Resurge el negocio ganadero

Se realizó una nueva edición de Experiencia Forrajera. Y durante el encuentro, el manejo de alfalfa no pudo faltar. El tema fue desarrollado por Sebastián Depino, de Forratec, quien sostuvo que “la clave para conseguir un suelo en condiciones aptas para una implantación exitosa reside fundamentalmente en el tiempo de barbecho”. Y recomendó aumentar la productividad y el aprovechamiento de las praderas perennes mediante la intensificación del uso de tecnología de procesos e insumos. “La relación precio de la carne e insumos es muy buena”, dijo.

Depino alertó sobre los niveles de acidez de los suelos y el cultivo de alfalfa, y recordó que la forrajera es una bomba de extraer nutrientes. Por ejemplo, 10 toneladas de materia seca por hectárea de alfalfa extraen 300 kg de nitrógeno, 35 kg de fósforo, 300 kg de potasio, 110 kg de calcio, 25 kg de magnesio y 35 de kg de azufre.

Ezequiel Angeli, de CHR Hansen, se refirió a cómo funcionan en el silaje y para qué sirven los inoculantes. El técnico recordó que al ensilar alfalfa se producen menos pérdidas y se tienen mayores valores nutricionales. A la hora de las recomendaciones, puntualizó: almacenar la alfalfa entre un 35% a 40% de materia seca; ver el tamaño de las partículas adecuado, “si el silo va a ser nuestro único aporte de fibra, hay que trabajar con tamaños más grandes -2,5 cms-“, dijo; y llevar lo más rápido que se pueda el forraje cortado al silo para eliminar el aire y hacer una buena compactación. “La fermentación se produce en ausencia de oxígeno y hay que ponerla en marcha de inmediato”, apuntó.

“Cuando compramos un inoculante adquirimos bacterias que colonizan las masas. Para funcionar debe tener 100.000 unidades formadoras de colonias”, dijo Angeli.

Desde INTA General Villegas, Daniel Méndez llegó para desmitificar que los verdeos son un recurso caro. El técnico comenzó afirmando que un verdeo de 3000 kg/MS/ha puede dejar un margen bruto de 33 dólares por hectárea y que fertilizándolo puede llegar a 5000 kg/MS/ha y un margen bruto de 150 dólares. Además, detalló que de 0,21 dólares por hectárea de retorno se pasa a 0,90 fertilizando con nitrógeno y azufre la pastura.

En el campo, la jornada Experiencia Forrajera también abordó puntualmente la nutrición de los suelos. Fue Cristian Alvarez, de INTA General Pico, quien puso de relieve todo lo que se deja de ganar por no fertilizar. “Lo que manda es la cobertura”, dijo y recordó el agua que se pierde y la sal que se retiene en el suelo por la falta de cuidado de los suelos.

Matías Sack, de Bunge, recomendó la reposición de fósforo en maíz y dijo que en los ensayos, sólo la respuesta a fósforo en el cultivo muestra ganancias de 400 kg/ha. Cuando se incorpora nitrógeno, fósforo y azufre, el rendimiento sube en 1700/2000 kg/ha. Con estos datos, el técnico invitó a analizar el retorno por cada dólar invertido en nutrición.

Gastón Añez, de KWS, presentó los híbridos de maíz y recordó que cuentan con un programa genético propio en la Argentina y en especial de sileros. “Nuestros maíces permiten realizar un ajustado manejo de las densidades de siembra de acuerdo al lote, debido a que se caracterizan por sus espigas flexibles”, dijo.

El asesor privado Mauro Mortarini trajo a la jornada el manejo de malezas. Dijo que hay que cambiar la forma en que las controlamos. “La planificación es clave” y hay que superponer la residualidad de los cultivos con una actitud preventiva. Hay que meter la sembradora en un lote limpio”, apuntó. En su opinión, la segunda camada de Rama Negra es la que no estamos manejando bien y este año se están perdiendo más de 1000 kg/ha de soja por la presencia de Yuyo colorado. Para las clorídeas recomendó rotar activos y dejar el graminicida para un golpe final.  

Juan Orfail, de Dupont, presentó la tecnología STS y destacó las posibilidades de usar Ligate en los barbechos y Fitness para los de trigo.

En Experiencia Forrajera también estuvieron los fierros. José Costamagna, de Claas, relató el trabajo que hicieron dos picadoras JAGUAR sobre un lote de maíz y otro de sorgo, depositando ambas el forraje en un carro compactador de la firma Akron. Un producto de fabricación nacional que también se puede usar como esparcidor de estiércol.

Claas también exhibió su rastrillo giroscópico LINER 1650, la segadora DISCO 3500 trc, y Mainero su rotoenfardadora 5886, que permite confeccionar rollos de 1,56 m de ancho y hasta 1,80 m de diámetro y cuenta con un recolector extendido de 2 metros de ancho que evita pérdidas de material. El equipo logra de 45 a 50 rollos por hora, cuenta con neumáticos de alta flotación y capacidad para portar hasta 12 bobinas de hilo que le da alta autonomía de trabajo. Además, el monitor electrónico permite comandar todas las funciones desde la cabina del tractor.

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