Viveza vs. Inteligencia

Defino como “viveza” a la habilidad que poseen algunas personas para manejar los efectos que generan los problemas sin  resolverlos. En todo tipo de organizaciones convivimos con personas que ejercen la viveza y hacen de ella su modo de vida, a ellas les llamamos “avivadas”.  Aprender a distinguirlas de las efectivamente inteligentes, sea en organizaciones gubernamentales, empresariales o de cualquier tipo, puede ayudar a no confundirnos en cómo relacionarnos y qué esperar de ellas.

A las personas “avivadas”, podemos distinguirlas porque no ejercitan la inteligencia, sino el más confuso reemplazo de ella: la viveza. Viven aparentando ser inteligentes, inmersas en circunstancias que crean ellas mismas para hacerse cargo del poder. Son personas aptas para supervivir con las consecuencias del problema y no para buscar soluciones. No requieras de ellas soluciones de paz o eficiencia operativa. Es que para las personas avivadas, como te darás cuenta, el río revuelto es precisamente su zona de confort. Allí se mueven cómodamente en procura de manejar los efectos del problema y no la solución de los mismos. No les importa lo que pueda suceder, sino cómo tornan beneficiosas para sí mismas cada situación. Y para distinguirlas, sí que no puedo decir haya diferencias de género, esto es válido para “todos y todas” ¡es que en la viña del Señor conviven ellos y ellas sin distinción!

Si observas con atención, verás que las personas avivadas suelen presentarse muy locuaces y dan la impresión de estar navegando permanentemente en el éxito. No parece haber tormentas que les cambien el seño, ni hechos que les perturben. Se desplazan exuberantes entre los problemas, al parecer, sin padecer sus consecuencias, sacándoles continuamente provecho a cada circunstancia. Como si fuera la piel de oveja que oculta al lobo, ellas disfrazadas, se desviven por parecer personas inteligentes, dicharacheras y de fácil locuacidad. Definitivamente no son justamente inteligentes, les encanta procurar ser vistas como tales. Y aquí llegamos al centro de la cuestión que suele producir confusión: ¿Son ellas inteligentes? Es por todo ello esta reflexión.

Otra visible característica de estas personas es su desasosiego. Se constituye en su particularidad distintiva y terrible destino a la vez: una constante actividad con total carencia de paz. Es que el flujo de los efectos constantes que generan no se interrumpe jamás, mientras les sea posible. Las personas avivadas no pueden entregarse al ocio, en él solo intuyen el fin de su existencia. De ahí que se las suela calificar de “despiertas y activas”, cosa que suele ser confundida con “ser inteligentes”. Aparentan gran sagacidad mental que engaña o confunde a cualquier observador superficial.

Las personas inteligentes se encuentran en las antípodas de las avivadas. Verás que cuando las inteligentes, seriamente elucubran una estrategia para la acción, hacen introspección. Quienes las observen en situación de resolver problemas podrán ver, en comparación con “las avivadas”, que en ciertas circunstancias pueden lucir un poco lentas en sus resoluciones. Es que el ensimismamiento exige de las personas auténticamente inteligentes, paciencia y esfuerzo, sometiéndolas a un silencioso análisis crítico y constante repaso de sus conocimientos en procura de encontrar el camino que les conduzca a la mejor propuesta.

En comparación con la actitud del inteligente, “la avivada” no puede permitirse tales demoras. Para ellas lo principal es mantener la confusión. Su distinción es la pura acción y no la solución. Lucen entonces más veloces que las inteligentes en las tomas de decisiones. Es así como los efectos del problema no esperan mucho tiempo para hacerse sentir. En esa espiral de nunca acabar, el avivado, la avivada, están obligadas a la rapidez constante y a la improvisación permanente de sus métodos donde nuevamente volverán a intervenir. Luego, si los efectos del problema a atender les  sobrepasan, estos jamás se resignarán ni confesarán su fracaso. Redoblarán sus esfuerzos y generarán nuevas situaciones enmarañadas poniendo en otros las culpas de lo que está sucediendo.

Las personas inteligentes comparten con las avivadas, el dinamismo mental y la dificultad para encontrar la solución de los problemas. Lo que las distingue, es la dirección que toman finalmente hacia el abordaje de los problemas. Las personas verdaderamente inteligentes, trazan planes de acción e inician un camino hacia la solución. Las “avivadas” superviven enmarañadas constantemente en problemas que ellas mismas propician, ya que de estas depende su existencia y razón de ser. Para no perder claridad en la visión, te recomiendo no confundir “gordura con hinchazón”.  

Bio

Francisco Lehmann acompaña a dueños y directivos para lograr la optimización de resultados que mejoran sus negocios.

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