¿Derechos digitales en la Constitución?: una advertencia sobre los riesgos de “sobrecargar” la carta magna

El abogado Garret Edwards cuestionó la iniciativa del socialismo santafesino de incluir garantías digitales en la reforma constitucional. “Constitucionalizar aspiraciones puede ser más simbólico que efectivo”, advirtió, y pidió discutir principios antes que plataformas.

La discusión sobre la reforma constitucional en Santa Fe sumó un nuevo capítulo con la propuesta del Partido Socialista de incorporar derechos digitales como la conectividad, la privacidad, la alfabetización digital, la transparencia algorítmica y el derecho a la desconexión. La convencional constituyente Gisel Mahmud defendió la iniciativa señalando que “el mundo digital y las tecnologías nos permiten avanzar como sociedad, pero también generan riesgos de los que hay que proteger a las personas”.

Sin embargo, el abogado Garret Edwards —especialista en derecho constitucional y nuevas tecnologías— advirtió que la intención de constitucionalizar estos derechos puede acarrear más problemas que soluciones si no se la aborda con prudencia. “No estamos ante una propuesta original, y en otras partes del mundo ya se ha visto que este tipo de medidas generan efectos no deseados. Una cosa es discutir estos temas, y otra muy distinta es cristalizarlos en un texto que está pensado para perdurar en el tiempo”, señaló.

Edwards sostuvo que incluir derechos digitales específicos, como la conectividad, sin definir quién los garantiza y con qué recursos, puede derivar en una carga simbólica sin aplicación real. “¿Quién financia esa universalidad? ¿El Estado? ¿Las empresas? ¿Los contribuyentes? ¿Y qué pasa si el Estado no puede cumplir con lo que promete? Los derechos cuestan, y alguien los tiene que pagar”, argumentó.

Desde su perspectiva, una Constitución no debe ser un “catálogo de deseos” ni un listado de buenas intenciones. “Tiene que organizar el poder, proteger libertades fundamentales y funcionar en tiempos de normalidad y de crisis. No puede inflarse con regulaciones microespecíficas que envejecen mal o que no contemplan su aplicabilidad real”, remarcó.

Edwards llamó a evitar el maximalismo garantista y el negacionismo digital, y propuso en cambio trabajar sobre principios generales que sean tecnológicamente agnósticos. “Hay que pensar en datos personales, derechos personalísimos, ética y transparencia, pero no atar la Constitución a una tecnología específica que puede quedar obsoleta en poco tiempo. La Constitución debe abstraerse de las herramientas del presente y enfocarse en los valores que perduran”.

Finalmente, cuestionó el sentido político detrás de algunas propuestas: “Muchas veces se piensa más en la foto, en decir que lograron incorporar tal o cual derecho, que en los costos y efectos reales de esas decisiones. Eso termina vaciando de contenido a la Constitución y complicando la vida de las personas en lugar de mejorarla”.

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