“Hay que establecer reglas que no cambien cada cuatro años”

En el marco de nuestro 14 aniversario lanzamos un ciclo de entrevistas con empresarios destacados. Un diálogo intimista que descubre su personalidad y la fina percepción a la hora de hablar de negocios en Argentina. Hoy es el turno de un referente de la gastronomía joven que desempolvó la oferta culinaria rosarina

Reinaldo Bacigalupo es un joven empresario gastronómico de Rosario, socio de Grupo 83, el cual se dedica a la creación de nuevos proyectos y a la operación de marcas líderes en el rubro gastronómico, tales como Tea Connection, El Club De La Milanesa, El Sándwich del Club, Urban Crepe, Holy Mila, Green Eat, Sushi Pop y Rapanui. Su experiencia en el rubro lo llevó también a presidir la Asociación Mercado Pichincha, entidad que nuclea a los gastronómicos de uno de los corredores más importantes de la ciudad.

¿Qué cambiaría de las políticas económicas adoptadas en los últimos 14 años?

Básicamente, casi todo. Primero, hay que lograr establecer reglas claras, que no cambien cada cuatro años. Es imposible pensar a mediano plazo así. Necesitamos un plan estratégico a treinta años que exceda al gobierno de turno, una definición de qué país queremos ser. Todo lo que se viene haciendo solo genera más desempleo y falta de crecimiento. Hay que aflojar con la presión impositiva y bajar muchísimo el gasto público, que es ineficiente. Y votar cada dos años es una locura, las políticas económicas giran en torno a elecciones de corto plazo y así es imposible adoptar cambios de fondo.

Teniendo una idea brillante y los medios para llevarla adelante, ¿se puede hacer dinero hoy en Argentina?

Sin dudas. Oportunidades siempre hay, con mucho o poco capital para invertir. El problema es que se fomenta más la dependencia del Estado que la búsqueda de crecimiento por mérito propio en el mundo del trabajo. Se perdió la cultura del esfuerzo y, en muchas universidades, la educación independiente. La mayoría de los talentos que encuentran estas oportunidades, muchas veces no consiguen mano de obra para llevarlas a cabo.

¿Cuál es la mayor traba burocrática o tributaria a la hora de abrir una empresa en Santa Fe?

Hay muchísimas, pero te diría que son nacionales más que de la Provincia en sí. Emprender debería ser mucho más simple y sencillo. Y el Estado tendría que apoyar de manera contundente al que arriesga. Nos regimos por leyes u ordenanzas arcaicas que no actualizamos, en ocasiones, por más de treinta años. El mundo avanza, pero nosotros seguimos trabados discutiendo ideas viejas. Al sector privado hay que sacarle las tres valijas de plomo que tornan inviable al país: la fiscal, con una de las cargas impositivas más altas del mundo; la regulatoria, que implica un permiso burocrático para cada etapa de un emprendimiento; y la laboral, con leyes que solo incentivan a no tomar empleados.

¿Te incomoda la palabra empresario?

Para nada, por el contrario, me llena de orgullo. Emprender y estar inquietos es lo que nos motiva día a día; el buscar hacer y cambiar las cosas. No creo que tener dinero esté mal visto, simplemente es algo que un sector populista busca instalar. Por el contrario, me parece que acá se admira demasiado al que tiene dinero. En este país el ídolo de un asadito es el que tiene el mejor auto. Son valores culturales vacíos, en sociedades avanzadas esto no se valora tanto. La felicidad y el prestigio pasan por otro lado.

¿Qué otro proyecto te gustaría encarar por fuera de tu empresa actual?

Me gustan muchos rubros. Tecnología, desarrollos inmobiliarios, filantropía y deporte. Por fuera del ámbito privado, me gustaría poder ayudar desde mi lugar a tener una ciudad más moderna y amigable para el turismo. Estamos trabajando en Fundación Rosario en un proyecto muy interesante de concientización y convivencia ciudadana. En Red de Emprendedores buscando contar nuestras experiencias en diferentes universidades. En Mercado Pichincha y en UGAR, sabiendo que la gastronomía de la ciudad no está genuinamente representada, buscando potenciarla y comunicarla mejor. También nos gustaría ayudar a tener una ciudad sin perros en la calle.

¿Qué es lo que más te cuesta comprender de la sociedad argentina?

Me preocupa mucho el modo en que perdimos la humildad. Cuando viajás, te das cuenta de que el argentino se cree el mejor del mundo en todo. Y, si bien es verdad que tenemos muchas de las mejores individualidades, como equipo nos vamos a la C. Hemos perdido nuestra capacidad de escuchar y aprender. Tenemos que reconocer nuestras limitaciones, escuchar más y empezar a construir desde ahí.

¿Dónde buscas inspiración para tu negocio?

Lo que más me gusta para inspirarme es viajar. Conocer otras experiencias y formas de recreación. También desconectarme, ir al rio a escuchar música o leer. Busco también en los grandes emprendedores de nuestra era: Steve Jobs, Jeff Bezos, Richard Branson y Marcos Galperín. En cuanto a nuestro rubro, estamos eternamente agradecidos a los fundadores de El Club de la Milanesa, Federico Sala y Santiago Magliano, quienes confiaron en nosotros cuando no sabíamos nada de gastronomía. El empuje de ellos siempre nos obliga a ser mejores que el día anterior.

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