El fenómeno del “hijo vago”

“Dos negras dominicanas, una casa en la playa, tiempo que perder”, cantaba Iván Noble sobre la vida de quien está salvado económicamente. Y es esa misma mentalidad la que tratan de evitar los emprendedores que crearon empresas exitosas y no quieren que sus hijos se entreguen a la buena vida, champán y auto de lujo de por medio. Así se pone en marcha el trabajo de los padres exitosos para evitar que el “hijo se tire a chanta”.

“Tiene pautas concretas, como terminar el colegio y seguir una pasión”, explica Sebastián Stranieri, fundador y CEO de VU Security, sobre su hijo de 17 años. Stranieri, cuya empresa de seguridad opera en 17 países, también es padre de una nena de cinco meses. Y como tantos otros emprendedores, se hizo de abajo, con esfuerzo y poco y nada en el bolsillo. 

“Yo vengo de una familia de clase media, por momentos de clase media baja; mis viejos siempre fueron empleados y yo entendí el valor de las cosas. Pero al mismo tiempo sé que me cuesta trasmitírselo a mis hijos. A veces, haber sabido lo que cuestan las cosas te hace ser más permisivo con tu hijo”, relata, emocionándose con el recuerdo de su lucha para crear la empresa.

Mostrarle al heredero que hay que seguir trabajando, pese a que las familias cuentan con un buen pasar económico, es un trabajo minucioso y que se hace todos los días. “Es difícil la situación. Creo que se transmite primero lo que uno valora”, cuenta Daniel Nofal, cofundador de empresas como iPlan y uno de los creadores de Fibertel. El emprendedor pone el ojo en aquellos padres que no hacen tanta palanca en motivar a sus hijos a esforzarse. “Hay personas que nacieron ya en cuna de oro y están felices de que sus hijos tomen el lado liviano de la vida. Me parece válido pero no es lo que yo espero porque las personas no son del todo felices en ese lugar”, destaca Nofal.  

Y si bien tiene hijos chicos –una nena de 9 y un nene de 8 años- ya piensa en transmitir el mensaje correcto, para que el hacer –y no simplemente el disfrutar- esté presente en ellos. “Los chicos te ven. Yo a mi hijo lo llevo a iPlan, le muestro los data centers y él se impresionan con eso. Incluso en la empresa tenemos un día donde llevamos los chicos al trabajo. Entonces ven dónde trabajan sus padres, se les despierta la curiosidad y naturalmente quieren ser como ellos”, agrega.

Pero Stranieri y Nofal no son los únicos emprendedores exitosos que trabajan sobre este tema. Alejandro Estrada se define como emprendedor “fintech”, es decir, de finanzas y tecnología. En su haber cuenta empresas como iBillonaire, Moni.com.ar y Dinero Mail, entre otras. Y en su familia ya hay un tema recurrente: hay que trabajar. “Yo los llevo a una reunión con un inversor o con un equipo de tecnología. Y aunque no entiendan nada los hago estar. Escuchan el tono de voz, el problema y cómo lo resolvemos”, dice Estrada sobre cómo elige que sus hijos vean el esfuerzo y no se queden en el molde de los ni-ni (ni estudiar-ni trabajar), algo que por suerte no le sucede. Tiene cuatro hijos -de 19, 17, 13 y 3 años- y son los dos más grandes quienes ya lo acompañan. “Ellos ven el tema de la pasión todos los días; es como ser hijo de un músico y ver a tu papá todo el día con el instrumento”, compara Estrada.

Para fomentar el esfuerzo en sus hijos más grandes decidió que su hijo de 17 años trabaja gratis en la aceleradora NXTP Labs, con quien Estrada mantiene contacto hace tiempo. “Los llame y les dije: ‘Te mando a mi hijo para que haga lo que tenga que hacer, desde preparar café, acomodar una silla o lo que sea”, cuenta. Lo mismo sucedió con su hija de 19 años, quien trabajó para la empresa Recarga Box y, en los Estados Unidos, junto a los emprendedores argentinos creadores de Hickies. 

Quién podrá defendernos

El padre exitoso y el hijo entregado a los placeres -y no al esfuerzo- es tema de preocupación en el mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, la empresa Ascent Private Capital Management apunta a que los hijos de los millonarios aprendan a trabajar el impacto de la riqueza. Para esto se valen de un historiador y dos psicólogos con el objetivo de explicarles que, además de disfrutar el dinero, hay que saber usarlo y cuidarlo. Obviamente, este “Centro para el Impacto de la Riqueza” tiene un costo inicial de US$ 200 mil anuales. ¿Cuál es el objetivo? Buscar que las fortunas familiares encuentren herederos capacitados y motivados en estar detrás de los negocios y no esquiando en Aspen.

En la Argentina también sucede. Un informe del Club Argentino de Negocios de Familia (CANF), empresa dedicada a realizar transiciones generacionales dentro de una firma, señala que solamente el 30 por ciento de las compañías familiares sobrevive a la sucesión gerencial. El 70 por ciento restante sufre la quiebra o es comprada por otra empresa. Es decir que contar con el conocimiento para afrontar el desafío es crucial.

Más allá de a qué se dediquen los hijos, los emprendedores coinciden en que tener los conocimientos en la cabeza es contar con la mejor espada para defenderse en la vida. “Mi viejo me inculcó que el trabajo es lo importante, que si tenés conocimientos jamás vas a ser pobre, porque el conocimiento no te lo pueden sacar. Vos una empresa la podés fundir, te la pueden compran o hasta expropiar. Pero los conocimientos no te los pueden sacar. Creo mucho en estudiar, en ser un autodidacta”, revela Nofal, quien asegura que “las grandes empresas se hacen de a más de una persona, son grupales los éxitos. Y si sos buena persona y te relacionás con buenas personas, vas a tener el éxito acorde a eso”.

Esto mismo le ocurre a Stranieri. “El fondo de la fortuna es saber qué voy a hacer cuando tenga esa dinero, qué valor voy a generar”, dice y agrega: “En mi cabeza siempre estuvo el desarrollo de la sociedad, porque para mí, aquello que la sociedad te da vos se lo tenés que devolver con un valor agregado”.

Para los emprendedores, que la familia tenga un buen pasar económico no significa que hay que desmerecer el dinero. “Yo en casa hablo de cuánto cuestan las cosas y las analizamos”, narra Estrada. Mientras tanto, le huye a la idea de “tomarse un año sabático”, una frase escuchada entre muchos chicos y chicas que provienen de cunas de oro. “Eso de ‘tomá US$ 20 mil’ y andá a dar la vuelta al mundo no me gusta, porque no soy muy amigo del año sabático. Es algo que quizás uno se puede permitir cuando es más grande y tiene sus recursos”, afirma y aclara: “En mi casa se produce, luego se disfruta”. 

Fuente: apertura.com

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