El Ente Administrador del Puerto de Rosario (ENAPRO) retomó un proyecto que desde hace años genera expectativas en la región: la posibilidad de que Rosario se transforme en un puerto de cruceros fluviales con destino a Uruguay. Según trascendió, están en la etapa final de elaboración de los pliegos para licitar la obra de refuncionalización del muelle de la Terminal Fluvial, un paso clave para convertir a la ciudad en punto de partida o escala en rutas turísticas por el Paraná y el Río de la Plata.
Las obras demandarán aproximadamente un año y podrían estar finalizadas para principios de 2027. Los trabajos se financiarán con parte de un crédito de 150 millones de dólares otorgado por la Corporación Andina de Fomento (CAF), gestionado por la provincia de Santa Fe. La inversión contempla la renovación de 150 metros del muelle, mejoras edilicias y actualización de instalaciones en los salones de la terminal. La intención de que Rosario sea un nodo del turismo fluvial, tanto para viajes regionales como internacionales.
Historia de una idea que nunca se fue
La propuesta de conectar Rosario con Uruguay a través de embarcaciones turísticas no es nueva. Ya en administraciones anteriores del ENAPRO se había trabajado el tema con cierto nivel de detalle. Uno de los impulsores fue Ricardo Terán, quien durante su paso por el ente había elaborado propuestas orientadas a un modelo más realista y sustentable que el de los ferrys de alta velocidad.
El planteo de fondo siempre enfrentó un mismo límite físico: la velocidad. Mientras los ferrys que conectan Buenos Aires con Uruguay navegan a velocidades de entre 40 y 50 nudos, en la zona de Rosario la navegación fluvial está limitada a entre 9 y 15 nudos, con una velocidad máxima de 9 nudos frente a los puertos urbanos, para evitar impactos en la navegación deportiva y recreativa. “Imaginá un ferry a 40 nudos frente al Yatch Club: los veleros vuelan por la ola del barco”, graficó una fuente que trabajó en el desarrollo técnico del proyecto.
Por eso, la alternativa es otra: apostar a un tipo de embarcación de menor porte, con camarotes, servicios a bordo y una lógica de “turismo de expedición”. A esa velocidad, un trayecto Rosario-Carmelo podría cubrirse en unas 13 o 14 horas, permitiendo incluir actividades recreativas y excursiones como parte de la experiencia. Para que el negocio sea viable, la unidad debería transportar al menos 150 personas, combinando transporte, paseo y oferta turística.
Interés internacional y potencial económico
Durante el último año, el ENAPRO mantuvo conversaciones con navieras extranjeras, especialmente francesas, que manifestaron interés en operar este tipo de cruceros temáticos. Según publicó El Cronista, una de las propuestas incluye un crucero vinculado a la figura de Lionel Messi, pensado para atraer al turismo internacional que llega a Buenos Aires y quiere conocer Rosario como su ciudad natal.
También hay estudios de factibilidad más avanzados. En noviembre de 2023 se supo que al menos dos compañías estaban evaluando seriamente el trayecto Rosario–Uruguay, y que el proyecto podría tener incluso apoyo logístico desde Montevideo y Piriápolis.
Rosario ya tiene cierta experiencia en turismo fluvial: solo en la última temporada estival, más de 30.000 personas utilizaron servicios náuticos hacia las islas del río Paraná, según datos del ENAPRO. La reactivación de la Terminal Fluvial permitiría capitalizar esa experiencia y expandirla hacia nuevos mercados, generando empleo, movimiento en la economía local y mayor visibilidad para la ciudad en los circuitos turísticos del Mercosur.
Una apuesta de largo plazo
El proyecto encaja dentro del plan estratégico del puerto de Rosario hacia 2050, que contempla una diversificación de sus funciones logísticas y comerciales, incluyendo el desarrollo turístico. Si bien la infraestructura ya existente cuenta con calado y condiciones adecuadas para recibir buques de mayor porte (hasta 32 pies), la viabilidad de una ruta fluvial a Uruguay requiere consolidar una oferta turística atractiva y articular acuerdos operativos con los actores privados.