Sólo un tipo de cambio más alto atraerá los pocos dólares que decidan venir

Ante la inútil pérdida de Reservas, el Central decidió, el 22 y 23 de Enero pasados, una devaluación del Peso, de aproximadamente 22% y una suba de las tasas de interés, con las cuales esteriliza la creación monetaria. Con la colaboración de los aceiteros, obtuvo adelantos de pre-financiaciones, por MU$S 2.000 en Febrero y recién a partir de abril pudo comenzar a comprar, de manera genuina, Reservas netas, gracias al ingreso de la cosecha de soja.

Se diga lo que se diga, hubo más de cuatro meses (hasta Mayo) de control monetario eficaz y escasísima financiación al Tesoro Nacional. Los cuestionamientos recibidos desde Economía provocaron un pequeño tembladeral en la tercera semana de mayo, cuando se instó al Central a reducir las tasas.

Los bancos privados acompañaron la pax cambiaria, porque les convenía, y por consiguiente se creó un modelo virtuoso de ajuste de corto plazo, a la espera del aumento de la recaudación por Derechos de Exportación (Abril). Entretanto, la ANSES se ocupaba de la refinanciación de los Títulos en pesos, vencidos, aliviándole al Tesoro en su desenvolvimiento de caja y colaborando a una inteligente “división del trabajo”: el Central para comprar Reservas y la ANSES para asistir al Tesoro, hasta que el aumento en la recaudación le permitiera equilibrar genuinamente su situación financiera.

Las peleas de Mayo, entre Fábrega y Kiciloff, fueron la comidilla en el sistema financiero. Más allá de esto, el Banco Central fue visiblemente derrotado por la incoherencia de Economía y debió asumir el rol de financiar al Tesoro, de manera desmesurada entre Junio y Agosto, haciendo mucho más laxa la política de control monetario, es decir no subiendo las tasas, en simpatía con el aumento “loco” de las necesidades de financiamiento público.

Luego fino el default, y la amenaza de descontrol monetario, que se hizo patética en los últimos 15 días, cuando después de una baja en las tasas de las LEBACs, el Central debió corregir el error, al que fue inducido, sin por ello impedir una formidable dolarización de los portafolios, es decir la corrida (de los pesos-pesado) a los “dólares timba”.

Luego de verse desahuciados, en la cuestión buitres, los bancos comenzaron a jugar en contra de la demanda de pesos, aunque no lo hicieron de una forma ostensible. Por ende, el Central mantiene aún cierto control de las variables nominales (pesos) y se ve obligado a reprimir la demanda de dólares, ya que los pocos que tiene debe emplearlos en el pago de los compromisos de deuda del Tesoro Nacional.

Naturalmente que otro Tipo de Cambio nominal, más alto, colaboraría con su triste tarea, ya que estimularía la oferta de dólares y atenuaría la demanda preventiva de los importadores, que se agudiza cuando las brechas cambiarias superan el 65%.

 

Algunos números.

Las comparaciones se efectúan, salvo indicación en contrario, entre las variables, al 17 de Enero (pre-devaluación) y la situación actual (23 de Agosto, último Balance del Central).

–             Luego de la devaluación, el Central redujo la cantidad de dinero. La Base Monetaria llegó a caer un 6,4% entre Enero y Febrero. Incluso hasta Mayo, logró mantenerla en niveles apenas superiores al promedio de saldos diarios de Febrero (1,6% de suba). Luego se abandonó la política y hoy la Base es 14% superior a la de Febrero. Quiere decir que, en los últimos tres meses, se produce el desaguisado.

–             El Tesoro, como factor de explicación del crecimiento monetario, demandó expansión por algo más de M$ 12.300, en los cinco primeros meses del año, cuando la ANSES cumplía la función de asistirlo en lo relativo a deuda interna. Esta mínima expansión, equivalente al 0,85% del PBI, de ninguna manera justifica la inflación observada entre Febrero y Mayo. Es más, hubo meses, como los de Febrero y Abril, en los cuales hubo absorción neta de esta fuente, es decir que el Tesoro le devolvió plata, en términos netos, al Central . En los últimos tres meses, la expansión por esta fuente fue de M$ 42.754. Como se ve, por mes se emitió más que lo que se había emitido en los primeros cinco meses del año. Esta cifra representa, anualizada, el 5,5% del PBI y, obviamente, justifica la inflación por expectativas, que observamos. Un escándalo!.

–             El Tesoro no se hace cargo del cumplimiento de su deuda, (aunque haya aumentado su recaudación). Pese a la asistencia de la ANSES, que en el segundo trimestre enfrentó el 61% de estos compromisos, en el Activo del Banco Central, los Títulos Públicos crecieron (en siete meses) 18,3% nominal, en pesos, y los Adelantos Transitorios lo hicieron al 22,4%. Como consecuencia de este descontrol, y si bien en dólares la participación de Pasivos del Tesoro en el Activo total del Banco Central, declinó de 68,2 a 65,6%, la expansión en pesos le impidió al Central acumular Reservas, que pasaron, como porcentaje del Activo Total, del 27,6 al 26,7%. Quiere decir que el BCRA está peor que en enero, y eso que aún no ha cumplido el Decreto del 15 de agosto pasado, que le ordena pagar MU$S 3.043 a Organismos Internacionales.

–             El Tipo de Cambio de convertibilidad, o sea el respaldo de Reservas a Base Monetaria, pasó de $/U$S 12,44 en Enero, a 13,78 en el último Balance y será de 15,41, cuando el Central pague a Organismos Internacionales. Una vez más, estamos peor que en enero.

–             La esterilización con LEBACs y NOBACs, creció en pesos 54,9% y la participación de las Obligaciones emitidas por el Central, en su Pasivo, creció de 30,9 a 56,1%. Las LEBACs y NOBACs que hace un año, representaban 33,3% de la Base Monetaria, hoy significan 52,8%. Aquí estamos mucho peor.

–             Finalmente, en el lapso estudiado de 7 meses, el Patrimonio Neto del Central cayó 20,1%.      

¿Cuánto hay de descontrol?

 El Central ha hecho lo que ha podido, dada su, ahora, total dependencia del Tesoro. Consiguió, para lo que va de 2014, crecimientos en la Base y en la Circulación Monetaria, del 5,1 y 2,3%, respectivamente. Los indicadores M1 y M2 crecieron apenas 0,6 y 0,8%, en tanto que el M3 ampliado lo hizo al 9,3%, producto de un aumento de 10,1% en los depósitos totales. Si uno compara, sin considerar los costos, la evolución de la liquidez versus los Depósitos a Plazo Fijo (que crecieron 26,2%), comprende la notable eficacia de la política monetaria “pura”, en la reducción de la velocidad de circulación del dinero. Obviamente, este aserto no se cumple al considerar el mes de agosto (post-default), donde las variables monetarias líquidas aumentaron más que las inmovilizaciones.

Si uno mide una inflación anual superior al 30%, no encuentra justificativos monetarios para la misma, pese a la anterior afirmación sobre financiamiento del “loco” déficit público. Así, todos los indicadores monetarios relevantes tienen variaciones interanuales que van desde el 18,4% en la Circulación monetaria, al 23,8%; en el M2, que incluye a los depósitos de alta velocidad de circulación (cajas de ahorro).

Al no haber un plan antiinflacionario, y haber hecho crisis, tras el default, las expectativas de la Pax, el Banco Central pierde Reservas e ingresa pesos, con lo cual esteriliza relativamente, la creación monetaria para asistir al Tesoro. Con esos niveles de déficit fiscal, la situación se vuelve insostenible y obliga a una corrección cambiaria, inevitable, ante brechas superiores al 65%.

Naturalmente, que no es esta la Autoridad Económica más adecuada, para producir un shock de confianza que, a un precio más alto para el Dólar, estimule la demanda de pesos, recuperando el círculo virtuoso de Enero – Mayo, mejora que sólo sería posible si se redujeran las demandas (pesos y dólares) del sector público y se aumentara la oferta de dólares.

Mientras tanto, el deterioro patrimonial del Banco Central es ostensible, el respaldo de la  Base Monetaria casi inexistente y la amenaza de incurrir en descontrol monetario continúa, toda vez que el Ministerio de Economía pretende bajar las tasas de interés que, para depósitos de primera línea (BADLAR, de 19,9 a 21,8%), hoy reflejan a nivel anual, aproximadamente el crecimiento que han tenido los agregados monetarios. Es decir que no se les está pagando como corresponde, a los tenedores de pesos. Por ello, prefieren el Dólar, en sus diversos pelajes, y refuerzan así el círculo vicioso de los últimos tres meses.

Autor: Lic. Jorge Ingaramo

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