Pymes y el agregado de valor

Desde 2007 hasta 2010 comienza un período de expansión de pymes aceiteras en muchas localidades de Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y Bs As, agregando valor a la soja, que seguía en franca expansión.
 
Estas Pymes abrieron mercados de nicho en países demandantes de alimentos proteicos (expellers, harinas de alta proteína, entre otros) para producción de carnes.
 
Los mercados destino de estos productos, principalmente Chile y el Sudeste Asiático, demandaban volúmenes con alta frecuencia y baja escala, y podían obtenerlos a precios competitivos desde nuestros orígenes, abastecidos practicamente puerta a puerta por estas pequeñas agroindustrias de molienda de soja.
 
Las retenciones a la exportación de los productos exportados por estas Pymes eran del 5%, otorgando una ventaja competitiva sobre la exportación de harinas de soja commoditie, que pagaba 32% desde 2007. Esta diferencia fué decisiva en el crecimiento de estas Pymes, y en el aumento de participación de las grandes procesadoras sobre unidades de negocio diferenciadas de la harina común.
 
En Diciembre de 2015 se llevó a retenciones cero a todos los productos agroindustrializados, salvo el aceite y harina de soja, que bajó del 32% al 27%. Sin embargo las posiciones arancelarias correspondientes a premezclas (90-95% de harina de soja y 5% maíz y suplementos), conservaron retenciones por el 5%. Así algunas Pymes y grandes procesadoras, avanzaros sobre la producción de premezclas, evitando pagar el 27% de retenciones de las harinas.
 
En Marzo de este año, detectando la unidad de negocio aprovechada también por oportunistas que, sin participar de la molienda, compraban expellers y lo mezclaban a muy bajo costo, vendiendo a la exportación en volúmenes que llamaron la atención del gobierno, quien comprendió la estrategia de reemplazar harinas por premezclas y así evitar el pago de retenciones, entonces se determinó por Decreto 640/2016 agregar estas premezclas al listado de productos afectados por el 27% de retenciones a las harinas.
 
Esta medida sacó del juego a estos oportunistas, pero además afectó a todas las plantas que participaban también de este mercado, principalmente las pymes que producen volúmenes muy inferiores a las grandes procesadoras, tornándo su continuidad del negocio en económicamente inviable.
 
Enfocando el problema: El dilema no es el tipo de producto en cuestión, sino la escala de producción, y el potencial de desarrollo socioeconómico de estas Pymes, que en su conjunto podrían moler el 5% de la producción nacional de soja. Estas Pymes, asentadas en alrededor de 400 localidades, son fuentes de trabajo y semilleros de nuevos productos de agregado de valor desde uno de los principales productos del agro, la soja.
 
La capacidad instalada de agroindustrias habilitadas que muelen hasta 6 mil toneladas por mes, es de aproximadamente 500, que trabajan en condiciones de formalidad, es decir, son una fuente de ingresos impositivos al país, de creación genuina de empleo, y de desarrollo de mercados de nicho a nivel local e internacional.
 
ü Exportación: Para visualizar el porque muchas de estas pymes se encuentran temporalmente inactivas, con la amenaza de quedar obsoletas en forma permanente, se describe el impacto de las retenciones conociendo la composición de costos y márgenes de este negocio.
 
Considerando el precio FOB como el 100%, podemos deducir a través de una matriz de costos, que el 54% de ese precio paga el valor de la materia prima (soja) necesaria para obtenerlo, el 14% corresponde a costos de producción, y el 27% a costos de exportación (gastos de puerto, contenedores, etc.), a lo que habría que sumarle otro 27% de las retenciones a la exportación. El total de estas proporciones resulta en 122% del valor del precio FOB. Lo que deja a ver la inviabilidad de este negocio.
 
ü Abastecimiento local: Destinado a producciones cárnicas, está limitado por el abastecimiento de parte de las grandes aceiteras, que ofrecen condiciones comerciales más competitivas que las que podrían ofrecer estas pymes, como por ejemplo financiamientos flexibles.
 
Cuestión de criterios:
 
Ø Costo de producción de pymes: Si bien es más elevado que el de las grandes empresas procesadoras, por una cuestión de escala, siempre traducido como una menor eficiencia económica, también debería medirse y considerar la eficiencia socioeconómica, y el costo social de cerrar estas pymes.
 
Ø Costo de exportación: Es equivalente al de las retenciones, y directamente relacionado a la distancia a puerto, a la forma de exportar, (en contenedores y no a granel en buques), etc. También en este punto podemos medir el aporte que se realiza a la economía local de todas estas pymes, dado que los contenedores deben ser llevados a las plantas, consolidados allí, además de estar transportando a puerto un producto con agregado de valor, y no grano sin procesar.
 
Ø Condiciones comerciales para abastecimiento local: Teniendo en cuenta la atomización de estas plantas pequeñas y medianas, darían la oportunidad de mejorar la logística de producciones cárnicas cercanas a estas.
 
Por último, comentar que el volumen que estas pymes podrían moler anualmente, el 5% de la producción nacional, no altera el volumen necesario para el procesamiento de las grandes plantas, y sí altera las economías regionales de las localidades donde cada una de estas se encuentra en funcionamiento.
 
Propuestas: Lo más importante de estas pymes, como se dijo más arriba, es su potencial de desarrollo socioeconómico, demostrado durante el camino de inversiones hacia la capacidad instalada para producir a baja escala productos semejantes a los provistos por las grandes plantas, pero ubicados al lado de los campos agrícolas y alejados de los puertos.
Las propuestas, abordadas por las Cámaras que nuclean estas pymes, abarcan dos áreas de acción, y ambas necesitan intervención sobre la matriz impositiva de estas agroindustrias:
 
Ø El mercado externo: Llevar a cero las retenciones para estas plantas pymes, levantando la barrera para que vuelvan a entrar en actividad, y así diferenciar en determinado plazo de tiempo sus productos, sea por composición (alta proteína, harinas texturadas, etc.) y/o servicios que agregan al cliente (servicios puerta a puerta, justo a tiempo, etc.) de los comodities.
 
Ø El mercado local: Podrían establecerse exenciones impositivas a estas plantas, para disminuir sus costos de estructura y mejorar los precios internos al consumo local, desarrollando las ventajas comparativas de cercanías con demandantes de estos productos, producciones ganaderas, porcinas, avícolas por ejemplo, y desarrollar mecanismos de intervención que faciliten un circuito comercial competitivo desde la oferta a la demanda local.
 
De esta forma se fidelizarían estas agroindustrias en sus áreas de influencia, al interactuar comercialmente con empresas que siguen agregando valor a los granos, convirtiéndolos en carne.
 
Otra alternativa sería desgravar impositivamente a emprendimientos cárnicos que se instalen en las cercanías de estas plantas procesadoras, y consuman sus productos. En este punto podrían establecerse circuitos virtuosos de trazabilidad, donde la soja, identificada por estas plantas, puede formar harinas de alta calidad, con características sanitarias y nutritivas dirigidas a elevar la calidad de las carnes producidas, y diferenciar mercados que valoren la trazabilidad de las carnes.
 
Conclusiones: Ambas propuestas se relacionan con establecer medidas impositivas que mejoren las reglas de juego para estas pequeñas y medianas agroindustrias, necesarias para preservar la capacidad instalada, y potenciar la capacidad de desarrollo de agronegocios de agregado de valor, que parten del “Saber hacer” ya demostrado por los emprendedores, que apostaron al invertir puertas adentro de nuestro país.
 
Es fundamental no postergar la toma de estas medidas, excensiones impositivas para comercializar en el mercado local, y/o retenciones cero para la exportación, ya que permite retomar un camino hacia la conquista de más mercados diferenciados, que solicitan productos en menor escala pero en mayor nivel de complejidad.
 
Una medida tomada a tiempo, evita un quebranto económico, y, lo más importante, la falta de credibilidad, y el desincentivo a la inversión local de nuestros empresarios.
 
Agradecimientos: A Emilio Lopez King, Jorge Simmermacher, y José Maria Méndez quienes me motivaron a interiorizarme en esta área de desarrollo del agregado de valor local.
 
Autora: Ing. Agr. Marianela De Emilio
INTA Las Rosas
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