Zona comercial AIR Rosario: En su planta baja quedan solo dos locales en pie

La mayoría de sus comerciantes no pudieron acceder a los beneficios de excepciones de pago de canon que brindaba el Aeropuerto.

La pandemia hizo estragos en la economía de los negocios vinculados al turismo, y uno de los sectores que se muestra como postal del coletazo del coronavirus son los pasillos del AIR Rosario, el Aeropuerto Internacional “Islas Malvinas”. Vacíos y silenciosos, las persianas bajas de su galería comercial denotan la frialdad con la que los golpeó la crisis sanitaria y su correlato económico. En su planta baja quedan solo dos negocios en pie: una afamada librería y un kiosko que se asienta desde hace años dentro del Aeropuerto.

Otros quedaron tambaleantes, resistiendo pero sin poder trabajar desde marzo. Dentro del aeropuerto funcionan bares y restaurantes a quienes no les conviene abrir sus puertas para atender a las pocas personas que circulan. Si bien el AIR sigue funcionando, sólo presta servicios para pocos vuelos permitidos: sanitarios y particulares con autorización de la Anac. El personal cumple una guardia mínima y sólo un pequeño porcentaje de los 300 trabajadores asiste al lugar.

Uno de los titulares de uno de los servicios gastronómicos que funcionan en el Aeropuerto Internacional contó que la situación es “desesperante”. “La galería comercial quedó obsoleta, los bares no abren porque no hay nadie; cuando no tenes la circulación de pasajeros y sólo circulan unas pocas decenas de trabajadores, es una cifra que ni siquiera sirve para abrir ningún tipo de negocio, vas a pérdida”, contó a On24.

Un claro ejemplo de la situación que atraviesan comerciantes y empresarios que brindan servicios en el AIR Rosario es el de la concesión del Free Shop. Mientras en el mundo se declaraba la pandemia por Covid-19, una empresa porteña ganaba su licitación. Invirtieron, reformaron el espacio, se alistaron para hacerse cargo de la actividad, contrataron personal. Nunca pudieron trabajar.

Tampoco hay precisiones sobre cuándo y cómo se podrá retomar la actividad comercial. “Existe muy poco diálogo con el Directorio, entiendo que no deben tener siquiera ellos la información, pero sería bueno que haya un diálogo más fluido”, explicó el comerciante y destacó el nivel de incertidumbre: “El rubro aeroportuario es un mercado de recuperación muy lenta, estamos ante un abismo y se ven pocas luces”.

A los comercios y restaurantes el AIR Rosario les ofreció una ayuda económica que no muchos pudieron aprovechar: Cada local paga un contrato de alquiler por el espacio licitado, su equivalente al consumo de energía por M2, un canon fijo y otro variable sujeto a facturación. Sólo quienes tenían al día sus cuentas pudieron acceder al no cobro del canon fijo. “Pero la mayoría, luego de la caída de los pasajes en el 2018, acumuló una deuda que si bien no es impagable, cuesta y no nos permite acceder al beneficio”, remarca.

Hacer inversiones como la que hicimos y vivir esta situación es muy angustiante. En un país que está complicado en todo aspecto, con cargas impositivas altísimas… es muy difícil de mantener”, lamentó el empresario gastronómico y volvió a reclamar diálogo: “Entendemos que el directorio es nuevo y que la situación no es fácil, pero deberíamos tener un diálogo para prepararnos para lo que viene… si es que viene algo”.

El Aeropuerto tiene alistado sus protocolos para retomar la actividad de vuelos comerciales cuando se permitan, ya que estiman que en la brevedad podría haber anuncios por parte del gobierno nacional, con acuerdo de las provincias y el interés de algunas aerolíneas de retomar algunas rutas aéreas. Sin embargo, ya se anticipó que los protocolos pensados no incluyen circulación de público más allá de los pasajeros: sólo quien tiene un ticket de vuelo en mano podrá hacer uso de las instalaciones. Mal panorama para pensar que la apertura de algunos pocos vuelos pueda ser un alivio significativo a comerciantes y gastronómicos del AIR.

Las dudas quedan, y pese a la intención de sostenerse pese a todo, las incógnitas se acumulan con los meses de parate económico. “Es una incertidumbre, de tener alguna certeza nos podríamos organizar de otra forma, pero en esta situación nos preguntamos si conviene o no cerrar”, razonó el gastronómico.

 

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