Un llamado a ser protagonistas

Se llevó a cabo en Rosario el cuarto congreso de maíz tardío. Mas de 500 productores asistieron.

El cultivo de maíz en la Argentina sigue enfrentando récords, se espera para el año que viene que se cosechen 50 millones de toneladas en las 6,4 millones de hectáreas que se están sembrando. Y el cuarto congreso de maíz tardío siguió esa línea, siendo el más convocante desde sus inicios. “Sabemos que se vienen tiempos complejos y el productor necesita información concreta para enfrentarlos. El maíz tardío sigue siendo una gran herramienta de estabilidad y con mucha proyección de agregado de valor”, comentó Juan Lariguet, gerente de semillas de Corteva Agriscience.

Video gentileza Agrofy News

Una de las mayores cuestiones de incertidumbre para el productor es el factor climático, aquel que marcará en gran medida el resultado final de su cultivo. Allí distintos especialistas hicieron hincapié en analizar las proyecciones meteorológicas pero sobre todo analizar la disponibilidad de agua en el perfil y el nivel de la napa freática. Datos que junto al pronóstico, permitirán tomar decisiones claves como la densidad, fecha de siembra y fertilización.

Pablo Mercuri, especialista del Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar, indicó que no existen al momento movimientos oceánicos claros. Aquel calentamiento o enfriamiento del Pacífico que desencadena los fenómenos de El Niño o La Niña. Y por ende, el clima local está sujeto a variabilidades internas.

Destacó que desde hace cien años, las precipitaciones se han ido incrementando levemente producto del calentamiento global, pero lo que más afecta son los violentos picos de precipitación o sequía en cortos períodos de tiempo. Sumado al nivel de acortamiento de los inviernos.

Jorge Mercau, de la agencia de extensión rural del INTA San Luis, mostró resultados sobre la incidencia del nivel de la napa freática en el éxito de los cultivos. Destacó que la agricultura con bajo nivel de rotaciones eleva rápidamente el nivel de la napa y este puede ser un arma de doble filo, por un lado puede beneficiar a los cultivos que puedan anclar sus raíces a la napa pero puede ser perjudicial si el nivel sigue aumentando o bien existe presencia de sales. Por eso aconsejó, seguir el nivel freático constantemente para tomar las decisiones a la siembra.

Mercau destacó la necesidad de llevar a cabo un planteo de ‘agricultura adaptativa’, con un monitoreo constante y aclaró: “la napa cerca son tres metros, no uno y medio, como muchos estiman”, señaló. Y aconsejó utilizar genética más tolerante a la salinidad cuando se sabe que la napa puede acarrear sales y utilizar dobles cultivos para evitar que el agua superficial se eleve mucho.

“La napa cercana puede ser un problema pero una gran oportunidad si se hace ‘agricultura adaptativa’, manejando todos los riesgos a favor, sea sequía o elevadas precipitaciones”, definió.

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