Aprovechar la información que nos da la tecnología

La abundancia de datos y su adecuado uso es sin dudas el desafío de la agricultura actual. Y, claro está, fue uno de los grandes ejes de la primera edición de Experiencia en Cosecha, la jornada de entrenamiento a campo organizada por CLAAS Argentina en su campo de Oncativo, provincia de Córdoba, el viernes pasado. El encuentro, que replica el modelo implementado en sus jornadas Experiencia Forrajera –la próxima se realizará el 30 de junio en Sunchales- reunió a más de 300 productores, técnicos y contratistas.

CLAAS es sinónimo de tecnología de avanzada a nivel global. Y así fue puesto de manifiesto en el campo donde se desarrolló Experiencia en Cosecha. Sobre un lote de maíz de la firma KWS, dos cosechadores tope de gama -la LEXION 780 equipada con sistema de rodamiento TERRA TRAC y el cabezal MDD 100 de Mainero y la TUCANO 570 equipada con un cabezal maicero de Allochis- hicieron su trabajo ante un público que atentamente siguió en pantallas gigantes los datos provistos por la telemetría.

Pero ¿qué es la telemetría? José Suñe, especialista en agricultura de precisión de CLAAS Argentina, explicó que las cosechadoras CLAAS traen incorporada esta tecnología de fábrica y se trata del sistema a partir del cual la máquina recoge más de 200 parámetros con un intervalo de 15 segundos y los transmite en forma remota a un servidor para que sean consultados desde una pc o tableta. Estos datos refieren a la regulación de la máquina, consumos de combustible y tiempos operativos, que sumados al mapa de rendimiento permiten tomar decisiones de manejo agronómico en la campaña siguiente y ajustar tiempos y costos operativos.   

A su vez, todas las máquinas cuentan con un piloto GPS que permite ahorrar costos, mejorar la eficiencia, disminuir el estrés del operario y la compactación del suelo. “El piloto puede ser utilizado con una señal gratuita o una paga -explicó el técnico-. En el primer caso se obtiene una precisión de 15 a 30 centímetros y en el otro, de 5 a 10 centímetros”. Pero lo más relevante es el impacto económico que tiene evitar dobles pasadas por el mismo sector del lote. “Utilizando piloto automático con una precisión de entre 5 y 10 cm se calculan 53 pasadas, un 5,66% más de eficiencia. En una campaña de 2000 hectáreas esto equivaldría a 113,2 hectáreas que se dejan de cobrar que a 1200/1500 pesos la hectárea cosechada equivale a unos 135.840 pesos. En tanto se afronta un gasto extra de combustible de 22.640 pesos por la misma superficie”, puntualizó Suñe.

Un cabezal que todo lo puede
Marcos Formica, de Mainero, explicó el trabajo que el cabezal MDD 100 realizó en Experiencia en Cosecha. Este desarrollo, que ya va por su cuarta campaña de vida comercial, sigue siendo el único en el mundo que puede cosechar a cualquier distancia y dirección. “Hay entre 700 y 800 trabajando en el país y unos cuantos más en distintos mercados. Nos enorgullece todo lo que podemos lograr con un cabezal tan simple y de tan poca sofisticación mecánica”, dijo.

Un híbrido por ambiente
El uso de la información también fue eje de la disertación de Joaquín Ferreyra, de KWS. El técnico destacó que, cuando se va a comprar un maíz, es clave consultar cómo es el ambiente en el que se va a sembrar, en qué fecha, con qué densidad y sobre qué suelo. De ese modo, en base a una serie de ensayos que la compañía viene realizando en distintas regiones del país con todo su portfolio de híbridos podrá aconsejar el material más adecuado a las necesidades de cada productor. “El objetivo es tener un manejo más preciso del producto y tenemos datos para lograrlo”, dijo Ferreyra.
 
Para el control de malezas
Diego Ustarroz, de INTA Manfredi, abordó el problema de malezas en la región centro de Córdoba. “Estamos viendo barbechos muy largos entre la cosecha de la soja a mediados de abril y la siembra tardía de un maíz en diciembre y esto nos obliga a hacer demasiadas aplicaciones de herbicidas”, dijo con preocupación. “Si bien podemos rotar los modos de acción de los herbicidas, se trata de una estrategia poco sustentable y que ocasiona un excesivo uso de herbicidas y riesgo de nuevas resistencias”, expresó.

A la hora de las recomendaciones, el técnico sugirió incluir un cultivo de trigo como puente entre dos de verano o bien realizar cultivos de cobertura. En el caso de estos últimos se interrumpen antes de que lleguen a fin de ciclo lo que genera una buena cobertura y excelente supresión de las malezas. El desafío en este caso es medir el agua disponible en el suelo.

Otra estrategia para reducir el período de barbecho es adelantar la fecha de siembra de maíz, de mediados de septiembre a mediados de octubre. “Esto es posible en la zona y tenemos excelentes herramientas de control en maíces tempranos”, concluyó.
 
Círculo cerrado de nutrientes
Nicolás Sosa, de INTA Manfredi, aportó un tema que cierra el círculo productivo: el uso de efluentes de la producción porcina para la fertilización de maíz. “El efluente porcino contiene una gran cantidad de nutrientes que un cultivo puede utilizar”, dijo. “En cerdos de terminación, aproximadamente el 39% del nitrógeno ingerido a través de la ración luego es recolectado a través de heces y orina y puede ser volcado nuevamente al sistema”, puntualizó.

Pero la clave es garantizar aplicaciones de dosis agronómicas y no sobre dosificar. Para esto es necesario realizar un análisis del efluente y de los requerimientos del suelo para poder determinar la dosis. “No es lo mismo un efluente de un purin de terminación que si hablamos de lechones cerca de ir a faena que son mucho más ricos en nitrógeno y fósforo, que los efluentes provenientes de un ciclo cerrado donde se mezclan los de todas las categorías del establecimiento”, describió Sosa y ejemplificó: “si queremos fertilizar un maíz de 80 qq/ha hay que aplicar unos 30/35 m³ de purín o de un efluente de estrato de terminación. En cambio, si hablamos de un ciclo de maternidad hay que duplicar la dosis debido a que el contenido nutricional es de casi la mitad”.

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