La odisea de la renta inmobiliaria encuentra una solución

Entre las universidades más destacadas se encuentran la UNR, la Universidad Austral, la UCA de Rosario, la UTN y el Instituto Universitario Italiano de Rosario

El dólar y el ladrillo hacen las veces de denominador común entre los pequeños y medianos inversores en Argentina. El primero como forma de ahorro para cuidarse ante los vaivenes de la moneda local, y el segundo como destino de las inversiones logradas con estos ahorros. Ha sido así durante muchísimos años y ha calado muy hondo en la cultura económica del país, la variante se halla en el destino de esos ladrillos.

En el interior del país, principalmente en las poblaciones chicas, hay un patrón que se repite con bastante frecuencia y tiene que ver con la compra de departamentos para los jóvenes que emigran a las capitales, una vez terminados el nivel secundario, para seguir con sus estudios universitarios y su carrera profesional. Así es como las principales ciudades del país, con Buenos Aires a la cabeza, todos los años reciben un gran afluente de nuevos ocupantes, a los que también se suman aquellos que llegan del extranjero. Otro foco importante es la ciudad de Rosario que recibe estudiantes de todo el país sumado a cientos de inmigrantes en su mayoría europeos que eligen la importante ciudad portuaria Argentina por su flexibilidad y prestigio internacional. Entre las universidades más destacadas se encuentran la Universidad Nacional de Rosario, la Universidad Austral, la Universidad Católica de Rosario, la UTN y el Instituto Universitario Italiano de Rosario.

“Acá en la zona se van todos los años más de trescientos chicos a estudiar a las ciudades donde están las universidades. Siempre me gustó invertir en inmuebles, pensando en armar un paquete de renta para cuando deje de trabajar y he encontrado en el mercado de los universitarios una buena inversión. Conozco a los padres de mis inquilinos y esa es un poco la garantía inmobiliaria”, comenta Horacio Rocha, un inversor del noroeste de la Provincia de Buenos Aires, dueño de un corralón de materiales. “Pero también tiene su contra, hay que ocuparse bastante del tema y muchas veces me ha pasado que los inquilinos no se adaptan a su nueva y se vuelven, o cambian de carrera, de barrio, e incluso de ciudad, y ahí te queda el departamento vacío con el agregado de que no solo te quedas sin el ingreso de los alquileres sino que también hay que salir a cubrir los costos del departamento”.

No muy distinto es el caso de Martín Tous, Ingeniero en petróleo que trabaja en la Patagonia, que manifiesta que a pesar de que invertir en ladrillos para renta le genera tranquilidad, el tiempo y la distancia son sus principales costos. “Con mi mujer siempre hemos destinado nuestros ahorros a inversiones inmobiliarias para resguardar nuestro capital y tener un ingreso extra. Nos gusta, hemos incrementado el valor de nuestro capital a con el correr de los años y nos sentimos más seguros que con otro tipo de inversiones. El mayor inconveniente que encontramos es que cada vez que surge un problema estamos muy lejos para solucionarlo y además no tenemos el tiempo por lo que termina siendo un dolor de cabeza.” Y agrega “Por ahora hemos delegado la administración de los alquileres en una inmobiliaria, como una solución temporaria, pero esto se traduce en menos renta por la comisión sobre los alquileres. De todas formas, eso no soluciona el tema de la vacancia y los costos de mantenimiento”.

Desde Casa Campus parecen haber encontrado una solución a este tipo de problemas, ofreciendo un producto que promete ofrecer a sus inversores renta inmobiliaria sin inquilinos. “Para nosotros el mercado de inversores del interior es muy atractivo y les podemos brindar una solución a sus necesidades. Ellos se compran un departamento en alguno de nuestros edificios y nosotros se lo operamos. Por un lado les damos el doble de renta que la de un alquiler convencional y por el otro más tiempo para ellos. Nosotros nos encargamos de todo” dice Matías Albín, quien dirige el área comercial de la empresa pionera en desarrollos inmobiliarios destinados al coliving. “El nuestro es un producto que tiene prácticamente todos los condimentos: es mucho más rentable y neto de vacancia, los inversores no se ocupan absolutamente de nada, se compran un departamento amoblado y equipado, con escritura y solo tienen que esperar a cobrar su renta. Además, con menos metros y un ticket más bajo pueden percibir ingresos iguales o mayores que los que logran con la compra del típico 2 ambientes con un producto mucho más apreciado por el público al que apuntan”, agregó.

La compañía ya cuenta con un portfolio de 7 edificios de 110 habitaciones privadas en promedio cada una, en diferentes etapas de desarrollo, en CABA y GBA, y ya se encuentra iniciando su etapa de expansión regional. Ramiro García Minzoni, director de desarrollos de Casa Campus, comenta “En este momento estamos avanzando en Chile, Brasil y Colombia de la mano de socios locales, pero no solo queremos enfocarnos en la región. En el interior de nuestro país, hay plazas como Rosario, Córdoba, Mendoza y Neuquén donde también tenemos mucho interés”.

En Rosario la mayor concentración de estudiantes se sitúa al noreste de la ciudad en los barrios Alberto Olmedo y del Abasto que es dónde se encuentran la gran mayoría de residencias universitarias de en promedio 15 habitaciones compartidas.

Respecto del valor agregado del producto, Albín amplía “Para quienes vienen a vivir a Casa Campus, el valor agregado está dado por la cercanía con la universidad, el hecho de tener todos los servicios incluidos en una misma factura, una habitación en suite privada, flexibilidad en los contratos, una enormidad de espacios de uso común y el hecho de llegar a vivir a un edificio donde te recibe una comunidad. Actualmente el 8% de nuestros visitantes provienen de la provincia de Santa Fe. Para el mundo de los inversores, el poder olvidarse de todo y recibir siempre su renta, sin importar si su unidad está ocupada o no. Incluso, con este producto, hemos desarrollado planes de retiro a 10, 15 o 20 años, en el que los inversores pueden hacerse de una jubilación privada más que interesante y en la que, además, pueden disponer del capital si fuera necesario.”

En tiempos en donde la tecnología avanza a velocidades impensadas, el ladrillo parce haber encontrado, también, su versión 2.0 en la que no solo sigue siendo una inversión atractiva y segura para los gustos del inversor argentino, sino que además ahora viene con tiempo y sin dolores de cabeza.

 

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