Reducí el estrés a través de una alimentación saludable  

A diferencia de lo que muchas personas podrían pensar, presentar estrés en ciertas situaciones puede ser algo positivo. Sin él, sería imposible atravesar algunos desafíos de la vida. Pero cuando se vuelve crónico, nuestro cuerpo se mantiene alerta incluso cuando no hay peligro y eso puede traer aparejados problemas de salud.

El estrés es la reacción que se genera en nuestro organismo a partir de la percepción de una amenaza externa o interna. Al preparar a nuestro cuerpo para enfrentarse a esos peligros, se ponen en marcha mecanismos fisiológicos que aumentan el metabolismo y el consumo de energía, y se activan respuestas de alerta como miedo, ansiedad, ira o agresión.

Si el cuerpo se mantiene demasiado tiempo en ese estado de activación, varios síntomas fisiológicos, psicológicos y de conducta pueden comenzar a manifestarse:

  • palpitaciones,
  • debilidad,
  • vértigo o mareos,
  • insomnio,
  • dolores de cabeza,
  • intranquilidad,
  • trastornos estomacales,
  • dificultad para concentrarse.
Según el médico especializado en Diabetes y Nutrición Mario Yael (M.N. 65.750), lo más indicado para terminar con el estrés sería cortar con la sensación de peligro que muchas veces existe en nuestra mente, pero que no tiene un correlato real. Es que, aunque parezca increíble, una sonrisa puede aliviar las tensiones y hasta cambiar el humor, lo que permite disminuir el estrés y, así, mejorar nuestra percepción de la vida y nuestra capacidad cognitiva. También, sostiene Yael, ayuda a combatirlo la ingesta de ciertos alimentos:
Té verde. Contiene un aminoácido llamado teanina que contribuye a la disminución del estrés y de la ansiedad.Se recomienda no hervir el agua y dejar reposar el té antes de tomarlo para que el agua adquiera todas sus propiedades. Yael propone ir incrementando el consumo de té verde hasta tres tazas por día.

Omega 3. Se encuentra presente en pescados como el atún, la caballa, el salmón y las sardinas; y en las nueces y en semillas de lino –es necesario molerlas para que hagan efecto-.

Jugo natural de granada.

Uvas.

Con el paso de los años, disminuye la cantidad de neuronas en el cerebro. También aumenta la de sustancias oxidantes como los radicales libres, que pueden ser tóxicos para las neuronas, en especial, en la zona cerebral llamada hipocampo, que está asociada a los procesos de aprendizaje, a la memoria y al estado de ánimo.

Por otra parte, el estrés crónico puede lesionar a las neuronas al activar ciertas células cerebrales llamadas microglía, que sintetizan substancias inflamatorias y radicales libres. Por eso, para desinflamar las neuronas y aumentar nuestra capacidad cognitiva, nos conviene comer más alimentos que contengan antioxidantes, que son los encargados de combatir los radicales libres. Algunos de ellos son:

Algunos de ellos son:
  • té verde,
  • cebolla,
  • manzana,
  • frambuesa,
  • arándanos,
  • frutas secas,
  • raíces (remolacha, zanahoria, rábanos),
  • aceite de oliva,
  • semillas,
  • cacao,
  • inulina (una fibra presente en la achicoria),
  • uvas,
  • kiwi,
  • ácido fólico (lo encontramos en la espinaca y en el jugo de naranja),
  • cúrcuma,
  • vitamina E (presente en nueces, almendras y chocolate, entre otros).
Dormir bien. Es recomendable descansar entre 6 y 8 horas, y no de manera fraccionada. Dormir mal puede favorecer la obesidad, la hipertensión arterial, el riesgo de padecer un accidente cerebrovascular (ACV), la diabetes, la depresión, el estrés y puede afectar la memoria.

Hacer ejercicio. La actividad física estimula la neurogénesis, que es la formación de nuevas neuronas en la vida adulta. Además, ayuda a distender el cuerpo y la mente.

Ver para consumir. Es aconsejable dejar a la vista lo que conviene comer.

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