Tras invertir $ 300 millones, inauguró su nuevo edificio

Un gigante naranja se asoma en la ciudad de Córdoba. Y no es ningún personaje de una serie de superheroes, claro. Es el nuevo edificio de Tarjeta Naranja, una torre de 13 pisos, 60 metros de altura y 14.500 m2 que fue inaugurada oficialmente ayer por el fundador y presidente de la firma, David Ruda. “Es mucho más que la ilusión de la casa propia. Es el sueño de todos de los que formamos esta empresa. Costó, pero al fin llegó”, resumió Ruda. La obra comenzó en 2011 y significó una inversión de $ 300 millones.

La flamante “Casa Naranja” está situada frente al Río Suquía, en la calle La Tablada, a metros del centro de la ciudad y en una zona que, postergada durante muchos años, hoy goza de un amplio crecimiento y una transformación arquitectónica. En el nuevo edificio ya trabajan más de 700 “colaboradores”, como llaman a los empleados en la compañía. Cuenta con sectores al acceso público, como una plaza de 1500 m2, un museo y un auditorio para 130 personas. La nueva sede central se integra internamente con otros edificios de la empresa: “La Fábrica”, en la calle Sucre, y las oficinas de la “ex Feigin” sobre las calles Humberto Primo y Jujuy. Así el complejo abarca 25.000 m2 y alberga, en total, a 1400 empleados.

Uno de los principales atributos del edificio es el color, logrado a través una piel de más de 1900 lamas naranjas fijas (importadas desde China) que envuelven la fachada. También cuenta con servicios de uso común, como un comedor de tres plantas, vestuarios con ducha, vestidores y lockers, asadores y un quincho para reuniones informales en la terraza.

Ruda y la actualidad

A pesar de que en Tarjeta Naranja, que proximamente cumple 30 años, todo aparenta encarrilarse por el buen camino, el presidente y fundador de la empresa no ocultó su preocupación por la actualidad de la economía nacional. “Más que pensar, siento que tenemos que entrar en un periodo nuevo. Estamos estancados como país desde hace muchos años”, disparó Ruda, de 78 años. Sobre la inflación y la posibilidad de que esta juegue a favor del consumo, el empresario fue contundente: “Es un aliado peligroso. Impide que se consiga crédito externo. Hay bancos que consiguen dinero al 27,5%. ¿Si yo consigo plata a ese interés, a cuanto se la tengo que prestar al cliente? Eso es de locos”.

Con precios inflados, como Ruda remarcó, aún el sistema resiste. “Todavía cierra. Las ventas vienen bien; la gente tiene necesidad de cosas buenas y las va comprando, amparados en las cuotas, que funcionan en la cabeza del consumidor. Hoy, dentro de cuatro, ocho o diez meses, lo que termine pagando, le suena que va a ser muy chico”, resaltó. Y acotó: “La gente de nivel medio tiene necesidades y la única forma que tiene de cubrirlas es con crédito. Sabe todo el mundo que es crédito caro, pero es la posibilidad que tienen”.

Respecto al futuro, los cañones de Tarjeta Naranja tienen un principal destino: Buenos Aires. “Hay muchas cosas que no hemos podido concretar, básicamente la expansión en sucursales. La meta es seguir creciendo en todo el país; principalmente hay que encarar el tema Buenos Aires, donde aún nos conocen poco, pero mientras no podamos conseguir dinero a tasas razonables para invertir, no podremos crecer y generar mas clientes. Eso nos frena y es lo que definitivamente necesitamos. Es una enorme oportunidad que está durmiendo”, concluyó Ruda, profesor de educación física y que comenzó por este camino en 1969, cuando fundó una casa de deportes llamada Salto 69 junto Gerardo Asrin. Gracias a la implementación cuentas corrientes surgió la idea de financiar a clientes, luego a otros comercios, y años más tarde todo terminó en Tarjeta Naranja: la principal emisora de tarjeta de créditos del país. Cuenta con 7,8 millones de tarjetas activas en el mercado, 217 sucursales, 250.000 “comercios amigos”, emplea a 3700 personas y en 2014 tuvo $ 620 millones netos de ganancia.

 

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