“No creo más en las políticas económicas, solo sé que me tengo que adaptar a las circunstancias del momento”

Escéptico con la dirigencia política, el titular de La Reina cree que el camino es achicar los gastos del Estado y terminar con el asistencialismo que está “quemando generaciones sin cultura del trabajo”.

Carlos Solans es un empresario entrenado desde su niñez “entre góndolas y changos”, tal cual él mismo se autodefine.

Esos pasillos que alguna vez fueron un espacio de juego, cuando acompañaba a Carlos padre a la empresa, son testigos de décadas de sucesos económicos y sociales, pruebas de fuego para La Reina, el supermercado rosarino que sorteó hiperinflaciones, la competencia de cadenas multinacionales y la reciente crisis sanitaria a escala global.

Contador público de profesión, su doctorado es sin dudas el gerenciamiento de la cadena familiar desde lo estratégico y lo operativo, rol que lo ha convertido en un agudo intérprete del clima social.

Los supermercados, especialmente en economías estresadas como la nuestra, tienen una fina interpretación de la situación económica y social. ¿Qué piensa de este momento argentino? 

El país vive en una crisis constante, tal vez ya nos acostumbramos a esto y lo naturalizamos. Estamos quemando generaciones sin cultura de trabajo.

No me interesa la política, solo pido que me dejen trabajar, hacer lo que quiero. No estoy buscando con esto estar en una zona de confort, asumo riesgos como muchos empresarios de Argentina.

Y en esa crisis constante ¿cómo se sobrevive? 

Lo que hicimos en el camino de la crisis fue acomodarnos rápido, es un lindo activo que tiene esta empresa.

Otro activo importante es el pulso de la calle que te da el contacto con la gente: ¿Cómo ve a la sociedad? 

Lo que más me duele es la pérdida de la cultura del trabajo. En la empresa enseñamos el cumplimiento de las normas, el compromiso, la responsabilidad de los horarios. Pero esto cuesta mucho. La gente cuando advierte que este trabajo es en blanco opta por no tomarlo porque pierde algún subsidio, asistencia con la que zafan y se conforman con ello. 

Desde el lado del consumidor, veo un ciudadano muy profesional. El rosarino es así, extremadamente exigente, acostumbrado a demandar servicios, porque nosotros no vendemos un “frasco de mayonesa”, sobre ese producto hay servicios y me parece bien que la gente aprecie eso, porque intentamos siempre ofrecer comodidad, buen trato, un ambiente limpio con variedad de productos.

¿Qué opina de la política de precios máximos para combatir la inflación?

Creer que una política de precios máximos generados con productos de proveedores en su mayoría de Buenos Aires, donde llegan a Rosario no más de 300 o 400 productos que representan no es más del 4 o 5% de facturación de la cadena familiar, es no entender el problema. 

Creo que la política de precios máximos es más para mostrar que se quiere hacer algo que lo que se logra efectivamente.

Por esa falta de efectividad señalan al supermercadismo remarcador, a los formadores de precios. Es un concepto muy instalado en el debate contra la inflación

La Reina en Rosario representa el 5% del consumo, a nivel país tenemos una incidencia más insignificante aún. Aún incluyendo a la Cámara de Supermercados no podríamos generar tal sacudón en la política de precios. 

Los supermercados trasladamos aumentos. No se puede hablar de supermercadismo remarcador, competimos entre todos y el que se despega con precio, el mercado lo vuelve a traer. 

El tema de achicar gastos del Estado sería el camino, pero choca con el asistencialismo, la cantidad de empleados públicos, tarifas subsidiadas, …son cuestiones electoralistas que nadie quiere cambiar. Es un problema de base.

¿Hay perspectivas de un cambio estructural?

No creo más en las políticas económicas, solo sé que me tengo que adaptar a las circunstancias del momento. 

Cuando arrancó la pandemia empecé a imaginar distintos escenarios: qué pasa si mañana de los 350 empleados que tengo ahora,150 se contagian, ¿cómo abro el negocio? ¿Cómo hago si me baja la venta un 30 o 40%? Porque a fin de mes tengo que pagar una base de costos fijos facture o no facture.

Luego estas situaciones no se dieron, salvo el virus Omicron que afectó a 104 empleados en un período ya más corto, porque aprendimos de la pandemia.

La pandemia, así como en los peores momentos de sensibilidad social, los vuelve a poner en la línea de fuego. Por un lado el beneficio de ser esenciales los dejó trabajar, a su vez exigió respuestas inmediatas a situaciones inéditas. ¿Cómo fue esa experiencia?

La pandemia fue una prueba muy importante porque a todos nos puso en la misma situación de incertidumbre. Mi posición en la empresa que era lo estratégico cambió al área operativa.

Nos hizo tomar muchas decisiones a corto plazo sin margen de error. Implementamos el barbijo antes que el estado lo exija. Fuimos conscientes del miedo de muchos empleados en contacto directo con la gente. Fue una situación difícil de mucha contención. 

En lo operativo sacamos empleados del sector gastronómico para sumarlos a los supermercados. La gente compraba como si se acabara el mundo. 

En el e-commerce veníamos trabajando tranquilos con 600 pedidos al mes y de golpe escalaron a 4000. Hubo demoras de entrega de hasta 15 días con 2500 pedidos esperando.

Fueron dos o tres meses de locura. La primera decisión fue no cerrar la página web, mientras que la gente entienda que hay demoras por pandemia.

Con el área de sistemas nos pusimos a trabajar y cambiamos una función donde vos podias editar tu pedido hasta que te llegara el día del turno asignado.

Tuve que redireccionar de golpe gente al e-commerce, un área compleja, donde además tuvimos que salir a comprar vehículos, armar rutas, conseguir choferes.

Hoy aprendimos. Primero pensamos que el e-commerce es para gente joven, matrimonios con hijos chicos y el que más me compró fue una persona de 65 años que vive cerca de este super. La pandemia rompió todos los esquemas.

¿Qué mirada tiene sobre la ciudad?

Rosario está atravesada por el narco-delito desde hace 15 años. El tema de las adicciones es complejo, hace 20 años atrás no se nos ocurría ver si afectaba a alguien dentro de la empresa.

La ciudad siempre quedó cruzada con el gobierno nacional, nunca hubo coincidencia de signo político. 

La justicia está desprotegida, tenemos un cuadro de fiscales que está trabajando bien pero no alcanza. La infraestructura judicial está muy deprimida.

El resto de la ciudad es hermosa, es un ejemplo de cómo se organizaron los juegos sudamericanos.

Tuvimos intendencias muy buenas, otras no tanto, pero siempre aportaron a la ciudad

Me da mucha pena desaprovechar muchas oportunidades por este cuadro de situación

¿Por qué decidieron abrir en Funes?

Tenemos una ley la 12069 (Régimen Legal para los Grandes Establecimientos Comerciales) del 2002, que impone un tope para las aperturas que me generó un techo en Rosario. 

Funes tiene un crecimiento demográfico muy interesante con una tasa de crecimiento similar a la Pilar de hace algunos años. Y el hecho de tener restricciones de countries en Rosario, le dio a Funes la posibilidad de recibir una cantidad importante de barrios cerrados. 

Venía siguiendo Funes, habíamos visto algunos terrenos pero quería un predio ya habilitado para comercio. 

A fines del 2020, en plena pandemia, Caco (Juan Carlos ) Rossetti nos convoca, el ya nos conocía como empresa, sabía de nuestro modelo de trabajo. 

¿Van con un modelo de negocios apuntando al target más alto que desembarcó en la ciudad?

Yo trabajo con toda la gente, con el que gana mucho y el que gana poco. No puedo sacrificar un modelo de negocios, trabajo con todo el mundo.

 

Por Fabiana Suárez

 

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