Apostar al endeudamiento para seguir gastando

Como se sabe, básicamente hay tres escenarios posibles. El primero, que la Corte decida tomar el caso, el segundo que pida opinión sobre el mismo al procurador general de la administración Obama y el tercero que lo deniegue.

El primero de ellos, es el más favorable para el país –pero con pocas chances de ocurrencia-, el segundo sería un estado de situación intermedio entre los tres posibles y permitiría ganar tiempo al extenderse los plazos judiciales y el tercero, el más negativo, implicaría que la Corte desecha la petición, quedando Argentina al borde del default. Por estas horas, y según los abogados entendidos en la materia, el segundo escenario es el que más probabilidades tiene, incorporándose una alternativa, esto es, que la Corte postergue su decisión unas semanas.

Los bonos y las acciones reaccionarán –para bien o para mal- frente a cualquiera de los  escenarios comentados. Habrá claros perdedores y ganadores. Si se cumple el que más oportunidades hoy tiene, no habría un contexto de euforia pero sí de calma, ya que Argentina ganaría tiempo en la negociación.

Pero el análisis del plano financiero no debe soslayar la economía real que sigue ciertamente muy estancada. No se detienen las suspensiones en el sector automotriz, las ventas en los comercios evidencian números negativos, la construcción se retrae y la inflación no cede. El consumidor se muestra cauteloso ante una fuerte pérdida del poder adquisitivo del salario. El escenario de estanflación se consolida. Sólo basta mencionar que la inflación se ubica cerca del 40% anual en tanto que el nivel de actividad en abril –último dato disponible- se contrajo un 1,7% anual.

Lógicamente, el gobierno espera tener un resultado favorable en el conflicto con los fondos buitres –que podría lograrse con algunas de las opciones señaladas- para completar una serie de pasos que viene dando para amigarse con el mercado internacional y obtener financiamiento externo: arreglo con el CIADI a fines del año pasado, el pago a Repsol y el acuerdo con el Club de París.

La entrada de dólares sería crucial para llegar a fin de mandato sin sobresaltos, estabilizar las reservas y contener el precio de la divisa americana. No está en la agenda del gobierno realizar el tan necesario ajuste fiscal para recomponer las desequilibradas cuentas públicas y frenar la escalada de precios, por el contrario, a juzgar por las últimas medidas tomadas –moratoria previsional, aumento de la AUH, creación de la Secretaría de Pensamiento y del sistema de medición de audiencia- la política del “despilfarro para todos y todas” está a la orden del día. Es por eso que el gobierno necesita hacerse de fondos para seguir con su política de gasto imparable. El endeudamiento sería esta vez –tal como sucedió en los noventa-, la fuente para sostener egresos que no saben de límites.

La pregunta es, ¿ingresarán dólares a una economía signada por un intervencionismo creciente, por instituciones débiles y carente de credibilidad y confianza? La respuesta a este interrogante sería un “no”, ya que nadie quiere arriesgar su capital en un contexto que no ofrece ni previsibilidad ni reglas claras. Pero también, es cierto que el apetito inversor está y las tasas de interés que tendrá que pagar Argentina ofrecerían grandes oportunidades de ganancias. Justamente, en un nuevo índice que mide el interés de las multinacionales europeas y estadounidenses (Frontier Markets Sentiment Index), Argentina aparece como una nación muy atractiva para los inversores ocupando uno de los primeros lugares del ranking.

En virtud de lo anterior, sería de esperar que entren dólares, aunque no se sabe si estos serán suficientes para saciar un Estado ávido de recursos.

En efecto, con algo de dólares la economía podría entrar en una fase sin demasiadas tensiones financieras y cambiarias, que darían un respiro a la actual administración. La deuda podría frenar en parte la emisión monetaria y estabilizar la inflación en el orden del 2% mensual.

Lo más preocupante de cara al futuro es que la idea de no resolver los problemas de fondo sigue firme e intacta. El rojo fiscal permanece –y se agravará-, la inflación persistirá y la actividad mostrará números muy mediocres, dependiendo de cada sector en particular. Ni siquiera el tope a las tasas de interés que el Central dispuso en estos días alentará el consumo. La economía real seguirá en la cuerda floja.

Atrás quedaron las ideas de “desendeudamiento” y “vivir con lo nuestro”. Ante la encrucijada en la que se encuentra el gobierno, éste ha apostado por mutar de la emisión –aunque sea parcialmente- al endeudamiento para mantener la política del derroche. Si los mercados responden según lo esperado por el gobierno, quedará entonces para la próxima administración afrontar severos problemas financieros y económicos. 

Comentarios