Por Tocqueville en Rosario – @tocquevilleexROS
¿Por qué fracasan algunos países mientras que otros alcanzan la prosperidad?
…es una extraordinaria novela de Paul Auster que describe un país en el que reina el caos y donde sus habitantes apenas sobreviven sin ninguna esperanza.
Se considera una novela de ciencia ficción, pero, nada asegura que la acción transcurra en el futuro.
Es decir, perfectamente podría ser una versión degradada de un país del presente… Argentina, por mencionar alguno.
¿Por qué fracasan algunos países mientras que otros alcanzan la prosperidad? Acemoglu y Robinson, en “Why nations fail”, un libro muy bien documentado y con varios ejemplos reales, dan una explicación que da de lleno en el corazón de lo que ocurre en nuestro país.
La razón de las desigualdades entre naciones es el proceso político, ya que éste determina el marco institucional en el que se vive, y ello a su vez, influye en el
comportamiento de los individuos y en sus incentivos para comportarse de una u otra manera.
La tesis central de estos autores es que las instituciones políticas, económicas, jurídicas y sociales, pueden ser de dos tipos: extractivas o inclusivas. Las instituciones extractivas tienden a concentrar el poder utilizándolo para favorecer los intereses de un sector de la sociedad y consolidar sus privilegios respecto al resto. Es decir, tienen como fin extraer rentas de la sociedad para beneficiar a los miembros de un grupo determinado. En el otro extremo, las instituciones inclusivas alientan la participación y el pluralismo en las decisiones políticas, fomentando una sociedad abierta en la que cada individuo pueda desarrollarse. Este tipo de instituciones garantizan la seguridad jurídica para que las reglas de juego sean iguales para todos, generando una sociedad más próspera.
En Argentina llevamos mucho tiempo sufriendo la presencia de instituciones extractivas que han favorecido a élites enraizadas en grupos de poder. Dictaduras militares que han causado enormes pérdidas humanas, sociales y económicas. Gobiernos populistas que cíclicamente han sido parte del proceso político argentino y que, en desmedro de la gente común, han beneficiado a la clase dirigente. Movimientos sindicales que han dejado de representar a los trabajadores, para dedicarse a sus propios intereses. Y empresarios del “capitalismo de amigos”, que han crecido bajo el ala del poder político de turno, buscando “negocios subsidiados” en lugar de buscar la excelencia para competir.
La crisis omnipresente desnuda nuestra debilidad como sociedad, nuestra incapacidad para tener gobiernos e instituciones serias.
Hoy se requiere más que nunca, comprometerse en la participación democrática. En la Grecia clásica, el idiota era quien no participaba en los asuntos públicos y prefería dedicarse únicamente a sus intereses privados.
No es tiempo para idiotas, la participación política es necesaria para controlar los límites de las instituciones. Es el momento de hacernos cargo, cada uno desde el lugar que le toque, de defender la sociedad que queremos, un país con libertad y prosperidad.