Un año con indicadores negativos

La actividad porcina, que comenzó su despegue en 2007 y tuvo una década de expansión, hoy transita una meseta.

La cadena de la carne porcina mostró casi en espejo el mismo deterioro de la economía argentina en los últimos años. La producción se contrajo, las importaciones bajaron por el escaso nivel de demanda, las exportaciones no crecieron y el consumo se deterioró.

“La producción lograda en octubre se ubicó 4,4% por debajo de la del mismo mes del año anterior y en el mes de agosto último el ajuste interanual había sido ya de un 6%, con lo cual, hay que retroceder hasta el 2010/2011 para encontrar valores negativos similares”, indicó un informe elaborado por los especialistas Juan Manuel Garzón y Valentina Rossetti, del Instituto de Estudios de la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral) Fundación Mediterránea.

El relevamiento analizó dos temas vinculados a la coyuntura de la cadena de la carne de cerdo. El primero es lo que está sucediendo con las principales variables que hacen al mercado, faena, producción, exportaciones, importaciones y consumo interno; y el segundo, pone foco en los resultados económicos que están arrojando actualmente granjas de referencia de producción intensiva de cerdos que monitorea Ieral.

En el mes de octubre de este año se faenaron en esta cadena 575 mil animales, lo que se tradujo en 52.800 toneladas de carne de cerdo. “Tanto lo sucedido en octubre como en los dos meses previos revelan que la cadena se encuentra con dificultades para mantener la oferta en crecimiento”, indicó el informe.

Con esos números al cierre de este año producción porcina estará convergiendo a una tasa de crecimiento de entre 1,5% y 2,5% anual, “una gran desaceleración en el ritmo de expansión que traía la cadena desde hace más de una década (+8% promedio anual entre 2007 y 2018)”, reveló el estudio de Ieral.

Entre las razones de esta caída, los investigadores apuntan a la “ausencia de inversiones importantes en nuevas granjas y/o en ampliación de establecimientos existentes”, básicamente incremento de madres en producción en los últimos 3 ó 4 años. “Ese seguramente es uno de los factores que explica el menor dinamismo”, indicaron.

Además, señalaron como otra causa de la desaceleración al nivel de productividad. “A medida que las granjas se van ubicando cada vez más cerca de los estándares tecnológicos y de gestión de los países líderes, los saltos de productividad a los que se puede aspirar se van haciendo cada vez más pequeños, y de esa forma también su contribución al crecimiento”, indicaron.

A la par del deterioro productivo, el comercio exterior de carne fresca también perdió posiciones. Las importaciones se ubican actualmente en unas 35 mil toneladas peso producto en los últimos doce meses (noviembre 2018 / octubre 2019), con una “tendencia declinante” en los últimos períodos y “retrocediendo un escalón respecto del 2018”, explicaron los especialistas. Al tiempo que las exportaciones se muestran relativamente estabilizadas en un flujo anual de 16 mil toneladas.

De ese modo, la balanza comercial sigue siendo deficitaria en 19 mil toneladas, “una de las cifras más bajas de los últimos años, salvando el período 2014/2015 donde las importaciones fueron mantenidas artificialmente bajas por el gobierno argentino”, indicó el informe.

Además, Brasil sigue siendo el gran proveedor de la Argentina de carne de cerdo, mientras que, en el caso de las colocaciones, empieza a aparecer China como mercado destino debido a que el gigante asiático está muy necesitado de proteínas animales y está dispuesto a pagar precios crecientes para abastecer su golpeado mercado interno por la fiebre porcina africana.

También las ventas internas se cayeron. El consumo, medido en forma indirecta a partir de la oferta neta que se pone a disposición del mercado (producción + importaciones menos exportaciones), se está ubicando cerca de los 15 kilos promedio por habitante, pero con tendencia a la baja en los últimos meses, que coincide con lo que está pasando con la producción y las importaciones.

“Es probable que el año cierre con un consumo per cápita igual o levemente inferior al de 2018, lo que es toda una novedad considerando que el mercado interno venía creciendo en 1 kilo por año desde el 2012 hasta el año pasado.

Con esta foto, Garzón y Rossetti señalaron que “en todas las variables relevantes se observa un statu quo inédito para lo que es la historia reciente de la cadena” y explicaron que el ímpetu que traía la cadena menguó en los últimos meses y lo hizo desde la raíz, es decir desde las granjas y la producción de animales, “que parece haber entrado en una meseta de la que está costando salir”.

En ese contexto, “los menores márgenes económicos, sumados a los problemas de financiamiento, la incertidumbre sobre el futuro de la economía y a ciertas fallas en la implementación del IVA, parecen estar conjugándose en esta gran desaceleración que muestra la cadena desde mediados del año pasado hasta la fecha”, indicaron los analistas.

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