Deja TPR para asumir la Gerencia de Ultramar. ¿Qué balance hace de su gestión?

“Hoy, Rosario tiene el puerto que siempre debió tener”, afirma.

Diego Fernández Querejazu llegó de Chile en diciembre de 2012 como ejecutivo de Ultramar para asumir en enero de 2013 la Gerencia General del puerto, cuya concesión quedaba en manos de la empresa chilena en sociedad con la locataria Vicentín. Ahora, luego de seis años al frente del proyecto que logró revitalizar y reorganizar la Terminal para posicionarla a nivel regional e internacional, una propuesta del Grupo Ultramar lo llevó a tomar la decisión de volver a su país natal.

“Hoy, la ciudad tiene el puerto que siempre debió tener”, afirma en diálogo con ON24, a días de dejar su cargo en Rosario (1° de enero). “Nos vamos con un sabor agridulce”, expresa. ¿Qué balance hace de su gestión, con qué obstáculos se encontró en este proceso y qué misión le queda a su sucesor? MIRÁ LA ENTREVISTA

¿A qué se debe tu salida de TPR?

No hay una razón en particular, sino que es un movimiento interno del Grupo. Se generó una vacante en la Gerencia General de Ultramar en Chile y me ofrecieron tomar esa posición. Acepté y ahí se generó el reemplazo, que también será alguien que viene de Chile (Rodrigo Galleguillos). Es un cambio bastante común en el Grupo, los ejecutivos van rotando para conocer un poco de todos los negocios.

¿Qué balance hacés de estos 6 años de gestión al frente de TPR?
La verdad que han sido 6 años con muchos puntos altos y muchos bajos también. Al principio, la sufrimos bastante; hubo que hacer un trabajo muy profundo en el puerto de reorganización, de brindar estabilidad laboral y operativa, de generar confianza con los gremios y los trabajadores; entender bien nuestras capacidades y hacer algunas inversiones necesarias. Esa primera etapa fue bastante difícil, pero muy necesaria. Nos tomó un par de años, pero creo que fue un trabajo en equipo bien llevado a cabo y gracias a eso, pudimos empezar a mirar hacia adelante y salir a buscar clientes nuevos como Hamburg Sud, MSC, Maersk, Cosco. Nada de eso hubiera sido posible si no hubiéramos hecho ese trabajo al principio.

¿Con qué TPR asumiste?
Era un TPR que ya había empezado un proceso de orden interno con la llegada de Vicentín, pero faltaba mucha estructuración operativa, profundizar la relación con la gente, tener una visión común y un proyecto de puerto, que recién se empezaba a bosquejar. Y ése fue el trabajo que hicimos junto a mucha gente.

¿Cuáles fueron los obstáculos más complicados en ese proceso?
Hubo de diferentes tipos, algunos del frente externo, como la Resolución N° 1108, que impedía los transbordos en Uruguay; las restricciones al mercado cambiario. Si bien estas cosas las terminamos resolviendo de alguna manera, eran dificultades externas bastante complejas. También hubo dificultades internas, porque al principio todos no estábamos alineados con un objetivo en común. Ese alineamiento fue de los trabajos más fuertes y hoy es una de las principales potencias que tiene TPR. Hemos logrado tener un sello distintivo que nos está haciendo crecer en momentos en que nadie crece.

¿Era difícil entender las medidas anti exportación que tomaba el gobierno anterior?
Antes de venir, yo sabía que acá había un contexto difícil, pero con esas cosas también hemos aprendido mucho, porque nos hemos dedicado a administrar variables que tal vez en otros mercados no son necesarias administrarlas. En Argentina, lograr una compañía sólida yo creo que es más difícil que en otros lados.

¿Pensaste en renunciar alguna vez?
No, nunca evalué irme de Rosario. Más allá de las dificultades, siempre me sentí muy a gusto tanto a nivel laboral como familiar. Por eso, nos vamos con un sabor agridulce.

¿El cambio de hora es una decisión más profesional que personal?
Es una decisión más personal y familiar, pero también el proyecto profesional que nos propusieron en Chile es interesante. Y ante la posibilidad de volver en algún momento, optamos por tomar esa decisión ahora, que mis hijos son chicos. Pero no es algo que hayamos buscado. En TPR, estaba muy cómodo y por eso la sensación agridulce, porque hay muchas cosas a medias que me gustaría ver materializadas. Pero las veré desde lejos.

No descartás volver en un futuro tampoco…
Para nada. Si me reciben… (risas)

¿Qué posicionamiento ha logrado TPR en estos años?
Yo creo que TPR pasó de ser un problema para la ciudad a ser una fuente de beneficios. Hubo muchos momentos en el pasado en los que el puerto estuvo a punto de desaparecer. A fines de los 90, lo único que encontrás del puerto son cubiertas prendidas fuego y la Circunvalación cortada. Eso era el puerto para Rosario. Hoy en día, el puerto es protagonista de la ciudad, es uno de los principales empleadores privados de la ciudad, que mejores niveles de sueldo paga. Hoy la ciudad tiene el puerto que siempre debió tener.

¿Cuáles fueron los pilares para lograr esto?
Nos propusimos hacer las cosas que había que hacer. Tener una buena relación con los trabajadores y una relación sana con el sindicato; realizar grandes inversiones que no se habían hecho nunca; hubo un compromiso muy profundo de los accionistas para tomar decisiones difíciles. Hicimos un trabajo muy fuerte en la seguridad laboral de las personas. Antes, la gente trabajaba en bermuda y ojotas, y hoy el estándar de trabajo es de nivel internacional. Es multifactorial el listado de cosas que se ha tenido que hacer para tener un puerto como la gente. Nos fuimos ocupando tema por tema, no maquillando la realidad, sino yendo a fondo. Y creo que ha sido exitoso.

¿Qué crecimiento se puede cuantificar?
En estos últimos 10 años, se han invertido más de US$ 50 millones en el puerto, en equipamiento, tecnología; hoy en día, tiene el escáner de mayor precisión y rendimiento de Latinoamérica, te diría. Se han hecho inversiones de primer nivel. Además, se está moviendo siete veces más contenedores que hace 10 años. A nivel de cargas generales y graneles, estamos haciendo operaciones que hace años no eran posibles: transbordos de mineral de hierro, de harina de soja, de aceite, descarga de fertilizantes sólidos y líquidos, soja americana… El mercado ya ha reconocido que el Puerto de Rosario ya no es una promesa, sino una solución. Incluso, el mercado de contenedores de Argentina se ha contraído, pero en el Puerto de Rosario no ha parado de crecer, por lo que la carga ha elegido cada vez más esta terminal en desmedro de los demás puertos. Eso indica que hemos ido por el camino correcto.

¿Qué relación tuviste con los gobiernos nacionales, provinciales y municipales?
Hubo diferentes tipos de relación, pero en general últimamente hemos visto mucho apoyo para avanzar. No digo que antes no, pero sí destaco que actualmente hay mejores canales de comunicación. La Aduana está funcionando muy bien ahora. Pero en general, las autoridades, y sobre todo las locales, se han portado muy bien con el Puerto.

¿Qué misión entendés le queda a tu sucesor?
La de continuar las cosas que se han hecho bien, que creo que son unas cuantas, y mejorar las que no están tan bien. Todavía tenemos un puerto que está subutilizado, con muchas cargas para concretar. Estamos buscando generar las condiciones para poder empezar a hacer obras de gran envergadura como la reconstrucción de muelles. Seguramente, con la llegada de Rodrigo vendrán ideas nuevas para seguir sumando para que el Puerto de la ciudad sea el mejor puerto de Argentina en eficiencia, orden y confianza, que ése es nuestro sueño.

Como ejecutivo referente del sector, ¿qué sugerencia le podés dejar a Argentina para mejorar el clima de negocios?
Particularmente, hablando de nuestra actividad, yo creo que hay que lograr consensos para eliminar las piedras virtuales que están creadas, que son muy sencillas de resolver. Son piedras virtuales normativas que hacen las operaciones y la logística más compleja, y que con una resolución inteligente se pueden mejorar para bajar los costos y hacer más competitivo el mercado argentino. De eso, hay mucho; se ha avanzado últimamente, pero quedan muchas cosas que tienen que ver con el hecho de aplicar el buen criterio.

REDACCIÓN ON24

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