El sector festejó ayer el Día de la Construcción atravesando un período de fuertes contrastes. Con una coyuntura económica marcada por ajustes, caída de la actividad y un modelo nacional que recortó abruptamente la obra pública, el presidente de la Cámara Argentina de la Construcción –Delegación Rosario–, Mariano Schor, asegura que fue una jornada “de reflexión”, aunque también aparece un moderado optimismo de cara a lo que viene.
“La industria sufrió bastante y está muy golpeada, como otras actividades. Pero en los últimos meses, especialmente después de las elecciones, empezamos a ver un ánimo distinto”, explicó. Según Schor, el rubro que más cayó fue el inmobiliario privado, que en Rosario exhibió uno de los niveles de retracción más altos de los últimos años.
La obra pública, un salvavidas para el empleo
Con el freno nacional a los contratos de infraestructura apenas iniciado el nuevo gobierno, fueron la Provincia de Santa Fe y el Municipio de Rosario los que absorbieron el impacto y sostuvieron los proyectos en marcha.
“Podemos decir que fueron años buenos gracias a la inversión provincial y municipal. Eso mantuvo un nivel de actividad muy importante. Mucha gente que estaba en obras privadas o en obras nacionales se volcó a la obra pública local, y eso permitió mantener los niveles de empleo”, detalló el dirigente.
El indicador clave, el personal registrado en la UOCRA y el IDERIC, muestra que Santa Fe logró sostener casi el mismo nivel de empleo desde 2023, con apenas una baja marginal.
Señales de expectativa, pero un camino lento
Aunque Schor reconoce un “cambio de ánimo” tras las elecciones del 27 de octubre, advierte que la recuperación no será inmediata. “En la construcción, lo primero que se detiene en una crisis es la inversión, y lo último que se reactiva. Todo es muy lento. Con suerte, 2026 podría ser el año del despegue. Otro año más en este nivel de actividad tan bajo sería muy complicado”, afirmó.
En la ciudad ya comienzan a verse proyectos interesantes que vuelven a moverse. Sin embargo, asegura que el mercado inmobiliario sigue “muy deprimido” y depende en gran medida del clima de confianza que puedan generar las nuevas reglas de juego económicas.
De la hiperinflación a la eficiencia
Consultado sobre la estrategia que muchas empresas adoptaron durante los meses más duros —acopiar insumos o comprar en conjunto para evitar saltos inflacionarios— Schor sostiene que esa etapa quedó atrás.
“Hoy el desafío es otro: eficacia de trabajo, compras organizadas, desarrollo de proveedores. Ese es el foco. Con inflación tan alta es muy difícil trabajar, así que necesitamos profesionalismo y eficiencia”, remarcó.
Importaciones e innovación: impacto acotado
El sector observa con atención la apertura de importaciones, aunque el efecto, según Schor, será limitado: “Hay productos avanzados, especialmente de China, pero no habrá un impacto grande en los costos. Tal vez una reducción del 5%. Los materiales duros tienen que seguir comprándose acá. Hay innovación, sí, pero todavía hay que ver cómo se incorpora”.
Un 2026 decisivo
De cara al futuro inmediato, Schor afirma que ya se perciben conversaciones entre desarrolladores, inmobiliarias e inversores que no existían meses atrás. “Hay expectativas y se está empezando a hablar. Eso es una señal. Ojalá 2026 sea el año para arrancar a pleno”, concluyó.
La construcción es una de las actividades de mayor efecto multiplicador en la economía regional. Por eso, como señaló el propio presidente de la Cámara, si al sector le va bien, a muchos también.




























