Menos agroquímicos

En 2015, Bernardo Castillo, pequeño productor florícola del partido de Berazategui, llegó al hospital con vómitos y un fuerte decaimiento, entre otros síntomas que los médicos no tardaron en diagnosticar como una intoxicación por el mal uso de agroquímicos. Desde entonces comenzó a convertir sus cultivos hacia un manejo que dependiera menos de insumos externos y, con la ayuda de técnicos de la Secretaría de Agricultura Familiar y de docentes y estudiantes de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), desarrolló un sistema hortícola agroecológico que extiende hasta la comercialización.

“Hace unos seis meses me empecé a curar”, afirmó Castillo al sitio de divulgación científica de la FAUBA, Sobre la Tierra, y repasó los pasos que recorrió desde entonces para lograr una agricultura más sana: “No fue tan fácil, pero con la ayuda de ellos pudimos tomar la iniciativa, me puse las pilas y lo hice”.

Algunos de los cambios incluyeron la siembra de nuevos cultivos, más diversificados, y la disminución de productos químicos en el manejo. Hoy produce 10 variedades de verduras sobre una superficie de 2 hectáreas y pone énfasis en el seguimiento y la detección temprana de plagas y enfermedades. Además prevé levantar su propia biofábrica, donde generaría y almacenaría controladores biológicos.

La producción de Castillo es apoyada por un proyecto de extensión universitaria financiado por la UBA (Ubanex) denominado “Manejo sanitario sustentable en una transición hacia la producción agroecológica de flores y hortalizas”, del que participan docentes de las cátedras de Fitopatología, Zoología Agrícola, Extensión y Sociología Rurales y del departamento de Métodos Cuantitativos Aplicados de la FAUBA, junto a estudiantes de grado y posgrado de Agronomía, Ciencias Ambientales y otras carreras de esa facultad, así como técnicos del SENASA, el INTA y la Secretaría de Agricultura Familiar del Ministerio de Agroindustria de la Nación, que viene trabajando con el productor desde años atrás.

“Bernardo empezó con la producción agroecológica sobre 1/8 de hectárea a modo de prueba. Y le fue bien. Adoptó el policultivo de verduras a campo y en invernaderos, y lo capacitamos para que fuera un transmisor de este tipo de producción”, dijo Víctor Pileta, técnico de la secretaría de Agricultura Familiar, quien viene acompañando este proceso de cambio desde el comienzo.

“Al principio tuvo algunos problemas con plagas (como pulgones y arañuela roja). Pero logramos que fueran desapareciendo paulatinamente después de dos o tres aplicaciones de sulfocalcico por ciclo de cultivo”, explicó Pileta. De este modo Castillo llegó a abandonar completamente el uso de agroquímicos.

Hoy sólo aplica a sus cultivos sulfocalcico, bordelés, aceite de neem y vinagre de manzanas, produce verduras variadas de estación en tres invernáculos y posee otros 40 invernaderos de flores. Además, el crecimiento que experimentó con el sistema que incorporó también lo llevó a vender la producción de otros horticultores de la zona y a construir un galpón para almacenarlas.

Menos agroquímicos

En octubre de 2015 la FAUBA se sumó al proyecto de Castillo, que funciona como una iniciativa modelo para otros productores, a partir de un proyecto de extensión que se centra en la localidad de El Pato, partido de Berazategui, donde el equipo investiga las plagas y enfermedades más importantes y los posibles organismos útiles para el control biológico. “Estamos identificando los principales problemas sanitarios y analizando alternativas de manejo que suplanten, en lo posible, a los agroquímicos”, sostuvo Eduardo Wright, docente de la cátedra de Fitopatología de la FAUBA y director del proyecto Ubanex.

“Buscamos manejar plagas y enfermedades a través de microorganismos (específicamente hongos) que ya se encuentren presentes en el campo”, explicó Nicolás Pablo Borrelli, quien también forma parte del proyecto como alumno de Agronomía de la FAUBA, con sus compañeros Patricio Wigdorovitz y Ricardo Varela Pardo. Los tres estudiantes están realizando su tesis de grado y posgrado con estos estudios.

“Estos tipos de controladores permiten disminuir el uso de agroquímicos que pueden tener efectos nocivos en la integridad física del aplicador, como sucedió con Bernardo, en el ambiente y en los que consumen directamente los productos rociados con químicos. Al considerar todos estos aspectos, nos podemos acercar a la sustentabilidad en los sistemas productivos donde trabajamos”, consideró Wigdorovitz.

Además, destacó que la utilización de estos controladores “también aumenta el conocimiento de cada productor acerca del sistema en el que produce y sus implicancias”. En este sentido, resaltó el intercambio de conocimientos y el trabajo horizontal entre los diferentes actores involucrados en el proceso.

Controladores biológicos

Borrelli se refirió a la obtención de los organismos controladores: “Se tomaron muestras de suelos y tejidos vegetales para luego procesarlos con técnicas de laboratorio, y de este modo aislar, identificar y seleccionar posibles controladores biológicos. Se buscan hongos que ataquen a los patógenos que producen enfermedades en las plantas. Por eso existen grandes expectativas por parte de los productores”.

La construcción de sistemas agroecológicos requiere una transición paulatina y específica para cada caso en particular: Se necesita conocer la historia de cada campo, cuáles son los cultivos que se llevan a cabo, así como las necesidades y objetivos que tiene el productor, actor principal en la adopción del sistema. Por eso consideran fundamental el acompañamiento de las diferentes instituciones.

La idea es replicar la experiencia de Castillo, utilizando su establecimiento como unidad demostrativa. Además, el productor se encuentra en tratativas para comenzar a incorporar su verdura al circuito de ventas de los Bolsones Soberanos, otro proyecto de extensión de la FAUBA que comercializa verduras en transición agroecológica a precios justos.

Borrelli subrayó que en la FAUBA se están generando una gran cantidad de proyectos de extensión que valoran el intercambio entre diferentes actores, donde “no sólo se aplica en el campo un conocimiento académico, sino que también se aprende del saber que los productores van trasmitiendo de generación en generación”.

Hacia adelante, los integrantes del proyecto adelantaron que buscan explorar otras líneas de investigación y financiamiento para profundizar el trabajo que están realizando. (Fuente: Prensa Fauba)

 

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