“No necesitamos un Estado paternalista; es nuestra responsabilidad manejarnos correctamente”

Hablamos con el director del Centro de Cirugía de Rosario acerca del sector salud y el manejo de la pandemia

Jorge Harraca es director del Centro de Cirugía de Rosario, jefe del Servicio de Cirugía Bariátrica y Metabólica del Hospital Privado de Rosario, Coordinador de la comisión de Cirugía Bariátrica y Metabólica de la Asociación Argentina de Cirugía. En un mano a mano con este medio, habló sobre el impacto de la pandemia en el sector Salud a nivel local, la gestión de la emergencia y la importancia de prestar atención a las patologías de base y sus posibles complicaciones. Si bien descarta que el pico de contagios en Rosario haya pasado, aclaró que cree que las instituciones locales están a la altura de las circunstancias. También dijo que lo que ocurra de aquí en más debe depender de la conciencia de la gente, más que del rol de un Estado paternalista.

¿Cómo han vivido en el sector salud los últimos meses?

Fueron meses de mucha incertidumbre en los que fuimos improvisando sobre la marcha según cómo se daban las circunstancias. En realidad, cambió todo radicalmente en dos semanas, uno no se imaginó que todo se podía modificar tanto. Fue una situación inédita.

En el sector salud obligó a tomar medidas que paradójicamente obligaban a aumentar los costos y disminuir el trabajo. En medicina no hay economía. Cualquier reducción que se haga se traduce en pérdida de seguridad. Hubo una medida de restricción que al principio fue ventajosa, pero también fue apresurada. Para preservar el sistema de salud, prácticamente se lo llevó a una situación de extremo riesgo en lo que respecta a costos, particularmente al sector privado.

Yo me dedicó a obesidad, a cirugía bariátrica. Tengo otro rol que es el manejo del Centro de Atención Médica. Vimos en los dos lugares situaciones paralelas y complejas. Había un mensaje hacia la gente de quedarse en casa, que fue útil, por un lado, pero que también hizo que la gente deje de consultar por tratamientos que necesitaban continuidad. Por otro lado, teníamos que mantener funcionando las estructuras, pero prácticamente sin funcionamiento. Fuimos avanzando e intentado compensar a lo largo de los últimos meses.

¿Cree que hubo gente que pospuso otras patologías por cuidarse del COVID-19?

El grupo que más patologías tiene es el de mayor edad, el que presenta mayor riesgo para el COVID. Fue a los que se les pidió estrictamente que no se muevan. Fueron los que por una cuestión de seguridad dejaron de hacer consultas y eso se tradujo en la complicación de algunos casos de enfermedades de base.

En lo nuestro, la obesidad, ocurre algo paradójico. Los obesos son uno de los grupos que tienen mayor probabilidad de tener complicaciones y mayormente en la gente joven. Justamente, los sistemas de salud privados y públicos definieron la obesidad como algo secundario y suspendieron los tratamientos, así que fue realmente complejo.

Otra situación que complicó a la ciudad fue el hecho de que las decisiones se tomaron en base a la circulación viral que había en Buenos Aires, cuando a nivel local el panorama era diferente. Estábamos desperdiciando un sistema de salud que estaba ocioso, a mayores costos y que no daba ningún beneficio para la contención del COVID. Fue todo un desafío hacer entender a los sistemas pagadores que tenían que evaluar las autorizaciones en función a la realidad regional del país. De otro modo, estábamos generando un daño en la gente al no darles el recurso y un desperdicio de capacidades existentes que podrían haber sido empleadas.

¿Cree que el sistema de salud local está a la altura de la situación?

Sí. Yo creo que la atención médica en Rosario está en manos de grandes empresas de salud. La medicina avanzó y dejó de ser un emprendimiento cooperativo; tenemos empresas que se manejan de forma muy seria y los directores médicos de cada centro generaron normas de atención acordes. Si bien al principio fue un poco shockeante y se vieron casos en las instituciones médicas, estas instituciones están preparadas a través de protocolos para controlar los brotes del virus.

También ocurre en el sector público. Fue verdaderamente notable la organización y la contención que se hizo desde el sector salud. Con una política volcada hacia la asistencia se neutralizaron las áreas donde una explosión de circulación viral hubiera sido incontrolable en la ciudad. Es una ciudad que se ha mantenido hasta ahora como una burbuja, pero que está influenciada por un entorno de localidades en las que la circulación es más rápida. La reacción del sistema es buena porque inmediatamente se definieron los clusters y se controló muy bien.

¿Qué ocurre con la obesidad en particular? ¿Cómo se relaciona con la pandemia?

La obesidad, inicialmente, es un problema de imagen, pero a medida que progresa el paciente tiene una enfermedad no visible. Aparece por las complicaciones como la diabetes e hipertensión, que son factores secundarios. Ese compromiso, desde el punto de vista general hace que el paciente tenga mayor vulnerabilidad a la hora de la contaminación por mecanismos biológicos. La idea es que se entienda que el paciente con obesidad es mucho más sensible a las complicaciones que pueda acarrear el contagio con el virus.

En Argentina tenemos un porcentaje altísimo de obesos. Cerca de siete de cada diez personas tienen un peso por encima de lo normal. Hay un 22% de pacientes que están en rangos muy elevados de obesidad que están en un alto nivel de riesgo, independientemente de la edad. De hecho, los más jóvenes y obesos tienen más riesgo que una persona mayor de 65 años y sana. La obesidad mata alrededor de tres millones de personas por año en el mundo. No quiere decir que la obesidad sea más importante que el Coronavirus, pero son cosas que no se pueden desatender. Inicialmente, solamente se prestó atención al desarrollo de la pandemia y ahora estamos viendo las complicaciones de todos esos problemas que se soslayaron.

El rencor está en que hubo muchos pagadores del sistema de salud que suspendieron. En realidad, no sé si se trata de una intencionalidad. Hoy en día tenemos tanta información que cualquier interés o beneficio puede ser disfrazado de una causa noble. Costó muchísimo que nos escuchen y que flexibilicen la atención porque lo que estaban haciendo inicialmente es perjudicar al paciente.

¿Cómo sigue hoy la actividad quirúrgica?

El trabajo quirúrgico se redujo considerablemente. A esta misma franja del año operamos el 20% de lo que esperábamos en comparación del año pasado para esta misma altura. lo que pasa es que la demanda sigue estando, solamente está detenida por las autorizaciones de los procesos y la caída en las consultas. Es una ecuación llena de variables complejas.

Hay dos tipos de paciente. El que tiene una patología de urgencia va a cirugía y entra dentro de un circuito especial de seguridad para él y el equipo de salud; la urgencia sigue su camino independientemente de si se trata de COVID o no. La cirugía electiva o programada se suspende en alta circulación viral y en baja circulación se trabaja bajo ciertos protocolos. Se hace un isopado para saber que no lo estamos internando como portador asintomático del virus y se toman normas especiales hacia los acompañantes y nosotros mismos, para asegurarnos que nadie esté silenciosamente contagiado y podamos perjudicar al paciente. Hoy en día se operan ambos casos.

¿Qué aprendizajes o nuevas prácticas surgidas con la pandemia le gustaría conservar?

Lo que ha sido fantástico es la toma de conciencia del contagio y el cuidado. Salimos de esto con costumbres totalmente diferentes, desde el saludo, hasta el manejo diario de cómo ingresamos a nuestra casa, cómo nos higienizamos, qué cuidados tenemos en el manejo de la boca, cómo comemos y dónde lo hacemos. Creo que culturalmente hemos dado la vuelta en la esquina y hemos entrado en un camino de mayor conciencia.

Lo que noto, no como médico, sino como persona, es la vulnerabilidad que tenemos. Leía una nota en Charlie Hebdo que decía que la pandemia demostró que la economía se pone en riesgo cuando la gente deja de comprar cosas que no necesita. Lo segundo es que evidentemente se podía bajar la contaminación del medio ambiente. La tercera, es que justamente las personas esenciales para un país son las peor remuneradas. La pandemia nos mostró realidades categóricas que debemos procesarlas y valorar de otra manera.

¿Qué recomendación dejaría para lo que queda transitar del año?

La recomendación es el cuidado personal. No creo que estemos todavía en una post-pandemia, creo que habrá circulación de casos. Sin embargo, ya no se le puede exigir a la gente que no salga. La gente necesita vivir y trabajar. Esto va a depender de la conciencia con la que nos manejemos, va a depender de nosotros mismos y de cómo nos comportamos socialmente con el resto de las personas. No necesitamos un Estado paternalista que nos diga ‘si no hacés tal cosa te castigo’, es mi responsabilidad lo que hago y cómo me manejo.

Desde el punto de vista médico, los pacientes tienen que saber que las instituciones están preparadas para cuidar. No es que si van a un sanatorio se van a contagiar. los pacientes circulan por un circuito seguro. Seguridad y responsabilidad son las dos palabras que cierran esta conversación.

 

Comentarios