Sangrado Uterino Anormal: cuando la menstruación es sinónimo de pesadilla

Por Cortez Cristina
Ginecología

Las menstruaciones mensuales son un rasgo de la civilización moderna. Históricamente, la mujer tenía un alto número de embarazos y largos períodos de lactancia, por lo que las menstruaciones eran relativamente infrecuentes. Actualmente, gracias a los métodos contraceptivos altamente efectivos, las parejas pueden elegir el tamaño de su familia y las mujeres pueden esperar menstruar más de 400 veces durante su vida reproductiva.

Una menstruación normal presenta, en promedio, una duración de 5 días cada 21 a 35 días, siendo la pérdida mayor en los primeros 3 días.

Es necesario aclarar que cada mujer, transcurridos sus primeros años de adolescencia, desarrolla un patrón de sangrado propio, que es variable, y que va a permanecer constante a lo largo de sus años reproductivos. Lo anormal sería la variación de patrón. Es habitual que al menos 2 ciclos por año sean “anormales”, ya sea porque duren más o menos días, la cantidad de la pérdida sea menor o mayor o se presenten anticipadamente o con retraso.

Para que un cambio en las menstruaciones merezca ser estudiado, la alteración debería persistir, al menos, durante más de 3 ciclos seguidos o ser tan intensa que provoque anemia o descompensación y determine su atención urgente.

El sangrado uterino anormal implica problemas médicos, económicos y sociales graves para la mujer, su familia, su lugar de trabajo y los servicios de salud.

Las alteraciones del ciclo menstrual, sin duda, disminuyen la calidad de vida. Afecta a 1 de cada 3 mujeres y en más del 50% de los casos no existe una causa orgánica (es decir que el útero está sano).

El sangrado uterino puede ser anormal en:

– volumen (mayor cantidad de sangrado que el habitual para esa mujer),
– duración (persistir por más días de lo habitual), o
– frecuencia (el sangrado se presenta antes de lo esperado o en forma intermitente).

¿Por qué puede producirse?

Las causas de este trastorno se dividen en dos grupos: los sangrados secundarios a enfermedades orgánicas y aquellos originados en alteraciones funcionales (hormonales).

En primer término, siempre deberá descartarse el embarazo. El segundo paso será descartar las enfermedades orgánicas.

Entre las de origen orgánico se encuentran: los miomas o fibromas, los pólipos y la adenomiosis (consiste en el engrosamiento de la pared del útero y es frecuente en la mujer mayor de 40 años y después de los embarazos).

Si bien, como causa, es infrecuente siempre debe descartarse el cáncer uterino. El más frecuente es el de cuello de útero, cáncer para el que existe hoy una vacuna que disminuiría el riesgo de padecerlo en un75%.

También podría prevenirse realizando el control de Papanicolau anual. Los síntomas del cáncer de cuello, no son las alteraciones menstruales, sino más frecuentemente, sangrado luego de mantener relaciones sexuales.

El cáncer que se confunde con las alteraciones menstruales es el de endometrio. El endometrio es la capa que recubre la cavidad interna del útero. Es más común después de la menopausia, pero puede aparecer en mujeres más jóvenes. Las que tienen más riesgo de padecer cáncer endometrial siendo más jóvenes son aquellas con historia de retrasos menstruales, mayor peso corporal, síndrome de ovario poliquístico, diabetes, hipertensión arterial y que no han tenido hijos. También puede aparecer, a edades más tempranas, en mujeres con predisposición genética a cánceres de origen glandular, entre ellos con antecedentes de cáncer de colon heredo-familiar.

La otra causa del trastorno son las disfunciones (no hay enfermedad en el útero) y se producen por alteración hormonal, por respuesta inadecuada del endometrio o por alteraciones de la coagulación.

Alternativas de Tratamiento

En la actualidad, sea cual sea el origen del sangrado uterino anormal, los tratamientos pueden ser generalmente conservadores, pudiendo la mujer preservar su útero y su fertilidad.

Tratamientos con nuevos medicamentos y la utilización de sistemas intrauterinos de liberación hormonal controlada (DIU hormonal que, al mismo tiempo que funciona como anticonceptivo de alta eficacia, determina menstruaciones muy escasas o nulas) solucionan la mayoría de las causas disfuncionales.

La cirugía por endoscopía, que se basa en la utilización de fibras ópticas e instrumental que se introducen a través de finos tubos, permiten visualizar el interior del útero y/o del abdomen, posibilitando la extirpación de pólipos y fibromas, con rápida recuperación, menor pérdida de sangre y menor dolor postoperatorio.

Afortunadamente, en la medicina actual, el ginecólogo tiene muchas opciones terapéuticas para ofrecer a su paciente y en conjunto podrán seleccionar aquella que más la beneficie física y psicológicamente.

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