Mientras seguimos esperando las vacunas

Hace casi medio año mantuve una conversación con un viejo amigo, un exdocente santafesino, recién jubilado, que expresaba estar pensando en irse del país, que publicó este medio. Todavía no pudo. Porque no lo vacunan. Otra vez reproduzco un nuevo encuentro, textual y contado en primera persona. Quizás sirva de algo.

Por Ernesto Edwards / Filósofo y periodista / @FILOROCKER

“Sabés que me cuidé todo un año, hasta en los más mínimos detalles, recluido en casa y sin tener contacto presencial con nadie, salvo con mi esposa, en una inexpugnable burbuja. Evité cualquier riesgo, con distancia social y todos los protocolos. Siempre informado, para estar al tanto y actualizado. Veía cómo el país se hundía, mientras se perdían puestos de trabajo y se cerraban negocios y empresas. Aún así pensaba que la salud era un valor innegociable. Pero en ese convencernos de su relato, arruinaron la economía, y tantas otras cosas más.

De todos modos, no soy anticuarentena. Tampoco soy antivacunas, ni se me ocurrió decir que la Sputnik V era veneno. Pero, he aquí el problema, no soy kirchnerista. Odio la corrupción. No me gusta ser ventajero, tampoco que nos pasen al cuarto y se nos rían en la cara. Y aclaro, por las dudas: no soy macrista, ni del PRO ni de Cambiemos. Pero, ya lo dije, no podría ser K. Y eso parece ser un gran problema. Por lo menos a los ojos de los gobernantes. Porque no te habilitan en sus listados. No podés pertenecer al grupo de privilegiados que acceden al vacunatorio VIP. El de aquellos que tienen permitido saltarse la fila.

A la luz de cómo van distribuyendo las vacunas a lo largo del país, yo le diría al presidente Alberto Fernández que si quiere tener el monopolio de la vacuna nos tiene que vacunar a todos, claro que siguiendo un orden, un criterio, respetando prioridades que no tienen que ver con la pertenencia partidaria. Y si no puede sostener, como Estado, dicho monopolio, que no la maneje como personal y propia. Y que todo aquel que se haya ganado honestamente su dinero, si la quiere comprar, que la compre. Ahora, si esta iniciativa les parece mucho, y si nos quieren seguir engrupiendo con que ellos manejan la Salud Pública, que hay que ser solidario, y que conocen mejor que nadie las verdaderas necesidades del ciudadano, pero terminan favoreciendo a los amigos, es inaceptable. Yo soy muy solidario, pero si veo que Hugo Moyano y su familia se vacunan, y se justifican por ser personal de Salud, nos quieren tomar por estúpidos. Los ejemplos huelgan. Además, si redefinen ex post facto el concepto de “personal estratégico”, es todo muy oscuro.

Cuando saltó el escándalo de los Vacunatorios VIP, ese que dejó en evidencia los reprochables manejos que tuvo la primera plana del ministerio de Salud de la Nación, con Ginés González García y Carla Vizzotti a la cabeza, fue el momento en el que se confirmó lo que todos sospechaban: este gobierno nacional, además de exhibir una gran ineptitud a la hora de manejar la política sanitaria para protegernos de la pandemia, habida cuenta de los resultados en números de contagios y muertes -y que obviamente dichas personas no son sólo un dato-, también mostraban una gran falta de transparencia, ya en instancia preliminar de una campaña masiva de vacunación. Los condicionantes en cuanto a la producción de vacunas los están padeciendo los países más desarrollados, es cierto. Pero el fracaso a la hora de organizarse para vacunar le corresponde, por lo menos en estos primeros días, al gobierno de Alberto Fernández, para quien lo de Ginés y demás, no deja de ser un “error”, y nada más. Y que quejarse es prolongar una “payasada”.

Ahora bien: si hubo “errores” en Nación, ¿por qué no iba a haberlos en las provincias de corte peronista, tal como Santa Fe? Porque, ¿sabés?, me estoy enterando de montones de irregularidades en la vacunación de docentes iniciada este miércoles en Rosario. Y eso hace que me formule algunas preguntas. Mirando ese mismo día las fotos de un portal de los primeros vacunados, se veía el caso de un director de secundario privado que no da clase en primaria, que exponía su euforia, con obscenidad y descaro, sacándose fotos y haciendo con los dedos la V del Vacunado VIP. ¿Hasta dónde piensan llegar? ¿Los gremios docentes monitorean las vacunaciones? ¿Saben cómo se elaboran los listados? ¿No se les coló nadie? ¿Han tenido noticias de incorporaciones de privilegio? ¿Escucharon que se haya “recomendado” a alguien? ¿Hay que estar afiliado a algún gremio docente para tener prioridad en la vacunación? Si los gremios no dicen nada, ¿están queriendo significar algo? ¿Los medios “tradicionales” van a ocuparse del tema, o pauta oficial mata verdad? ¿Para Omar Perotti hay docentes de primera y de segunda categoría, dependiendo de su filiación? ¿Sólo van a vacunar a quienes trabajan en nivel obligatorio, o es todo a la bartola? ¿Es cierto que van a vacunar a maestros reemplazantes que ni saben si este año darán clases precianciales? ¿Y los docentes de nivel superior qué son? ¿Ciudadanos sin derechos? ¿Alguno se animará a contestarme? Dicho sea de paso, me mostraron la imagen de un director de terciario, que no da clase en secundaria, muy orondo ya vacunado. Y, por supuesto, haciendo la V de los VIP.

Todo esto que se está viendo no puede hacerse sin el auspicio del gobierno provincial y el silencio de los gremios. Porque también me mostraron otra selfie de Facebook, y me hago una pregunta más: ¿Se justifica para que te vacunen ocupar algún cargo, del tipo que sea, en alguna organización sindical docente, y que por ello estés relevado y no des clase, para que te vacunen en Santa Fe? Me dicen que sí. Pero Omar Perotti elige pasearse por el Galpón rosarino donde se vacuna, junto a dos de sus ministras, para avalar todo el movimiento.

Entro justo en la clase de los más 60. Cuando me jubilé archivé el correo electrónico. Pero desde que llené el formulario provincial para ser incluido en el listado de vacunación, ingenuamente chequeo a diario el mail, incluso el Correo No Deseado, para no perderme de nada. Con gran desaliento creo que seremos muchos que quedaremos postergados, o, peor, que con la excusa de la escasez de vacunas puedo quedar sin ser inoculado por mucho tiempo, con todo el riesgo de vida que ello conlleva, considerando, además que soy de grupo de riesgo. Y todo, por no compartir ideología, por quejarme, por seguir siendo rebelde.

Sigo pensando en irme. Pero sin estar vacunado será imposible”.

Si exponer esta conversación, o mejor dicho, este encendido monólogo de mi amigo, permite que llegue la inquietud al gobierno de Omar Perotti y algo cambie y mejore, entonces habrá servido de algo.

Por mi parte, sigo experimentando un gran desaliento y una enorme desazón. Y sigo comprendiendo a todos aquellos que continúan fantaseando con irse de este país que unos políticos están haciendo invivible. Mientras tanto, sin vacunarnos, no nos dejan opciones ni alternativas. No nos dejan salir.

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