Las campañas electorales y su financiamiento

Por: Darío H. Schueri – Desde Santa Fe

Mientras dos precandidatos se revolean por la cabeza sospechas sobre aportes para sus campañas, la precandidata a gobernadora del socialismo Mónica Fein le pidió al presidente del Tribunal Electoral Daniel Erbetta que analice, diseñe, organice y promueva “un debate público para la elección de Gobernador y Vicegobernador de la Provincia de Santa Fe (…) indispensable para el desarrollo de la democracia, la libertad de expresión y el ejercicio efectivo del derecho a la información”. Difícilmente los contendientes internos en Unidos (Losada y Pullaro) acepten, en el convencimiento de que podrían ser utilizados por parte del PS como “fronting” para hacerse conocer. Se aviva pues el sempiterno debate sobre la instalación de los candidatos y su financiamiento.

Se dice que en el oficialismo provincial no habría una gran inversión en la campaña interna de su pupilo Marcelo Lewandowski, pues consideran que esa contienda la tienen ganada desde el vestuario, por el sólo hecho de ser “caballo de comisario”. El resto de los contendientes internos (Marcos Cleri, Leandro Busatto y Eduardo Toniolli) supuestamente corren desde atrás y con desventajas contra el “candidato oficial”; aunque los tres tienen sus anclajes nacionales.

Desde siempre los oficialismos (locales o provinciales) poseen un hándicap a la hora de encarar una campaña electoral del que el resto carece; lo saben quienes deciden enfrentarlos. Tampoco es científico que ello lleve al triunfo. Ejemplos sobran.

Una millonaria campaña electoral a gobernador requiere de aportantes privados (aún para quien, como dijimos, fuere el “candidato oficial”) sea en dinero en efectivo o en “especies” (financiando la logística como movilidad, cartelería, actos, agasajos, etc), lo cual siempre supondrá la insinuación de alguna “devolución de gentilezas” a esos mecenas cuando se llegare al poder; suspicacia imposible de contrarrestar.

El Secretario Electoral Dr. Pablo Ayala recuerda que los responsables económicos de los Partidos, 30 días finalizando la elección deben presentar su rendición de cuentas (en este caso el 15 de agosto), y resalta que “desde el año pasado se empezó a aplicar multa por faltas de rendiciones”.

No es patrimonio de estos tiempos presumir del “dinero negro” que supuestamente se blanquea en campañas políticas. ONGs, legisladores y organizaciones varias viven advirtiendo sobre el blanqueo de la plata del narcotráfico en inversiones financieras, inmobiliarias, concesionarias de autos y otros rubros que los Estados no investigan a fondo. Llegó a decirse que el narcotráfico se combatiría en la catastrófica Rosario si en lugar de Gendarmería enviarían a la City a la AFIP y la UIF.

En la política, hay candidatos que al tener una capilaridad partidaria territorial importante en cada pueblo y ciudad, sus oficialismos y militantes se ocupan de atender las demandas electorales, lo cual supone un alivio económico significativo.

Así y todo, en épocas de ajustes de bolsillos por parte de la población, ostentar lo menos posible en una campaña electoral es lo más aconsejable; lo cual contrastaría con la premisa de “recorrer el territorio y estar con la gente para escuchar sus problemas”, en una Provincia como Santa Fe con 365 pueblos y ciudades, distribuidos en 720 km de norte a sur y 380 km de este a oeste.

¿Hacer política sería entonces solo para ricos como Donald Trump – o Francisco De Narváes en Argentina – que se financiaron sus propias campañas electorales?; ¿o para las estructuras partidarias tradicionales? (que hoy día están subsumidas y subdivididas dentro de los “frentes”).

¿Y los “chicos”?

En estas elecciones PASO en la categoría Gobernador hay 13 precandidatos, de los cuales la mitad (PJ-UCR -PS) forman parte de esas estructuras partidarias tradicionales con gobiernos locales, provincial y patrocinadores privados dispuestos a “dar una mano” en la campaña. El resto se “las tendrá que rebuscar” como puedan con la faena de sus precandidatos locales, que no todos los tienen, más allá de los constitucionales 19 precandidatos a senadores y 28 diputados de sus listas.

Algunos como Eduardo Maradona junto a Lucila Lehmann de la Coalición Cívica se respaldan en padrinos nacionales (Elisa Carrió); Gustavo Marconato (Escucharte) ya caminó el año pasado gran parte de la Provincia “escuchando” a la gente como plataforma para su candidatura; mientras que Edelvino Bodoira (Viva la Libertad) además de la militancia evangélica, apuesta a un golpe de efecto extraordinario para posicionarse. La izquierda y Moderado apelarán al sacrificio de los adherentes para afrontar esta ciclópea campaña PASO, que supone perforar el piso electoral para seguir en carrera rumbo al 10 de setiembre.

Dicho sea de paso, en el sorteo de las ubicaciones de los precandidatos a gobernador, la primera foto en la boleta será la del rafaelino Bodoira, mientras que el rostro de Mónica Fein será el último que verá el elector.

La publicidad: otro de los problemas

En el caso de la Provincia de Santa Fe, el gobierno financiará las publicidades electorales en radio y televisión a partir del 26 de junio. Los Diarios y portales podrán pautar publicidad partidaria a partir del 16 de este mes.
Pero nada está normado – sería imposible hacerlo- en los supuestos “pagos por difusión” en los medios “tradicionales” locales (que ahora ofrecen a los candidatos “multi-plataformas”); y ni hablar de los porteños, a los cuales sólo tienen acceso unos pocos privilegiados.

Google y Meta (Facebook) permiten conocer las pautas de avisos políticos en sus plataformas: quién los contrató, estimar cuánto invirtió y saber cuánto tiempo se mostró esa propaganda y en qué zonas.

Mientras tanto de este lado del mostrador, hay una población electoral aparentemente ajena a los devenires de la política a la cual habrá que seducir, y a la que ahora se le agregará – inconstitucionalmente según nuestro criterio y el de especialistas- más de 85 mil jóvenes de 16 y 17 años, habilitados caprichosamente por el Tribunal Electoral ante la insólita lavada de manos de la Corte Suprema de Justicia, que abrió impredecibles puertas a futuros escándalos.

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