El comercio de Rosario parece estar despertando de una larga noche que comenzó con la criminal y eterna cuarentena durante la pandemia, y siguió con los catastróficos últimos años de gobierno del Kirchnerismo, en los que importar un insumo se volvió una odisea para las pymes y comprar, otra odisea para el consumidor por falta de stock y por una inflación de 211%.
Tanto informes del Colegio de Corredores Inmobiliarios como de la Federación de Comercio de Rosario dan cuenta de una menor vacancia de locales en los principales centros y corredores comerciales de la ciudad, que baja aún más respecto a las anteriores mediciones si se tiene en cuenta sólo aquellos con vidriera a la calle, tal como describimos en los siguientes artículos de este número.
Hay que tener en cuenta que el comercio -en sus segmentos mayorista y minorista- representa el 40% de la facturación de Rosario, pero si de algo están cansadas las pymes argentinas (en sus diferentes sectores de la actividad), es de remar contra la marea estatal, que se ha enfocado en exprimirlas a impuestos, burocracia y restricciones.
Quizá, sea hora, entonces, de acompañar este crecimiento de la ocupación con incentivos que permitan, al menos, mantener la tendencia y si es posible, acelerarla para levantar definitivamente al sector, frente a un semestre (o dos) que, en la macro y en la micro economía, se avecina con vientos fuertes, y no de popa.
