “Nos dimos cuenta que éste no era el mercado, no había compradores, nos miraban como a un bicho raro”, recuerda. Sin bajar los brazos, apostó a la producción de carne y a la venta de corderos, “pero veíamos que solo era para fechas especiales como Navidad o Fin de Año”, dice. Sabiendo que ese tampoco era el camino, siguió buscando alternativas que le permitieran “poner en valor” lo que hacía. “No quisimos incorporarnos a la cultura de lo existente ni quedarnos en la chatura”, afirma.

Finalmente, Montiel encontró el sentido de su propuesta diez años después, cuando en 2017 inauguró el primer restaurante exclusivamente de carne de cordero en el mismo predio donde cría a sus ovejas. De esta forma, logró una integración directa del campo al plato.

Aprendizaje continuo

El suelo, el clima, los ciclos biológicos, todo era nuevo para este productor para quien no existe la estructura. “Si se come la carne de vaca de una forma, pensaba por qué no se podría comer también así la carne de cordero”, decía y reconoce que, como novato en el tema, “tuve que aprender y sigo aprendiendo todos los días”.

Debido a las altas temperaturas que hace en Misiones, en el proceso de aclimatación algunos de los carneros que se traían de Entre Ríos y Santa Fe se morían y la preñez apenas llegaba al 50%. “Con la ayuda de un especialista en ovino, fuimos aprendiendo a trabajar con nuestro clima y lo logramos a través del manejo y la tecnología”, explica. Si bien el ovino tiene su ciclo, rompieron el modelo cultural haciendo que deje de ser estacional y se extienda desde la primavera hasta julio. Así comienzan cada año en el mes de septiembre, se sincronizan las hembras colocándoles dispositivos y se realiza la inseminación a semen fresco, y luego se incorporan los carneros. De esta  forma logran cinco servicios al año y un porcentaje de preñez del 98. Trabajando de esta forma, se logra que un porcentaje de madres den dos crías al año (un cordero y una  cría).

En sus primeros tiempos la cabaña inició con 20 ovejas de la raza Hampshire. Hoy tienen 1200 y trabajan con la cruza Hampshire y Dorper, que permiten mantener la calidad de carne ganando en rusticidad de los animales para que toleren mejor los climas misioneros. “Venimos trabajando fuertemente en ir logrando cada vez más eficiencia en la producción primaria y en la incorporación de genética para desarrollar cada vez mejor carne”, comparte Montiel. Actualmente el campo, que se extendió a 350 hectáreas, se encuentra separado en dos partes: cría y recría.

Enfrentando la sequía

Si bien el comportamiento del ovino es más exitoso en la seca que el de la vaca, debido a su rusticidad y capacidad de adaptarse a ese clima, después de pasar los dos primeros años de sequía extrema, decidieron instalar un sistema de hidroponia. “Es un sistema primario, con estructura de madera de eucalipto, aspersores para que el agua riegue de manera automática, la cobertura que se utiliza es plástico y con media sombra se regula la temperatura”, explica su dueño y a medida que se fue adquiriendo experiencia, asegura que la hidroponía “no se va aunque llueva porque nos ayuda a ser más eficientes”. De esta forma se ha logrado poner 8 kilos de granos por metro cuadrado y a los 13 días se recogen 35 kilos de hidroponía; en invierno la diferencia es que la cosecha se realiza a los 18 días. Con este sistema lograron una reducción en costos de suplementación del 50%.

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