Trigos con alto potencial de rendimiento

Al abrir el encuentro, el Ing. Agr. Marco Prenna, Subdirector de Insumos Agropecuarios de ACA se refirió a las razones para ser optimistas en referencia a la recuperación de la superficie a implantarse con trigo: un mejor precio del cereal, una mejor relación insumo/producto y más opciones de comercialización, especialmente en los mercados externos.  “Será un año de más de 5 millones de hectáreas de trigo, porque sin retenciones, la relación insumo/producto de fertilizantes es una de las mejores de los últimos años, reflejando que se necesitan entre 5 y 6 toneladas de trigo para adquirir 2 toneladas de fertilizantes (una de urea granulada y una de fosfato diamónico), considerando precio puesto en instalaciones portuarias”, destacó Prenna. Además sostuvo que “apuntar a trigo de buena calidad será una de las estrategias de los próximos años, ya que la experiencia indica que la calidad se paga”.

Por otra parte, señaló la importancia de que el productor elija una buena genética a la hora de sembrar, y luego realice una adecuada fertilización fosfatada y nitrogenada, para obtener un trigo de buena calidad industrial y por consiguiente, un mejor precio de venta.  “Estamos convencidos que este año 2016 es una excelente oportunidad para sembrar y cosechar los trigos ACA”, concluyó.

Cultivares de alto rendimiento

El Ing. Agr. Leandro Ortis de ACA presentó la performance de distintas variedades de trigo de la marca y recalcó que “los objetivos de mejoramiento de ACA son desarrollar y liberar cultivares de trigo con alto potencial de rendimiento”, al tiempo que destacó el logro de variedades resistentes a roya del tallo, en cultivares de ciclo intermedio y corto.

La compañía continuó con el mejoramiento genético de trigos en su Criadero de Cabildo, en las cercanías de Bahía Blanca, y en los últimos años agregó otros ambientes de mejoramiento de semillas de trigo, como Pergamino y Balcarce. “También resultaron muy importante los aportes del laboratorio biotecnológico de Pergamino, que mediante el uso de marcadores moleculares, nos permitió obtener el trigo ACA 303 Plus, de grupo 1 de calidad industrial y con tolerancia a fusarium”, destacó Ortis.

La gran variedad de trigos ACA de altos rendimientos, muy buena sanidad, y alta calidad industrial conforman una óptima combinación para el productor argentino, ratificado por la muy buena participación de mercado alcanzada en los últimos años, que supera el 20% de las semillas de trigo comercializadas en la Argentina.

Los trigos ACA de alta calidad industrial panadera, clasificados dentro del grupo 1, son las variedades ACA 315, ACA 356 y ACA 360 (de ciclos largos) y ACA 908 (de ciclo corto).  A ellas se suman las variedades de sangre francesa Ciprés, Cedro y Gardell.

Estrategias de fertilización en trigo para rendimiento y calidad

Sobre el tema disertó el Ing. Agr. Gustavo Ferraris, de la Estación Experimental Agropecuaria INTA Pergamino, quien destacó que “podríamos estar actualmente ante un escenario ideal ya que este año habrá un buen perfil de agua en el suelo, que podrá aprovecharse eligiendo dosis de nitrógeno (N) y estrategias de reposición de fósforo (P) de corto y largo plazo, pensando en la situación deficitaria que este nutriente presenta en la mayoría de los suelos agrícolas argentinos”.

Al respecto, recordó que Argentina viene de una historia de baja fertilización y balance de nutrientes negativo, porque la agricultura estuvo basada en un cultivo altamente extractivo como la soja. “El objetivo en los próximos años será desandar el camino y recuperar el balance de nutrientes”, sostuvo Ferraris. Detalló que el N se utiliza para conseguir rendimiento y calidad, objetivos que muchas veces se comportan en relación inversa, y que la eficiencia del trigo para asimilar el nitrógeno es similar para el existente en el suelo y para el agregado por fertilización.

Respecto de las aplicaciones, dijo que no hay una estrategia única. Detalló que hacerla a la siembra, sin un ajuste posterior, es razonable para rendimientos medianos a bajos. Pero en años muy húmedos, es preferible la fertilización al macollaje, siendo indistinto en años secos, aunque a medida que suben los rendimientos se requiere una aplicación partida entre siembra y macollaje.

Por otra parte, explicó que “la oferta total de N se relaciona en forma directa con la proteína en el grano. Existe una relación inversa entre contenido de proteína y rendimiento”. Cuando la dosis de N es fija, obtener más rendimiento implica conseguir menos proteína en grano mientras que cuando el nivel de fertilización es más alto, esa relación varía bastante. Para usar la mejor genética y obtener más rendimiento hay que ajustar la dosis para mantener el porcentaje de proteína, que depende de la relación N disponible/tonelada de granos producida, y cuya mayor disponibilidad se da con una aplicación de fertilizante particionada.

Además señaló que para monitorear el contenido de N en el suelo deben abandonarse las herramientas de suelo y usarse otras más modernas, como la utilización de imágenes satelitales que predicen hasta con un 85% de certeza el N disponible.

Ferraris también abordó la problemática del fósforo (P), cuya disminución en los suelos provoca una alarmante caída de los rendimientos de trigo, a tal punto que las pérdidas de macollos y espigas supera largamente el 10%.

Señaló que en cultivos exigentes, al aumentar la dosis de P cuesta encontrar el techo de producción, aún con dosis muy altas, y que a medida que se incrementa la reposición de P, aumenta la eficiencia de utilización del nutriente.

Al mismo tiempo, recordó que el P es un nutriente de alta residualidad, razón por la cual se recomienda manejar una estrategia de largo plazo, al tiempo que señaló que su aplicación al voleo no limita el rendimiento. Finalmente sostuvo que “frente a la perspectiva de crecer en superficie de trigo es muy importante detectar, en cada región, cuáles son las variables claves que hacen al rendimiento y a un manejo por ambiente que maximicen la producción”.

Ferraris también se refirió a la relación insumo/producto, y señaló que hace un año hacían falta 25 kilos de trigo para comprar 1 kilo de fósforo elemento y actualmente sólo se necesitan 16 kilos.

Calidad, estado de situación y acciones

Sobre este tema, disertó el Lic. Miguel Cardos, miembro del Comité de Cereales de Invierno de la Comisión Nacional de Semillas (CONASE), responsable del laboratorio del Molino Harinero Campodónico y docente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

La calidad panadera del trigo y la importancia que tiene el gluten como estructurador del pan, los panificados y las pastas fue el aspecto central de su disertación. Recordó que el gluten tiene que ser los suficientemente extensible y elástico, de manera que puede contener CO2, para ser de buena calidad. La relación entre extensibilidad y elasticidad se conoce como factor PL, que establece la estabilidad farinográfica de la harina, que mide la capacidad de absorción de agua y las condiciones de amasado de una harina. Al respecto, explicó que un trigo blando (para galletitas) toma 54% de agua y uno bueno absorbe un 60% de agua.

En cuanto a la calidad del trigo y las harinas, Cardos explicó que los molinos necesitan previsibilidad, razón por la cual las harinas tienen especificaciones en cuanto a parámetros de estabilidad farinográfica y gluten, que a su vez requieren determinados trigos y que obligan a clasificar por calidad, que es el mejor negocio para los molinos a los que calificó como “una industria de la separación”.

Por eso, al comprar y recibir el trigo, los molinos clasifican y luego mezclan a fin de obtener la harina requerida por sus clientes. Como el molino sólo separa los componentes del trigo, si la materia prima es mala, la harina lo será también. “Por eso, el grano a moler para obtener harina debe tener alto peso hectolítrico, bueno peso de 1.000 granos, desarrollo uniforme, bajo contenido de cuerpos extraños y mínima contaminación de bacterias, hongos e insectos”, concluyó.

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