Cómo mejorar la producción forrajera desde el suelo

Quien invierte en la siembra de una pastura busca no solamente extender sus años de duración sino también lograr la mayor producción de materia seca de calidad por hectárea posible. En la Cuenca del Salado, la producción de forraje es un tema central y los suelos son una limitante a tratar. Partiendo de esta realidad, la División Nutrientes y Protección de Cultivos de Nidera y Gentos -empresa dedicada al mejoramiento genético de especies forrajeras-, realizó un convenio con el objetivo de realizar ensayos que aporten información sobre la relación entre el balance de nutrientes en suelo y su expresión en las pasturas.

Marcelo Palese, técnico de Nidera Nutrientes, explica que “los ambientes de la Cuenca del Río Salado siempre fueron complicados, así son en su génesis. Generalmente tienen distorsión de pH, que de no tratarse alcanzan la categoría de crónicos y en ambientes bien definidos pueden sufrir además algún impedimento subsuperficial, que es lo que obliga a pensar que el desarrollo de la raíz va a ser corto”. En muchos casos, con el paso del tiempo, el trabajo de corrección de suelos permite habilitar nuevas áreas para la agricultura. Mientras tanto, los resultados pueden saltar a la vista a la hora de producir pasturas. 

Inicialmente, los ensayos involucrados en el acuerdo entre Gentos y Nidera se están realizando en el establecimiento San Miguel, ubicado en Maipú, provincia de Buenos Aires. Allí se hace cría y recría. El objetivo es medir la evolución de las pasturas sobre suelos con limitantes. “No solo medimos materia seca sino contenido mineral. Se hacen las correcciones en los suelos y se van analizando los resultados, que siempre son positivos”, explica Palese. Los datos obtenidos de los ensayos se comparten luego entre los productores de la región. El objetivo es que lo que redunda en beneficio en ese ambiente, pueda ser evaluado y replicado en otros establecimientos a partir de los debidos diagnósticos.

No es la primera vez que Nidera realiza esta experiencia, ha habido casos de éxito en campos ubicados en Chascomús, Castelli, General Alvear, Saladillo, e incluso en la provincia de Corrientes (entre Curuzú Cuatiá y Baibiene). El caso de General Alvear es un ejemplo a considerar. Allí, al quinto mes, cuando se realizaron las aplicaciones al suelo con la pastura instalada –en macro parcelas-, ya se contaba con un 24% extra de materia seca en varias de las jaulas tratadas vs el testigo, con tratamiento convencional e histórico del ganadero, basado en fosfato diamónico. A este dato se suma la existencia de recursos minerales extra, tales como fósforo, magnesio, cobre, calcio, en la materia seca de las jaulas tratadas aún luego del segundo año.

El técnico explica que “una de las alternativas, de gran práctica hace 15 o 20 años, era pasarle el subsolador. Pero está comprobado que las tareas de rompimiento del suelo por medios mecánicos no alcanzan, mucho menos cuando se corre el riesgo de tener exceso de agua. Entonces la tarea puede diluirse en 48 o 72 horas. El panorama es distinto si no hay problemas de ascenso de napa y de expresión capilar. Para esto es clave hacer el análisis sub-superficial, a más de 60 centímetros. Y si hubiera algún problema a esa distancia hay que ir más abajo. De allí se determina si es bueno utilizar un subsolador y cuál es la mejor estrategia para aplicar correctores de suelo”.

La corrección de suelos modifica el desequilibrio que pudiera haber entre el exceso de sodio o el de potasio, versus el nutriente que el productor quiere que gobierne. “Generalmente, los pH son muy altos, están arriba de 7,2 7,3 7,5, entonces lo que se busca es atemperarlos, y que lleguen a 7,2 o 7 o 6,8. De esta forma se despejan los excesos de sodio o de potasio, e incluso, algunas veces, de magnesio o la combinación de cualquiera de ellos”, detalla Palese.

¿Cómo se corrigen? El técnico explica que hay materiales con base de azufre. En el caso de Nidera, se trata de Azugran, un corrector concebido para la realidad de esta Cuenca, entre otras situaciones. El producto contiene azufre y calcio que se presenta en micropartículas perfectamente esféricas, totalmente aptas para aplicaciones en línea de siembra o al voleo. Para los casos complejos, el Azugran potenciado, que además contiene magnesio, es útil para lograr el balance adecuado con el resto de los nutrientes requeridos en las pasturas.

En los casos en que se demande fósforo de forma inmediata, Nidera cuenta con Labrador P, un fertilizante líquido que se adapta especialmente a suelos con pH altos. Este producto también tiene una presentación altamente estable con nitrógeno y/o azufre.

Pero, en general, todo depende de la estrategia. “A veces los suelos no tienen problemas de pH pero sí tienen bajo contenido de calcio o de magnesio. Entonces hay que adecuar esos elementos sin modificar el pH”, dice.

Las deficiencias se van corrigiendo paulatinamente. Lo cierto es que estas carencias del suelo luego se ven reflejadas en problemas de hipomagnesemia en los rodeos o desórdenes de inducción en las vacas  posparto. Estos problemas son prevenibles a partir de la corrección de los suelos. Es posible aportar magnesio a una pastura para que luego sea aprovechada por el animal en forma directa.

“Las correcciones de suelo no sólo alcanzan a nitrógeno y fósforo sino también al uso de micronutrientes como zinc o manganeso, pero siempre pensando en plazos de 3 a 4 años, para lo que hace falta la introducción de nutrientes en cantidad. Después de ese tiempo, se realiza un nuevo aporte que siempre va a ser menor y tenderá a acompañar los requerimientos de la pastura durante toda su vida útil”, detalla.

Otra de las herramientas que contribuye a resolver las limitantes de suelo son los bioactivadores. Con la marca Nutridor, Nidera cuenta con este producto que aplicado a la semilla de la pastura permite alcanzar una mayor performance en la interacción planta-suelo. Esto redunda en un mejor anclaje de raíz, permite sobrellevar períodos de estrés abruptos y ayuda a la toma de nutrientes nativos y aportados vía la fertilización convencional.

Palese explica que en primer lugar, para corregir el suelo, es clave limpiarlo de malezas. Para eso, utilizan el herbicida de amplio espectro de control Glifopampa, de Zamba. Es necesario tener el lote limpio de modo de aprovechar el máximo usufructo de los nutrientes del suelo. Una vez hecho esto, se realiza el diagnóstico y de acuerdo a sus resultados, se aplican los correctivos. Más tarde se siembra la pastura, se nutre el cultivo y se continúa monitoreando en el tiempo. Al tercer año seguramente se nutrirá la pastura nuevamente y el cuarto o quinto, se aplicarán los correctivos necesarios al 50% de las cantidades que se utilizaron al comienzo. En el proceso, se habrá ganado no solamente en materia seca y calidad nutricional de la pastura, sino también en la duración de ésta a lo largo del tiempo.

Para el técnico de Nidera, es necesario desmitificar la creencia de que la fertilización de bosteo contribuye a aportar los minerales necesarios: “La pregunta que el productor debe hacerse es ¿cuántas cabezas de ganado en 10 mil metros cuadrados hacen falta para cubrir el mínimo de nutrientes en un suelo esquilmado y desmineralizado cuando por la acción de orina una cabeza cubre sólo 50 centímetros cuadrados y por bosteo 10 centímetros cuadrados. Lo importante es el conocimiento de ese suelo a lo largo del tiempo, de modo de llegar con la práctica acertada de alto impacto y de rápida retribución en las pasturas que la hacienda consume”.

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