¿Es negocio la impresión 3D en la Argentina?

“A los 14 años empecé ‘cirujeando’ impresoras”, cuenta Santiago Scaine, socio fundador y director de Tecnología de Replikat, una de las pocas empresas que se dedica al desarrollo y la producción de impresoras y escáneres 3D en la Argentina. En aquel momento, rememora, “no sabía para qué los iba a usar pero dije ‘algún día voy a hacer algo con esto’”. Tiempo después, esa intuición permitió que construyera la primera máquina 3D (que aún se conocía como “prototipadora”) hecha, justamente, con partes de distintas impresoras que había levantado de la calle. “En los motores de las primeras máquinas dice Epson”, recuerda. Su historia (que comparte con Pablo González, quien lo acompaña como socio fundador y director de Operaciones de la compañía) es un ejemplo de emprendedurismo salvaje en el ecosistema argentino.

Scaine estudió los primeros años de Ingeniería Industrial en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y luego completó su formación con Management y Marketing en la Universidad de Palermo (UP). Eso le permitió tener una amplia perspectiva que conjuga el hardware y los negocios. En 2012, comenzó a desarrollar la impresora 3D tras ver una en youtube. “El presupuesto para arrancar la empresa fue de $500 mensuales; era lo que le sobraba a mi socio de su trabajo formal. Irónicamente, mi primer ‘sueldo’ en Replikat, después de tres años, fue de $500 también”, dice el emprendedor. Luego consiguieron financiación del Ministerio de Industria de la Nación: $100.000 con los que pudieron “nacionalizar” toda la electrónica y comprar herramientas de precisión.

Desde ese momento, alcanzaron diferentes hitos que permiten vislumbrar el crecimiento de la empresa. Desde febrero de 2014, ocupan una parte de un gran edificio que supo ser la fábrica de las baterías Champion en la localidad de Villa Martelli y, además, pasaron de un plantel de cuatro personas a los 24 que son actualmente. Cabe destacar que ya llevan vendidas 600 máquinas —que cuestan entre $25.000 y $50.000— y que tienen como clientes a empresas como Volkswagen, Colombraro, Lumilagro, Tupperware y FX Efectos Especiales, así como al gobierno nacional y al de la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, al día de hoy los socios no reciben un sueldo fijo tras cinco años de trabajo y actualmente buscan la manera de dar un salto cuantitativo, en medio de un contexto económico complejo para las Pyme: quieren conseguir sustentabilidad y masificación.

Creemos que el rumbo para el 2016 y 2017 va hacia la usabilidad y la personalización. Por eso, queremos invertir en ampliar el ecosistema y simplificar el proceso. Estamos intentando reformular la propuesta de valor, traer el hardware básico desde China y acá trabajar con usabilidad desde el software, agregando un servidor web que permita utilizar un repositorio online para que cualquiera pueda entrar, descargar un diseño e imprimirlo”, explica Scaine. En este sentido, están realizando rondas de inversiones privadas, a la vez que consideran una posible expansión: instalar dos líneas de montaje en el Parque Industrial que el Instituto de Altos Estudios

Empresariales (IAE) tiene en Pilar. En cuanto a las nuevas propuestas en las que están trabajando, una muy significativa es la posibilidad de desarrollar la impresión 3D directamente en metal. Es por esto que mantienen conversaciones con SKF (empresa de origen sueco que produce rodamientos, mecatrónica y sistemas de lubricación) y con la UTN Regional Córdoba. Además, sellaron un acuerdo con Telefe para construír la impresora 3D más grande del país (con un área de impresión de un metro por un metro por dos metros de altura) así como la capacitación que se le brindó al personal del sector de Arte del canal. “Necesitamos encontrar socios que quieran acompañarnos en este camino”, cierra el emprendedor.

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