Un repaso claro y práctico de los movimientos, hábitos y cuidados que ayudan a disfrutar más cada partido y reducir molestias típicas de este deporte dinámico.
Movilidad y calentamiento previo al partido
El pádel es un deporte de ritmo cambiante, con movimientos cortos, piques explosivos y giros rápidos que exigen que el cuerpo esté preparado desde el primer minuto. Antes de empezar a jugar, conviene destinar al menos 10 minutos a la movilidad general de las articulaciones que más participan en el juego: tobillos, rodillas, cadera, hombros y muñecas. Una pequeña rutina mejora la estabilidad, aumenta el rango de movimiento y ayuda a que los desplazamientos laterales se sientan más fluidos.
Los ejercicios pueden ser simples. Rotaciones de tobillos, círculos amplios de brazos, giros de tronco y sentadillas suaves son suficientes para activar la musculatura sin generar fatiga. También es útil sumar algunos movimientos dinámicos, como skipping bajo o talones a glúteos, que elevan la temperatura del cuerpo y preparan el sistema cardiovascular para los cambios de intensidad típicos del pádel.
Además del calentamiento muscular, el calzado influye mucho en cómo se siente la entrada en calor. Un buen agarre lateral y una base estable permiten evitar resbalones o torsiones incómodas durante los primeros movimientos. En este punto, quienes buscan un modelo específico para entrenar pueden apoyarse en zapatillas de hombre diseñadas para deportes de raqueta, que suele ofrecer mejor tracción y estabilidad en desplazamientos cortos.
Ejercicios de activación para mejorar reacción y estabilidad
Una vez que la movilidad está resuelta, es momento de preparar el cuerpo para el tipo de desplazamientos que caracterizan al pádel. Aquí predominan los movimientos laterales, los arranques rápidos y los retrocesos cortos, por lo que conviene incluir ejercicios que simulen esa dinámica. Los pasos laterales repetidos durante 20 o 30 segundos ayudan a que la musculatura de abductores y glúteos se active de forma pareja. También es útil sumar cambios de dirección controlados, moviéndose hacia adelante, atrás y a los costados en secuencias rápidas.
La estabilidad es igual de importante que la reacción. El core cumple un rol clave al sostener la postura en desplazamientos intensos y al acompañar los giros del tronco en cada golpe. Plancha frontal, plancha lateral y algunos segundos de equilibrio sobre una sola pierna alcanzan para activar la zona media sin necesidad de rutinas largas. Este tipo de trabajo reduce el riesgo de tensiones en la zona lumbar y brinda mayor firmeza al momento de golpear la pelota.
Los micro-saltos también colaboran en la preparación del tren inferior. Saltos cortos y suaves, apenas despegando los pies del piso, mejoran la reactividad de tobillos y facilitan los movimientos entre cada punto. Se trata de un gesto muy presente en el pádel y conviene acostumbrar al cuerpo a ese ritmo antes de comenzar cada partido.
































