Los márgenes brutos apenas alcanzan para pagar alquileres

El Departamento Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario analizó los ingresos, costos y márgenes brutos que podría llegar a presentar el cultivo de soja de primera en la zona núcleo, suponiendo un esquema productivo de alta tecnología con un buen rinde de 35 quintales por hectárea.

Las conclusiones que obtuvimos del análisis realizado se sintetizan seguidamente: 

” Con un rinde de 35 quintales por hectárea en soja de primera, el “margen bruto” del productor es negativo cuando se alquila. Pasa a ser positivo cuando se trabaja en campo propio y no existe el peso de la locación.

” El cultivo de soja de primera registra tres erogaciones que tienen un fuerte peso para el productor: insumos, flete corto/largo y el alquiler.

” Los insumos se llevan -en ejemplo analizado- el 20% de los ingresos brutos del productor (rinde por precio final de la soja). Como insumos sumamos las erogaciones en concepto de semilla, fertilizantes, herbicidas, insecticidas y fungicida.

” El flete corto y largo -cuando el campo se encuentra a una distancia de 180 km. de las terminales portuarias y para este esquema productivo- se lleva el 13% de los ingresos brutos del productor. Pero si analizamos un campo en Avia Terai (Chaco) a 835 km. del Gran Rosario, el peso del flete largo camionero se eleva considerablemente hasta alcanzar el 23% de los ingresos brutos del productor.

” Si el alquiler asciende a 16 quintales de soja por hectárea en la zona núcleo, esta erogación se lleva el 47% de los ingresos brutos del productor de soja de primera.

” El rinde de indiferencia -en este caso particular- que permite pagar alquileres de 16 quintales de soja por hectárea y tener un margen bruto igual a cero asciende a 37,5 quintales por hectáreas.

” Hay que tener presente que hemos computado en nuestro análisis los impuestos que debe pagar el productor con dicho margen bruto (inmobiliario rural, tasa vial, impuesto a las ganancias, impuesto a los bienes personales, el impuesto al valor agregado irrecuperable, impuesto a los débitos y créditos bancarios, etc.) ni los gastos de estructura, los cuales pueden ser muy dispares de un campo a otro y en función del tipo de administración y la escala. 

Las conclusiones obtenidas vuelven a confirmar la necesidad de debatir sobre la importancia que tienen los insumos, fletes y los valores de los alquileres en el negocio de la soja en zona núcleo. Ni que hablar de los derechos de exportación que en soja ascienden al 35% y que de no existir permitirían cubrir perfectamente todos los costos y tener un margen bruto positivo de consideración. En la zona núcleo más del 60% de la producción agrícola se hace bajo arrendamiento, razón por la cual el costo del alquiler de la tierra reviste una gran importancia al analizar el negocio. La caída de los precios internacionales, la gran presión impositiva junto al progresivo aumento de costos de siembra, configuran un escenario que sigue presionando los alquileres a la baja. También es importante destacar el alto riesgo de un negocio al aire libre, donde las amenazas del clima y de los factores bióticos son cada vez más extremas. En la presente campaña los pronósticos climáticos acompañaron hasta el momento al desarrollo del cultivo, pero el control de malezas resistentes desató una importante incidencia en los costos. El productor argentino se encuentra frente al desafío de una compleja ecuación económica financiera con el propósito de permanecer en la actividad.

El escenario N°1 analizado contiene los siguientes supuestos:

” Se simula la actividad de un productor que utiliza un paquete tecnológico de punta en la zona núcleo GEA-BCR, con muy buena semilla. La inversión en fertilización y aplicación de herbicidas e insecticidas es óptima.

” Se supone un buen rinde de 35 quintales por hectárea.

” El precio a cosecha se estima en 235 U$S la tonelada, valor similar al registrado en el mercado físico de la Bolsa de Comercio de Rosario el miércoles 18 de Febrero pasado para la soja condición fábrica con entrega en Puerto General San Martín o General Lagos, forward con entrega en Marzo 2015.

” el productor trabaja bajo esquema de arrendamiento pagando 16 quintales de soja. Ocho quintales al inicio de la campaña (Junio 2014) y otros ocho quintales al finalizar la misma.

” Se estima una erogación para siembra de $ 420.- por hectárea.

” Se computaron 4 pulverizaciones por un valor de $ 50.- por hectárea.

” las erogaciones por labores de cosecha ascienden al 8% sobre el ingreso bruto.

” La distancia desde la chacra a las terminales portuarias se ha estimado en 180 kilómetros (flete largo). El flete corto (chacra a acopio/cooperativa) es de 20 Km.

” Se aplicaron las tarifas de transporte que publica FADEAAC (Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas) al mes de diciembre de 2014. Para el viaje de 20 Km. la tarifa asciende a 74,85 $ la tonelada. Para el viaje de 180 Km, el flete es de 224,38 $ la tonelada. Estos valores pueden llegar a aumentar al momento de cosechar de actualizarse la tarifa del transporte camionero.

” No se han computado gastos de secada.

” La supuesta comisión del acopio asciende al 2% y la intervención del corredor es del 1%.

” Se contrata un seguro para granizo, el cual asciende al 2% sobre un rinde de 30 quintales por hectárea.

” No se computa en el análisis los costos impositivos que tendría que sufragar este productor ni los gastos de estructura.

 

Como puede observarse en el cuadro del Escenario N°1, con un precio de mercado de U$S 235/tn., el ingreso bruto asciende a U$S 822 por hectárea. Deduciendo el total de costos que asciende a 860 U$S/ha (gastos de implantación -labores e insumos- por U$S 254/ha, los de cosecha y seguro por U$S 80/ha, los de comercialización que incluyen fletes por U$S 137 y el costo del arrendamiento por U$S 388), el margen bruto en soja de primera es negativo en U$S 38,20 por hectárea. Sin arrendamiento, en campo propio, el margen bruto pasa a ser positivo con un registro del orden de los 350,68 U$S por hectárea.

Es importante volver a resaltar que no estamos computando en nuestro análisis los impuestos que debe pagar el productor con dicho margen bruto (inmobiliario rural, tasa vial, impuesto a las ganancias, impuesto a los bienes personales, el impuesto al valor agregado irrecuperable, impuesto a los débitos y créditos bancarios, etc.). Tampoco estamos incluyendo dentro de las erogaciones a los gastos de estructura, los cuales pueden ser muy dispares de un campo a otro y en función del tipo de administración y la escala. 

En consecuencia, como puede observarse en el escenario N°1 y con un rinde de 35 quintales por hectárea, no queda margen positivo cuando se alquila. La otra conclusión importante es el enorme peso que tienen tres erogaciones concretas en el negocio. Ellos son: los insumos, el flete corto y largo y el alquiler. Veamos:

a) Los insumos se llevan el 20% de los ingresos brutos del productor (rinde por precio final de la soja). Aquí estamos computando semilla, fertilizantes, herbicidas, insecticidas y fungicida.

b) el flete corto y largo -cuando el campo se encuentra a una distancia de 180 km. de las terminales portuarias y para este esquema productivo- se lleva el 13% de los ingresos brutos del productor. Con un simple ejemplo cuantifiquemos el peso que alcanza este rubro en campos ubicados en el Noroeste y Noreste argentino a casi 800 Km de distancia de los Puertos del Gran Rosario. Por ejemplo, un campo en Avia Terai (Chaco) a 835 km. de Rosario. La tabla de fletes camionero indica un valor de 525$ por tonelada, lo cual representa aproximadamente 55 U$S por tonelada. Si en esa zona se obtienen 25 quintales por hectárea de soja, la erogación por el flete largo asciende a 139 U$S la tonelada. Si los ingresos brutos de este productor ascienden a 587 U$S (surge de multiplicar 2,5 toneladas de soja por hectárea por un precio de 235 U$S/tn), el flete largo camionero representa el 23% de los ingresos brutos de este hipotético productor.

c) Si el alquiler asciende a 16 quintales de soja por hectárea en la zona núcleo, esta erogación se lleva el 47% de los ingresos brutos del productor de soja de primera.

Se trata de cifras muy significativas que impactan de manera importante sobre “los números del productor” en este cultivo.

 

Finalmente en el escenario N°2 -y en el marco de este esquema productivo de alta tecnología- se intentó determinar el rinde de indiferencia para pagar alquileres de 16 quintales de soja por hectárea. Como podemos observar en el cuadro respectivo, dicho rinde estaría ubicado en los 37,5 quintales de soja por hectárea; cifra por demás de significativa. Recordemos que se trata de un planteo donde se utiliza semilla de calidad, óptima fertilización y adecuado tratamiento de cultivos en un campo que está ubicado a 180 Km. de los puertos. Para otros planteos productivos y en otras condiciones, el rinde de indiferencia puede llegar a ser inferior.

Autores: Julio Calzada y Sofía Corina

Fuente: BCR

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