Pandemia y derecho a la verdad

Solo la verdad nos hará libres y cerrará heridas.

El derecho a la verdad tuvo su origen en los juicios vinculados a los crímenes de lesa humanidad, pero ello no quiere decir que el concepto no pueda hacerse extensivo a situaciones que guardan un nivel de semejanza por la gravedad de lo acontecido y por estar involucrado el propio estado y sus gobernantes. Esto se acentúa cuando estamos hablando de derechos de jerarquía superior como lo son la salud, la dignidad y otros tantos que hacen a la esencia del ser humano.

En concreto me refiero a lo acontecido durante la maldita pandemia. Es cierto que ya casi no se habla del COVID pero para los cientos de miles de argentinos que han perdido a un ser querido, o quienes han sufrido la pérdida de una fuente de trabajo o vaya a saber cuántos otros problemas, las heridas nunca cerrarán, al menos hasta que no tengan acceso a la verdad de todo lo acontecido, aunque sea dentro de los límites de nuestro país. No olvidemos que la cifra de muertos alcanzó casi los 130.000.

Y todos recordamos las vacunatorios Vip, los encierros, multas y encarcelamientos, mientras otros festejaban cumpleaños como si nada. También recordamos un padre que no pudo dar el último beso a su hija moribunda, u otro que tuvo que caminar con su hija gravemente enferma en sus brazos porque no lo dejaban avanzar con su auto.  Recordamos localidades y provincias con sus fronteras cerradas. Recordamos la ausencia de vacunas, mientras perdíamos la oportunidad de recibir la que al final resultó ser considerada la mejor de todas, y todo por nuestro favoritismo hacia quien poco tiempo después estuvo a punto de desencadenar la tercera guerra mundial, porque era “nuestro amigo”.  Quién puede olvidar al autopercibido cantante con su horripilante canción de “quiero la Pfizer”, mientras nuestros compatriotas morían de a miles. De decoro ni hablar, pero ni siquiera de buen gusto.  Puedo seguir con los ejemplos hasta el hartazgo, pero creo que el amigo lector los conoce tan bien como yo.

Pues bien, se trata de heridas que nunca cerrarán, al menos hasta que sepamos la verdad de lo ocurrido y en su caso los eventuales responsables -sean del signo político que sea- paguen sus culpas, si es que las ha habido. Ello también servirá para enfrentar -Dios quiera que no- nuevas calamidades como la que enfrentó la humanidad hasta hace muy poco.

Por ello, creo que todas las fuerzas políticas, deberían bregar para la creación de una comisión integrada por personas de indudable trayectoria científica, moral, ciudadana, para que se investigue con seriedad y profundidad todo lo ocurrido en esos dos malditos años de pandemia.

Se dirá que las comisiones no sirven para nada.  A un famoso líder político se le atribuye que cuando quería que algo fracase, creaba una comisión.  Pero eso es leyenda.  Sin la Conadep, que fue una comisión al estilo de la que propongo, no hubiera habido juicio a las juntas.

Sueño con ver dentro de algunos años una película en la que se refleje crudamente todo lo ocurrido desde diciembre de 2019 a la actualidad.  Solo la verdad nos hará libres y cerrará heridas.

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