Esto se llama “tierra arrasada”

Los precios internacionales de las commodities vienen cayendo desde el segundo trimestre de 2012. Habían alcanzado un pico, gracias a la formidable inversión en infraestructura urbana y bienes públicos efectuada por los chinos, desde 2009, al “ponerse al hombro” la recuperación de la economía mundial, luego de que estallara la burbuja en Julio de 2008.

Dichos precios eran todavía tolerables, para las políticas cambiaria y comercial externa argentinas, a inicios de 2013. No obstante, en 2014, se vio que el estancamiento de la economía mundial, o más bien su bajo crecimiento, repercutía fuertemente en el volumen del comercio mundial: China inició su transformación o re-equilibrio mercado-internista en 2013, con lo cual principió el olvido de las famosas “tasas chinas”.

La Economía del Dragón, que había alcanzado el 7,7% de crecimiento en 2013, mejorará un 6,8% en el corriente año. Re-equilibrio mediante, el volumen del comercio mundial de las economías emergentes disminuyó su crecimiento, del 5,2 al 3,4%; entre 2013 y 2014, cuando todavía no se notaban las mejores performances (que hoy lucen pálidas) de las economías avanzadas.

Incluso en Mayo de 2014, todavía había tiempo para reaccionar: la soja y su harina, FOB Buenos Aires, costaban U$S/n 521 y 579, respectivamente, es decir, valores 43 y 48% superiores a los que obtendremos, en nuestras exportaciones de Agosto de 2015. Es más, el petróleo costaba en el mundo, todavía, casi U$S 105 por barril. De Brasil se podía esperar cualquier cosa, dada la combinación de disturbios pre-mundial, corrupción y crisis política, elecciones y visible estancamiento económico. Sólo había que confiar en que no devaluara demasiado, como lo hicieron la mayor parte de las economías emergentes, cuando se precipitó el precio del petróleo y en simpatía, cayeron los valores de las materias primas.

En 2014, no había elecciones en la Argentina y ya era más que evidente que la política comercial externa y el nocivo cepo, empezaban a perjudicar a prácticamente todos los sectores productivo, salvo aquellos que pudieran beneficiarse con la baja del petróleo que, en nuestro país, se evitó (en los regulados precios internos), para beneficiar el balance de YPF y maximizar la recaudación de impuestos internos a los combustibles.

El diagnóstico de marras no puede tener objeciones. Todo lo mencionado era perfectamente visible y sólo un ingenuo podía esperar, entre mayo de 2014 y la actualidad, una reversión sustantiva de la situación mundial.

Por eso, lo único que benefició a nuestro comercio exterior -en el último año- es la reducción del déficit en la balanza comercial energética, gracias a la caída del barril. Comparando el primer semestre de 2015 con igual período del año anterior, dicho desequilibrio se redujo en 41% (de MU$S 3.520 a 2.089). Pero esta es la única buena noticia que tenemos para dar.

Balance del primer semestre.

·        Las exportaciones cayeron 18%, en dólares (interanual), en tanto que las impo lo hicieron en un 13%, gracias a lo cual se mantuvo un pálido superávit comercial externo, que es apenas un 37% del logrado en 2014.

·        Las cantidades vendidas cayeron un 1% por más que, clima mediante, tuvimos un cosechón que expandió los volúmenes de primarios (soja y maíz, sobre todo) y los de manufacturas de origen agropecuario (MOA) en 23 y 2%, respectivamente. Las cantidades de MOI o manufacturas de origen industrial, bajaron la friolera del 16%. Por su parte, los volúmenes importados cayeron 3% con hitos tales como caídas del 21 y 18% en Vehículos automotores y Partes y accesorios para bienes de capital, respectivamente.

·        Los términos del intercambio externo empeoraron, ya que las expo bajaron 17% y las impo lo hicieron apenas un 11%, pese a los menores valores de los combustibles (36%). Como se ve una merma del 7% en los términos de intercambio produce un “efecto riqueza”, sólo en el primer semestre, que supera los MU$S 2.000. Será de un punto del PBI, en 2015.

·        Medidas en dólares, las bajas de las exportaciones, son del 1 y 19% para primarios y MOA; del 18% para las MOI y del 57% para Combustibles y energía. A tres dígitos, es decir, considerando por rubros, muy pocos tienen mejoras, en dólares: entre las MOI sólo “Piedras, metales preciosos y su manufactura”. Todo el resto de los rubros espanta, incluyendo la baja en químicos del 17% al perder los mercados de biodiesel, que tanto había costado conseguir (de MU$S 476 caímos a 167, un 65%).

·        Considerando las llamadas economías regionales, las bajas (dólares) son del 21; 28; 36 y 22% en frutas frescas, miel, tabaco y algodón. Sólo se salvan las lanas sucias con un leve crecimiento y las hortalizas y legumbres, con una mejora del 14%. Entre las MOA, los lácteos caen 34%, las pieles y cueros y las lanas elaboradas lo hacen al 13 y 10%. Permanecen estables bebidas, alcoholes y vinagres así como azúcar y artículos de confitería. Sólo hay subas en frutas secas o procesadas, un negocio que representa una décima parte de las ventas en fresco, la suba es del 34% (seguro que la ruina exportadora de la oferta de calidad, les abarató la materia prima, a valor local).

·        Al no haber divisas genuinas, hubo que restringir las exportaciones, de allí las citadas caídas en el sector automotriz y  en accesorios para bienes de capital. Se salvaron bienes intermedios (10% de suba, de cantidades, -raro porque la actividad económica no está bullente-) y bienes de capital (7% de mejora –por apuro en aprovechar el dólar oficial barato, sería la explicación). En el primero de los casos, los precios unitarios cayeron 11%.

·        Respecto a nuestro vecino Brasil, de una balanza comercial neutra, en el primer semestre de 2014, pasamos a un déficit de MU$S 753, pese a que le compramos 21% menos de automotores de pasajeros (propiciaron la caída del 13% en las compras totales). Le vendimos un 33% menos, entre lo que destaca  las menores compras de material de transporte terrestre (cayeron un 31%). Esto implica que, en un solo rubro, se concentró el 63% de las mezquinas adquisiciones al “socio”.

Síntesis.

Muy pocos rubros del comercio exterior registraron mejoras en el primer semestre de 2015, si se los compara con igual período de 2014. Es cierto que la caída de los precios de las commodities tiene la principal responsabilidad del triste resultado comercial. Los valores Chicago de la soja y su harina, a mayo de 2016, registran bajas aún mayores (3,2 y 9,4%, respectivamente, respecto al próximo mes de agosto de 2015).

Brasil no mejorará (su crecimiento fue revisado a la baja –o su recesión a la suba-, una vez más, por el FMI) y -en lo que resta del año- no habría mejoras en la política comercial externa y menos aún la “esperada recuperación” del tipo de cambio real. Como el socio devaluó, no quedan mayores esperanzas para el segundo semestre, y más aún, teniendo en cuenta que, en tanto ingrese –desde setiembre- la cosecha norteamericana, nuestros valores FOB para productos primarios reflejarán la baja citada en Chicago.

Quiere decir, en síntesis, que no habrá, por el lado del comercio exterior, más que pérdidas de riqueza y escasez crítica de divisas comerciales genuinas. Insistimos que ya se veía venir, hace más de un año y no se reaccionó, tal como sucediera en nuestro vecinos “normales”.

Si alguien pensaba que el Gobierno actual, con su política mercado-internista y sus desequilibrios fiscales y monetarios, iba a dejar tierra arrasada; pues, en el comercio exterior del primer semestre de 2015, ya tuvo un claro anticipo, que no se puede disimular con ninguna aspiradora. Vamos a seguir juntando más polvo (la “magra cosecha”), previsible resultado de cuatro años de atraso, brecha y cepo cambiarios y “desubicadas” restricciones a exportar y comerciar.

Autor: Lic Jorge Ingaramo 

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