Hay un contratista que picó en punta

Pionero es el que inicia una actividad. Juan Carlos Roca responde exactamente a la definición. Hace 8 años se lanzó al ruedo e introdujo la primera picadora autopropulsada a Bolivia. Desde entonces fue cambiando equipos y ampliando su capacidad de trabajo. En enero de 2014 incorporó tres CLAAS JAGUAR 940 de la mano de Boltrac, la empresa concesionaria de Bolivia que comercializa la marca. “Es la mejor decisión que he tomado”, dice. No es poco cuando la afirmación proviene de alguien que realizó cambios tan rotundos detrás de una convicción.

Roca viene de una familia agropecuaria. Tuvo una formación ligada al negocio en Brasil y luego hizo una pasantía en forrajes de 18 meses en Dakota del Sur y Wisconsin, Estados Unidos. En 2006 vendió su parte de un tambo que compartía con su único hermano para iniciar la primera empresa de picado en su país. En el tambo producían 5.000 litros diarios con vacas de la mejor genética lechera que hay en Bolivia.

“En Bolivia todos estaban convencidos que el ensilaje era lo mejor para alimentar a sus animales, pero la pregunta era ¿quién lo hace?”, explica Roca. “Ahí entré yo”, señala. “Muchos me llamaron loco, pero estaba convencido de que la ganadería necesitaba una empresa que le facilite la forma de alimentar y obtener mayores ganancias”.

“Hoy, con mucho orgullo, podemos decir que hemos cambiado la forma de alimentar el ganado en nuestro país”, dice Roca, que con su equipo pica entre 5.000 y 6.000 hectáreas por año y es socio de la Cámara Argentina de Contratistas Forrajeros. “Ser parte de esa Cámara me ha ayudado mucho. Estoy impulsando la formación de una entidad similar en Bolivia”, acota.

En 8 años, Bolivia pasó de picar aproximadamente 1000 hectáreas a unas 20.000. En la actualidad, la superficie se mantiene en continuo crecimiento y tiene como principal epicentro el Departamento de Santa Cruz, que alberga a la ciudad más grande y poblada del país, Santa Cruz de la Sierra. Esta es la segunda región ganadera del país detrás del Beni, con una tasa de crecimiento del negocio del 3%, superior al promedio nacional (2,5%), debido especialmente a las inversiones en tecnología productiva. De las casi 9 millones de cabezas que tenía Bolivia en 2013, el departamento de Santa Cruz cuenta con alrededor de 3 millones.

Allí, los cultivos agrícolas destinados a forraje picado son el sorgo y el maíz. Según Roca, por las características de poca humedad de la zona donde se concentra el picado, predomina el sorgo en un 90% y en el restante 10% el maíz. En años con buena precipitación el promedio obtenido es de 30 toneladas por hectárea de materia verde, y en años adversos se promedia las 18 ton/ha. El contratista forrajero asegura que en un 99%, este forraje picado se hace silo torta, y en un 90% se destina a engorde de novillos.

En el Departamento de Santa Cruz son pocos los productores que cuentan con explotaciones por encima de las 500 hectáreas. En su mayoría, los establecimientos promedian las 100. Aquí, la cultura ganadera ha tenido como base de alimentación animal el heno de pastos tropicales. “La calidad de ese producto no se compara con el de ensilaje. Además, la practicidad en el manejo no tiene comparación  y, por supuesto, también hay grandes diferencias en el resultado. Claro que uno de los desafíos tiene que ver con las condiciones del campo para realizar los trabajos”, apunta el contratista.

La profesionalización de la tarea es una de las grandes preocupaciones de Roca. “Podemos decir que nuestra empresa tiene verdadero conocimiento sobre el proceso de ensilaje. Hemos destinado tiempo y recursos para capacitarnos, contamos con la experiencia y los equipos necesarios para dar un buen servicio”, insiste el contratista boliviano. En su opinión, el tema de la calidad también es visto con atención por sus clientes. “Yo hago mucho hincapié en la necesidad de manejar bien el ensilaje desde su confección, tapado y extracción. Los ganaderos han comenzado a preocuparse en traer expertos y se están capacitando para hacer un buen trabajo”, concluyó.

 

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