Gracias a la biotecnología

En 2015, Juan Llamazares Vegh comentó en el sitio de divulgación científica Sobre La Tierra cómo habían sido los inicios de Stämm, su proyecto para multiplicar nuevas variedades de levaduraspara la industria cervecera artesanal local. Con el tiempo, aquella idea nacida con el apoyo de IncubAgro, la incubadora de proyectos de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), creció, se enriqueció y fue distinguida con una beca del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) para participar de una capacitación en la Singularity University (EE.UU.). Esta experiencia le permitió a Stämm crecer y consolidarse como empresa, y Llamazares comentó de qué manera.

“Hace dos años adelantamos en Sobre La Tierra nuestros primeros resultados, y hoy es un orgullo contar todos los avances y logros hasta el presente”, comentó Juan Llamazares, y agregó: “Arrancamos Stämm con la idea de hacer más accesible la tecnología de bioprocesos. ¿Qué significa esto? En Argentina, las barreras de ingreso a la industria biotecnológica son muy altas y, al mismo tiempo, nuestras industrias tienen muchos requerimientos de productos biotecnológicos. El tema es que, en general, estos productos deben ser importados. Así que vimos el problema y encontramos el nicho justo, que es la multiplicación y abastecimiento de levaduras para las industrias cerveceras artesanales”.

Llamazares, quien pronto defenderá su tesis para graduarse de Ingeniero Agrónomo en la FAUBA, sostuvo que en nuestro país, los productores suelen enfrentar vacíos de oferta de levaduras, y eso les complica mucho sostener su producción diaria. “A diferencia de las cervecerías industriales, las artesanales no tienen la capacidad de multiplicar sus cepas y por eso debían comprarlas cada vez que las usaban. Además, antes sólo disponían de 8 cepas, contra las 200 disponibles en el mundo. Hoy, con Stämm ya ofrecemos 32 cepas alternativas. Es decir: cuadruplicamos la oferta original en el país”.

“Los cerveceros artesanales que trabajan con nosotros están contentos. Ellos sabían bien qué cervezas nuevas querían elaborar, pero no podían hacerlo por carecer de las levaduras. Así que eligieron las cepas y nosotros las conseguimos, con sus correspondientes licencias de uso, en bancos de germoplasma internacionales, que es donde se mantienen y preservan. Acá, en la Argentina, nosotros las multiplicamos y las empezamos a comercializar como levadura líquida, que responde mejor en la fermentación, da mejores resultados”, contó orgullosamente Juan.

Levaduras en un mundo de silicio

A principios de 2016, Llamazares presentó su proyecto en la cuarta edición de Impactec, un concurso de la Ciudad de Buenos Aires que busca identificar y potenciar el talento innovador argentino. El premio era sumamente atractivo: una beca para capacitarse en la Singularity University (SU), una universidad cuya misión es educar, inspirar y empoderar a los líderes para que apliquen tecnologías exponenciales (TE; ver recuadro) a la resolución de los grandes problemas del planeta. ¿El resultado? El proyecto Stämm ganó y Juan asistió a SU por dos meses y medio.

“Estuve 80 días en SU, en Silicon Valley, junto con 79 compañeros emprendedores más, de todas partes del mundo. Fue una experiencia espectacular y muy demandante al mismo tiempo. Íbamos a clase desde las 8:00 hasta las 23:00. En lo personal, aprendí mucho de los docentes de la universidad y también de los otros alumnos, gente extraordinaria que lideraba proyectos innovadores buenísimos. A pesar del cansancio de cada jornada, todos queríamos seguir interactuando y aprendiendo. Stämm se benefició mucho de la experiencia”, explicó Juan.

Es común asociar a Silicon Valley con empresas tecnológicas vinculadas a internet, pero no tanto a proyectos biotecnológicos como el de Llamazares Vegh. Al respecto, el emprendedor señaló: “En la SU participé del programa Global Solutions, que capacita a sus participantes en TE que van a impactar positivamente en miles de millones de personas en los próximos 10 años, o menos. Si bien a esta región de California se la identifica por Google y Microsoft, ellos también buscan proyectos de biotecnología porque sostienen que una gran revolución tecnológica, que incluye a la biotecnología, está por suceder. Por eso captan y potencian proyectos como el nuestro”.

Teñidos de argentinidad

“Hay determinadas características de nuestro país que favorecen la innovación. De hecho, veo como algo muy probable que las revoluciones tecnológicas del futuro empiecen a suceder en países en desarrollo. En la Argentina estamos atravesados por el Estado como una forma de actuar para solucionar problemas, mientras que en otros países, con sociedades más establecidas y supervisadas, ni se considera esta posibilidad. En SU pude conocer el continuo de formas de pensar y solucionar dificultades que se da en el resto del mundo”, dijo Llamazares.

En este sentido, el emprendedor resaltó la importancia de la incubadora de proyectos de la FAUBA. “Fue clave para nuestro proyecto. Participamos en varias ediciones del curso de comportamiento emprendedor en la FAUBA y verificamos que la asistencia es mayor año a año. Por eso quiero destacar que el trabajo que está haciendo IncubAgro es realmente muy bueno. Espero que esta tendencia emprendedora se mantenga y que este nuevo perfil se consolide para bien de los futuros ingenieros agrónomos”.

“Estoy seguro de que Stämm ganó mucho de toda esta experiencia en EE. UU. Por ejemplo, ganó en poder ver con más claridad el camino a seguir. Nuestro horizonte antes era a un año. Ahora sabemos que un montón de cosas pueden salir mal, pero tenemos un norte y sentimos que hay una comunidad que apoya ese proceso de aprendizaje o de implementación de tu proyecto. Personalmente, eso me confirma que esto es lo que quiero hacer con mi vida”, finalizó Llamazares Vegh.

Tecnologías exponenciales

¿Qué son las tecnologías exponenciales? “Son aquellas cuya potencia de funcionamiento se duplica cada uno o dos años”, aclaró Llamazares, y añadió: “Por ejemplo, el poder de cómputo es una TE que, por la ley de Moore, duplica su potencia cada dos años. La energía solar y la biotecnología siguen la misma tendencia. O el caso del teléfono celular, que hoy es 3000 veces más potente que la computadora que llevó al hombre a la luna (y lo llevamos en el bolsillo). El lapso puede variar, pero el comportamiento exponencial de estas tecnologías hace que su impacto suceda antes de lo que uno esperaría. Actualmente, somos buenos para predecir evoluciones que se dan de forma lineal, pero no exponencialmente. Por eso es muy interesante empezar a pensar en esos términos, porque así se ve cómo las TE convergen en resultados que tal vez cinco años atrás se creían imposibles”. Fuente: Prensa Fauba

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