Exportó antes de vender en la Argentina

Cuando María Fernanda González Zeolla estudiaba Diseño de Indumentaria en la Universidad de Buenos Aires, trabajaba en una marca de ropa para niños. Mayor en una familia numerosa, desde chica tejía bufandas y gorros para sus primos. Pero, en su primera experiencia laboral, se encontró con chicos vestidos como adultos: todo era aburrido y en tonos pastel. Años más tarde, en 2003, cuando fundó Owoko, imaginó un mundo lleno de colores explosivos, en el que se invitara al juego y al desarrollo de la creatividad. 

Se lanzó junto a su marido, Martín Boero (diseñador industrial), y a un socio accionista, Marino Pipan, en una feria de indumentaria infantil, en Valencia, España. Viajaron en enero de 2004, con expectativas de vender 700 prendas. Fueron 3200. Habían invertido, gracias a ahorros y préstamos de familiares, US$ 10.000 para el viaje y sumaron otros US$ 30.000 para la primera producción. Con el envión del éxito inicial, decidieron volver al año siguiente y, esta vez, alcanzaron las 10.000 unidades vendidas. Hoy, la producción para la temporada de invierno 2017 llegará a 415.000 prendas.

Mientras estaban, todavía, en Valencia, la pareja recibió un llamado de un amigo, interesado en abrir una franquicia de la marca en Palermo. “Hicimos todo al revés. Vendimos afuera antes que acá y llegaron las franquicias antes que los locales”, recuerda González Zeolla.

Esa primera apertura dio visibilidad y puso al proyecto en contacto con multimarcas que ayudaron al crecimiento de Owoko, que empieza con 12 locales propios y 28 franquicias en todo el país. Tiene dos modelos de local: clásico, donde sólo se vende ropa y mide de 50 a 80 metros cuadrados; y mega, que, además, ofrece juguetes, artículos para bebés y accesorios, y alcanza los 200 m2. El formato, inaugurado en 2015, está en La Plata, Mar del Plata, Ramos Mejía y Resistencia. 

La marca ofrece un universo de personajes, los owokos, que acompañan a las prendas. En cada temporada, estos seres mágicos que cumplen deseos están presentes en la ropa, con la que se obsequia una historia y un juego incluido en las etiquetas o en la bolsa. “Uno de mis favoritos fue la historia de un pirata que, aburrido de siempre ver el mar azul, teñía el agua. Y, a los chicos, les regalábamos unas pastillas de colores para jugar durante el baño”, rememora González Zeolla.
Para la empresa, que crecía entre 3 y 5 por ciento anual por local, 2016 resultó un año difícil por la caída del consumo.

La emprendedora rescata que, gracias a la apertura de seis nuevas franquicias, se compensó la caída de ventas, que llegó a ser del 12 por ciento en los locales propios. Cerró el año con $ 140 millones facturados. Para 2017, espera que se estabilice la situación y apuesta a sumar más franquiciados, entre dos y tres por semestre. También, buscará producir en China artículos que no consiguen en Argentina, como mochilas o pequeña puericultura. Pero espera poder mantener la producción textil 100 por ciento nacional. La marca llegó a estar en siete países. Pero, con las dificultades para la exportación, decidió focalizarse en Argentina. Como desafío para este año, los emprendedores proyectan retomar contacto con España, donde comenzó todo.

Fuente: apertura.com

 

 

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