Alberdi, Santa Fe y Rosario: una conexión histórica que revive en un libro con prólogo de Javier Milei

Daniel Pereyra reconstruye los vínculos de Alberdi con Santa Fe: desde el billete emitido en su honor hasta su anhelo de vivir en Rosario, donde un barrio aún perpetúa su nombre.

Este 29 de agosto se cumplió el 215 aniversario del nacimiento de Juan Bautista Alberdi. Una buena ocasión para recordar la profunda y recíproca admiración que unió al prócer de la organización nacional con la provincia de Santa Fe y en particular con la ciudad de Rosario.

Alberdi regresó al país luego de una larga ausencia para asumir como diputado de la Nación, elegido por la provincia de Tucumán. Era septiembre de 1879. En 1881 viajó a Santa Fe. Por una carta enviada a Federico Helgera —citada por Alberto Octavio Paz en el diario La Capital en 1967— se sabe que el 3 de mayo de ese año partió desde Buenos Aires hacia la capital santafesina. En sus palabras, el viaje tenía por objetivo “acordar con su Gobierno un asunto fiscal en Europa. Llevo además a Europa, un encargo de interés público para Santa Fe, su crédito público y su colonización, que ha tomado ya un desarrollo admirable”.

Este compromiso no era nuevo. Ya en 1855, siendo Ministro Plenipotenciario de la Confederación en París, nombró cónsul argentino en Dunkerke a Jean Joseph Vanderest, quien organizó expediciones de inmigrantes que ayudaron a fundar Colonia Esperanza. Era la puesta en acción de su célebre aforismo “gobernar es poblar”.

El 6 de mayo Alberdi llegó a Santa Fe y fue visitado en su hotel por el gobernador Simón de Iriondo. Luego concurrieron al Colegio de la Inmaculada Concepción, donde fue recibido por la comunidad educativa y los alumnos recitaron una composición en su honor. Ese mismo día, el gobernador lo designó mediante decreto para supervisar las negociaciones del empréstito provincial con la casa londinense Murrieta & Cía. Más tarde Alberdi delegaría esta función en Cristóbal Federico Woodgate.

Posteriormente, el Banco de Santa Fe, en reconocimiento a la defensa de los intereses provinciales por parte de Alberdi, imprimió un billete de 10 pesos moneda nacional con su imagen.

En camino a la capital provincial, Alberdi pasó por Rosario, donde seguramente visitó a su amigo Ovidio Lagos. Este paso quedó registrado en el diario La Capital. En la edición del 5 de mayo podía leerse: “Tenemos el honor de dar la bienvenida a este ilustre argentino autor de las bases y fundamentos de la Constitución Nacional… El nombre de este gran constitucionalista basta por sí solo para apreciar la visita de un huésped tan distinguido. Saludamos pues al laureado estadista y al valiente publicista, deseándole grata permanencia en la provincia en donde siempre se lo recordó con veneración”.

Esa veneración era recíproca. Así lo expresa Alberdi cuando le escribe a Juan María Gutiérrez desde Roma, en una extensa carta fechada el 29 de mayo de 1856, donde le comenta su reunión con el papa Pío IX y la distribución de la Constitución Nacional en francés. Sobre el final, le confiesa: “Por mi parte, mi sueño dorado es habitar en algún lugar de nuestras campañas de América. Ojalá pudiera tener una bonita quinta cerca del Paraná, o el Rosario”. Un anhelo que nunca pudo concretar.

Sin embargo, el cariño por Rosario se materializó de otra forma. En 1867, el rosarino José Nicolás Puccio fundó un pueblo en tierras de su propiedad al que llamó Juan Bautista Alberdi, donando además una manzana. En el acta de fundación se dejó plasmado: “Que guiado por un sentimiento de justicia, funda en este departamento del Rosario de Santa Fe, con la correspondiente autorización, un pueblo denominado Alberdi, para perpetuar de algún modo la memoria del doctor Juan Bautista Alberdi, ausente hoy en Europa, reconociendo en él a uno de los hijos ilustres de la República Argentina, cuyo mérito y talento de hombre público honra a su patria, que es la del otorgante”.

Ese poblado quedó integrado con el tiempo a Rosario como el actual barrio Alberdi. Medio siglo más tarde, en 1917, el escultor rosarino Erminio Blotta le rindió homenaje con un monumento.

Las tierras del Pueblo Alberdi también guardaban una doble conexión: habían pertenecido a Vicente Fidel López, compañero y amigo del tucumano e hijo del autor del Himno Nacional, Vicente López y Planes. A su vez, allí habría acampado el ejército de Urquiza en su paso hacia la batalla de Caseros.

Rosario también honra a William Wheelwright con una de sus avenidas. Este ingeniero norteamericano fue clave en el desarrollo ferroviario del país: dirigió la construcción del Ferrocarril Central Argentino, impulsó el ferrocarril tucumano y trazó las vías que unieron Buenos Aires con el puerto de Ensenada. Alberdi le dedicó una biografía, uno de los primeros testimonios escritos en defensa de los emprendedores de América. En esas páginas dejó delineada una guía para el progreso argentino y de toda Hispanoamérica.

“Nuestra perla de los ríos”: así llamaba Alberdi a Rosario en una carta fechada el 12 de febrero de 1883 dirigida a Nicolás María Álvarez, conservada en el Archivo del Museo Histórico Provincial.

Alberdi y Rosario, dos nombres unidos por un mismo ideal de progreso y libertad.

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