A pesar de la crisis económica mundial, el coronavirus y la bajante del río, la cadena agroindustrial argentina sigue creciendo.

Julio Calzada: "Gran parte de estos recursos se volcarán a los grandes centros urbanos, en particular el de Rosario"

Columna para ON24 de

Julio Calzada

 Director de Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario .

La cadena agroindustrial argentina volvió a dar una nueva lección. En las peores condiciones, en el medio de una terrible pandemia mundial, en el contexto de una notable crisis económica local e internacional y la bajante más severa del Río Paraná en casi 50 años; el campo y la agroindustria siguió manteniendo ese enorme dinamismo que lo caracteriza. Diversos indicadores muestran que a pesar de todos los problemas que se presentaron, el complejo industrial oleaginoso del Gran Rosario siguió trabajando a full generando exportaciones y divisas para el país en los primeros cuatro meses del año. 

Un informe reciente de Emilce Terré y Alberto Olmedo de nuestra Dirección de Informaciones y Estudios Económicos evidencia que entre el 1ro de marzo y el 14 de mayo ingresaron a las terminales del Gran Rosario un total aproximado de 16,3 millones de toneladas de soja y maíz. Este volumen agregado se ubica un 4% por encima del año pasado, incluso a pesar de la caída mayor al 40% que exhibieron las descargas de camiones en la segunda quincena de marzo. En ese entonces, apenas declarado el aislamiento social preventivo y obligatorio, se multiplicaron los cortes al normal flujo de camiones y aún se estaban implementando los diversos protocolos para el sector. El esfuerzo mancomunado entre el sector público y privado permitió normalizar la situación en un tiempo relativamente corto, y ya en la segunda quincena de abril la descarga combinada de soja y maíz en el Gran Rosario alcanzó el volumen más alto de los últimos seis años, sosteniendo en lo que va de mayo un buen nivel de actividad. Todos los indicadores, salvo los despachos al exterior de aceite y harina de soja, muestran niveles superiores al año anterior. En aceite y harina de soja, la caída de los despachos a nivel nacional fue leve. 

Terre y Olmedo sostuvieron con claridad en dicho informe que  alto volumen de entregas en el Gran Rosario está basado en el muy buen ritmo de avance de la cosecha. En el caso de la soja, según informa el MAGyP, al 14 de mayo se había avanzado con la cosecha sobre el 79% del área de intención, el mayor porcentaje en 5 años. Para la campaña actual, ello significa que ya se completó la trilla en 13,6 millones de hectáreas, un 8% por encima de lo cubierto a la misma altura del año anterior y un 9% por delante del promedio de los últimos cinco años. 

En el caso del maíz, si bien el porcentaje de avance se encuentra levemente por debajo del año anterior (46% vs 48%), el crecimiento en el área sembrada determina que en hectáreas, la trilla ha avanzado sobre una mayor superficie. Así, al 14 de mayo se han cosechado 4,19 millones de hectáreas, levemente arriba de las 4,17 completadas para la misma altura del año anterior y muy por encima de los 2,47 millones de hectáreas que en promedio se cosecharon con maíz los últimos cinco años. 

Si se siguen levantando las restricciones que operan actualmente en la economía local producto de las prevenciones adoptadas para superar la pandemia del coronavirus, paulatinamente el campo volverá a derramar su gasto e inversiones sobre el Gran Rosario como habitualmente sucede. Argentina va a contar este año con casi 102 Mt de soja y maíz, lo cual implica una muy buena producción y un conjunto de recursos económicos al que accederán los productores del país en forma gradual en los próximos meses

Gran parte de estos recursos se volcarán a los grandes centros urbanos, en particular el de Rosario. Estamos hablando de gasto e inversiones de hombres y mujeres de campo, sociedades agropecuarias y el resto del sector (acopios, corredores, empresas exportadoras, etc.) que opera en nuestra zona desde donde sale el 80% de las exportaciones de granos, harinas y aceites. 

Uno de los elementos que permite pensar que puede ser relevante la inversión y el gasto del interior a las ciudades se sustenta en el tema financiero. Existen pocas alternativas financieras para el productor para invertir sus excedentes. Con la imposibilidad de acceder fluidamente a la compra de moneda extranjera, un mercado financiero internacional sumamente volátil por el coronavirus -lo cual implica muchos riesgos para comprar acciones o bonos-, un mercado bursátil local de similares características, un mercado local de títulos públicos limitado y riesgoso por la reestructuración, tasas de interés por debajo o alineada a la inflación para los depósitos a plazo fijo y la conducta habitual de muchos productores en no confiar tanto en las inversiones financieras; es lógico pensar que productores llegaran al Gran Rosario y a las grandes ciudades y realizarán gastos e inversiones en activos fijos y bienes reales en la zona. Especialmente en lo que tiene que ver con la reposición de equipos, bienes durables, rodados e inversiones inmobiliarias (aunque en menor medida). Este gasto, estimo, arrancará despacio pero crecerá de manera consistente y paulatina. 

No debe confundirse la actitud prudente de los hombres de campo y la cautela a la hora de guardar e ir vendiendo la mercadería. Si bien este año se observa mayores compras de silos bolsas, mayor entrega de mercadería al sistema cooperativo y crecimiento de ciertos acopios, esos granos finalmente serán comercializados dentro del sistema y el gasto en bienes reales en el Gran Rosario y las grandes ciudades tenderá a efectivizarse paulatinamente a lo largo del año y durante el año próximo. 

Si esta crisis económica mundial sin antecedentes y esta pandemia totalmente inesperada no lograron parar el ímpetu de la cadena agroindustrial argentina en estos 4 meses, entonces hay que dejar de lado el pesimismo y la inacción. Hay que tener confianza y optimismo. Urge seguir trabajando para superar los peores efectos de esta crisis en lo social y lo económico, para posteriormente acelerar el proceso de inversiones en el campo y la agroindustria para recuperar la senda de crecimiento y traccionar al resto de la economía nacional. 

 

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