¿Adiós al sifón?

Country Manager de SodaStream, la empresa israelí desembarcó con su máquina que transforma agua corriente en soda y promete sacar del mercado al entrañable sifón. La Argentina servirá como plataforma de la compañía para saltar al resto del mercado latinoamericano. “Está previsto también poner una planta de recarga en el país que sea la proveedora de la región”, anticipó el ejecutivo.

Un cilindro de dióxido de carbono es el encargado de gasificar el agua tan solo presionado un botón. La idea nació en 1903 de la mano de Guy Gilbey, que en ese momento trabajaba en la destilería W&A Gilbey, aunque la primera máquina fue construida recién en 1955. “En 2007, la empresa es adquirida por un fondo israelí que la compra por US$ 6 millones”, relató Calandrelli durante la presentación oficial del producto. En 2010, SodaStream comenzó su aventura bursátil en Nasdaq vendiendo sus acciones a US$ 20 y actualmente, según Bloomberg, sus títulos valen un 223 por ciento más –US$ 64,61– y está valuada en US$ 1384 millones.

El modelo Crystal está hecho de aluminio y viene equipado con una botella de vidrio.

“Nos costó mucho que esto sea real, hay industrias a nivel internacional que tratan de ponernos palos en la rueda. No solo queremos hacer buenos negocios sino que queremos salvar al mundo”, aseguró el Country Manager de la empresa en el país. Según el directivo, dos de los pilares fundamentales de SodaStream son: la conveniencia de no tener que cargar con pesadas botellas y el hecho de no tener que tirar envases de plástico para utilizar la máquina.

En la Argentina, la empresa israelí comenzará a comercializar 20.000 unidades en Fravega, Jumbo y Mercado Libre –mediante su propia tienda oficial.  Aunque, según Calandrelli, hay más de una docena de modelos en el mundo, por ahora serán solo dos los que se vendan en territorio nacional: Fizzi y Crystal. El primero tendrá un precio de $ 2199 y vendrá equipado con una botella de plástico y un cilindro carbonatador, mientras que la versión Crystal contará con una máquina de aluminio, botella de vidrio y costará $ 3950. “El producto es el mismo, pero algunas personas prefieren llevar una botella de vidrio a la mesa”, explicó el ejecutivo.

Si bien en el exterior la compañía ofrece la posibilidad de preparar jugos gasificados mediante pods con sabores concentrados, en la Argentina habrá que esperar a que el producto se asiente en el mercado. “Esta máquina está hecha para gasificar agua, una vez que ya realizaste el procedimiento podes agregarle lo que quieras, desde limón, menta, kiwi o pepino”, expresó. Y advirtió: “No recomiendo poner directamente jugo a gasificar porque la reacción química que genera en algunos productos puede hacer desbordar la botella”.

Para utilizar tanto el modelo Fizzi como el Crystal solo hay que cargar el cilindro a la parte posterior de la máquina, llenar la botella hasta el punto indicado –840 mililitros-, y presionar el botón hasta obtener el punto justo de gas. Cada cilindro rinde hasta 60 litros y desde la compañía aseguran que llevando el envase vacío a un punto de venta se podrá obtener uno nuevo por $ 299. “Las máquinas son importadas, pero lo que seguramente hagamos es recargar los cilindros acá porque eso genera muchísimo movimiento. Cuando ya hay una cantidad de aparatos en el mercado, la recarga empieza a ser algo constante y fuerte”, analizó Calandrelli sobre el modelo de negocios de SodaStream.

Con presencia en más de 40 países, la empresa decidió abrirse camino en el mercado latinoamericano desde la Argentina porque “es un país muy sodero”. “Es uno de los mercados de mayor consumo de soda, está en el top 5 del mundo. Es más, el concepto de ‘sodero’ que nosotros tenemos tan presente existe solo acá y en República Checa”, señaló Calandrelli y aseguró que en el país se consumen alrededor de 80 litros de soda al año por cabeza. El directivo describió a SodaStream como “el Netflix de la industrias de las bebidas por lo revolucionario de su sistema”. Mientras tanto, la gaviota seguía chapoteando alzando el cartel que repetía: “A la m….a las botellas de plástico”.  

Fuente: revista apertura

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